El líder de Podemos explicó que “en la dimensión armada de los zapatistas radica su capacidad para despertar entusiasmo en todo el mundo”
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, fue brigadista del Ejército Zapatista y alabó la "dimensión armada" de la milicia mexicana
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En un libro que coordinó en 2007 bajo el título de “Bolivia en Movimiento” (Ediciones El Viejo Topo), el vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez y líder de Podemos, Pablo Iglesias, autentificaba un dato muy significativo y revelador de su currículum que, posteriormente, ha hecho desaparecer de sus cada vez más blanqueadas y manipuladas biografías políticas: su actividad como brigadista en los campamentos civiles de las bases de apoyo del mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en La Realidad y Guadalupe Tepeyac.
Hay que recordar que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), bajo el mandato de Rafael Sebastián Guillén Vicente, más conocido como el “subcomandante Marcos”, salió a la luz pública en el estado mexicano de Chiapas el 1 de enero de 1994, cuando un grupo de indígenas armados intentaron ocupar siete cabeceras municipales el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Su entrada en la capital chiapaneca, San Cristóbal de las Casas, provocó el destrozo de las oficinas de la Procuraduría de Justicia del Estado y causó heridas de diferente gravedad a varios policías.
Esta acción, que terminó con la llegada de tropas del ejército mexicano apenas unas horas después de que los atacantes hubieran abandonado la ciudad, inició lo que, durante varios años, se conocería como el levantamiento del EZLN que, tras declarar “la guerra” a México, habría de lanzar internacionalmente el nombre de una organización guerrillera que rápidamente fue “bendecida” por los movimientos de izquierda y de extrema izquierda de Europa y Estados Unidos.
En 2004, y algún tiempo después de su estancia brigadista con el Movimiento Zapatista, Pablo Iglesias presentaba en Salamanca una ponencia titulada “Los indios que invadieron Europa. La influencia del EZLN en las formas de acción colectiva de los movimientos globales”, en la que el actual líder de Podemos explicaba cómo la organización armada liderada por el subcomandante Marcos representaba, en su opinión, un “mito fundacional” de los movimientos globales. “A nuestro juicio”, afirmaba Pablo Iglesias, “el acontecimiento más impresionante e influyente para buena parte de la izquierda radical mundial y los nuevos movimientos sociales fue la irrupción política del neozapatismo tras la insurrección armada del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional el primero de enero de 1994 en el Estado mexicano de Chiapas”.
Y añadía, en una argumentación que más tarde, en 2008, volvería a recuperar para su tesis doctoral “Multitud y acción colectiva postnacional: Un estudio comparado de los desobedientes. De Italia a Madrid (2000-2005)”: “Efectivamente, el levantamiento del EZLN dejó atónitos a propios y extraños, particularmente al mundo de la izquierda en todas sus versiones. Pocos esperaban un fenómeno de resistencia armada en México, precisamente el día en el que entraba en vigor el tratado de libre comercio entre Canadá, EEUU y México; el NAFTA”.
Y por si alguien tuviera dudas del apoyo que Pablo Iglesias prestaba a las andanzas militares del Movimiento Zapatista, y de la admiración que éstas despertaban en la actual cabeza visible de Podemos, él mismo se encargaba de aclarar la cuestión:
“Hay quien atribuye a un supuesto pacifismo del EZ (Ejército Zapatista) las simpatías que ha despertado. El ejército que solo dispara palabras se ha llegado a decir. Esta angelical imagen ignora que fue una acción armada que tomó el control de buena parte del Estado de Chiapas la que dio la palabra a los insurgentes, que el EZ es un instrumento fundamental de las comunidades para defenderse de los grupos paramilitares, y que hablamos de una seria estructura militar en la que el número de combatientes movilizados (sin contar la estructura de milicianos que viven en las bases de apoyo) se cuenta por miles. Precisamente, creemos que en esa dimensión armada de los zapatistas, radica su capacidad para despertar entusiasmo en todo el mundo”.
En un libro que coordinó en 2007 bajo el título de “Bolivia en Movimiento” (Ediciones El Viejo Topo), el vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez y líder de Podemos, Pablo Iglesias, autentificaba un dato muy significativo y revelador de su currículum que, posteriormente, ha hecho desaparecer de sus cada vez más blanqueadas y manipuladas biografías políticas: su actividad como brigadista en los campamentos civiles de las bases de apoyo del mexicano Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en La Realidad y Guadalupe Tepeyac.
Hay que recordar que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), bajo el mandato de Rafael Sebastián Guillén Vicente, más conocido como el “subcomandante Marcos”, salió a la luz pública en el estado mexicano de Chiapas el 1 de enero de 1994, cuando un grupo de indígenas armados intentaron ocupar siete cabeceras municipales el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Su entrada en la capital chiapaneca, San Cristóbal de las Casas, provocó el destrozo de las oficinas de la Procuraduría de Justicia del Estado y causó heridas de diferente gravedad a varios policías.
Esta acción, que terminó con la llegada de tropas del ejército mexicano apenas unas horas después de que los atacantes hubieran abandonado la ciudad, inició lo que, durante varios años, se conocería como el levantamiento del EZLN que, tras declarar “la guerra” a México, habría de lanzar internacionalmente el nombre de una organización guerrillera que rápidamente fue “bendecida” por los movimientos de izquierda y de extrema izquierda de Europa y Estados Unidos.
En 2004, y algún tiempo después de su estancia brigadista con el Movimiento Zapatista, Pablo Iglesias presentaba en Salamanca una ponencia titulada “Los indios que invadieron Europa. La influencia del EZLN en las formas de acción colectiva de los movimientos globales”, en la que el actual líder de Podemos explicaba cómo la organización armada liderada por el subcomandante Marcos representaba, en su opinión, un “mito fundacional” de los movimientos globales. “A nuestro juicio”, afirmaba Pablo Iglesias, “el acontecimiento más impresionante e influyente para buena parte de la izquierda radical mundial y los nuevos movimientos sociales fue la irrupción política del neozapatismo tras la insurrección armada del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional el primero de enero de 1994 en el Estado mexicano de Chiapas”.
Y añadía, en una argumentación que más tarde, en 2008, volvería a recuperar para su tesis doctoral “Multitud y acción colectiva postnacional: Un estudio comparado de los desobedientes. De Italia a Madrid (2000-2005)”: “Efectivamente, el levantamiento del EZLN dejó atónitos a propios y extraños, particularmente al mundo de la izquierda en todas sus versiones. Pocos esperaban un fenómeno de resistencia armada en México, precisamente el día en el que entraba en vigor el tratado de libre comercio entre Canadá, EEUU y México; el NAFTA”.
Y por si alguien tuviera dudas del apoyo que Pablo Iglesias prestaba a las andanzas militares del Movimiento Zapatista, y de la admiración que éstas despertaban en la actual cabeza visible de Podemos, él mismo se encargaba de aclarar la cuestión:
“Hay quien atribuye a un supuesto pacifismo del EZ (Ejército Zapatista) las simpatías que ha despertado. El ejército que solo dispara palabras se ha llegado a decir. Esta angelical imagen ignora que fue una acción armada que tomó el control de buena parte del Estado de Chiapas la que dio la palabra a los insurgentes, que el EZ es un instrumento fundamental de las comunidades para defenderse de los grupos paramilitares, y que hablamos de una seria estructura militar en la que el número de combatientes movilizados (sin contar la estructura de milicianos que viven en las bases de apoyo) se cuenta por miles. Precisamente, creemos que en esa dimensión armada de los zapatistas, radica su capacidad para despertar entusiasmo en todo el mundo”.