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David R
Jueves, 09 de Junio de 2016 Tiempo de lectura:

El hundimiento (del PSOE)

[Img #8996]Próximas consecuencias de la crisis que padece el PSOE y que detonará el próximo día 26.

 

El PSOE se organiza en diferentes estructuras que canalizan la acción de los militantes y los simpatizantes, destacando tres tipos: la estructura territorial, la funcional y la sectorial.

 

Es sabido que la fundamental es la territorial, que se organiza en partidos o federaciones de nacionalidad y su ámbito es la comunidad autónoma. Gozan de plena autonomía dentro de los límites marcados por los estatutos y reglamentos federales. Esta estructura compleja se presenta a la sociedad como muestra de funcionamiento flexible, transparente y participativa.

 

Pero la realidad es más sencilla, porque desde que el 3 de abril de 1979, en las primeras elecciones municipales, consiguiesen 12.200 concejales, y muy especialmente desde que el 28 de octubre de 1982 Felipe González ganase las elecciones por mayoría absoluta con 202 diputados y 134 senadores, lo que ha ocurrido es que las estructuras territoriales han alcanzado impresionantes cuotas de poder siguiendo trayectorias políticas (en el sentido amplio del término) diferentes e incluso divergentes, desdibujando progresivamente un proyecto de país concreto, primando los intereses localistas sobre los nacionales, y progresivamente primando intereses espurios sobre lícitos.

 

Los llamados barones dirigen baronías aristocráticas que se corresponden con territorios físicos, y lo hacen con el nada loable propósito de perpetuar el manejo de determinadas cuotas de poder: reino de Taifas.

 

El próximo día 26 se consumará una crisis larvada en el origen y desarrollada en el transcurso de las últimas legislaturas. Al día siguiente, los incendios y las explosiones en el PSOE serán inevitables y virulentas, pues hay mucha pólvora en la santabárbara, muy seca, y demasiadas personas con la llave de tan peligroso lugar. La mayoría siempre porta mechero.

 

Todos los barones protegerán lo que consideran suyo y no enajenable, buscarán tardías responsabilidades y cabezas que cortar. Llega el momento de la venganza y del desatino definitivo.

 

Subyacerá la adictiva tendencia a la conservación del poder, pero también surgirán la viciosa expectativa de amplificar el que se tiene y la de conseguir el que no se tiene. Miles de poltronas a nivel municipal, provincial, autonómico y nacional serán más codiciadas que nunca, porque tan preciosa mercancía empieza a escasear. Sube el precio.

 

Militantes escandalizados pasarán el carné por la destructora de documentos, si el purificador fuego de la noche de San Juan no lo ha consumido ya. El desconsuelo será más grande porque los resultados electorales mostrarán la consolidación de una tendencia inevitablemente hacia el abismo visible en un sencillo plano cartesiano; en las abscisas colocamos a la izquierda a Felipe González y a la derecha, el futuro.

 

Los omnipresentes problemas de financiación se complican en una proporción simple votos/ingresos, porque lo que no disminuye en paridad es el gasto de la gigantesca estructura material y humana montada durante décadas, un mecano cuyas piezas se adhieren unas a otras con un pegamento desconocido para los químicos, un mecano que no es fácil de desmontar porque hace tiempo que escapó al control de sus arquitectos primigenios. La mayoría no lo quiere tocar.

 

Dicen que las ratas son las primeras en abandonar un buque que naufraga, y cierto es, como cierto es que las ratas están por doquier, tan cierto como que existen de dos patas y bien grandes. Pero no es cierto que en este caso vaya a ocurrir este fenómeno, porque los primeros en abandonar el buque serán los inversores, los comisionistas, los medios y los pragmáticos.

 

Las posibilidades de fragmentación cobran carta de naturaleza, porque resulta más fácil romper el mecano que utilizar un disolvente que ni si quiera se ha inventado todavía, y porque más vale pájaro en mano que ciento volando.

 

Mientras llega ese momento, Pedro Sánchez está intentando recuperar el nivel de votos que hizo dimitir a Rubalcaba.

 

El PSOE necesitará la celebración de un Congreso extraordinario, con carácter refundador, si no quiere alcanzar velocidad terminal en el camino hacia la extinción. Cuando se entra en barrena no se sabe a ciencia cierta si es posible salir de ella.

 


 

 

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