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Ernesto Ladrón de Guevara
Jueves, 21 de Marzo de 2019 Tiempo de lectura:

De cómo el nacionalismo ha tejido su red para la destrucción de España (IX)

Vengo relatando desde hace tiempo hechos característicos de la basura ideológica que pulula por nuestra tierra vasca y navarra, en una espiral sin fin con una finalidad clara: atacar el núcleo de lo que se debe entender como escuela que es el lugar donde los niños aprenden, no donde se les manipula e instrumentaliza con fines únicamente políticos e ideológicos. Si hay alguna perversión inadmisible es la utilización del sistema educativo para guiar a la masa de la población hacia objetivos inconfesables, en este caso hacia Euskalherria, es decir hacia la secesión cuando llegue la ocasión. Parece que el actual momento es un tiempo apacible, tranquilo, porque tenemos un lehendakari que no hace ruido, pero a nadie con un atisbo de inteligencia se le oculta que eso es meramente táctico. Cuando llegue la situación propicia darán el hachazo. No como lo hacen los catalanes independentistas, que más burdos y patosos no pueden ser, sino de una forma sibilina, cuando se dé el momento propicio para la incorporación de la Comunidad Foral de Navarra según el mecanismo establecido en la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución Española.

 

Entre tanto, la línea de progresiva desconexión activada desde que se hicieron las Transferencias educativas a la Comunidad del País Vasco sigue poco a poco avanzando.

 

Estos días se está hablando de que el Gobierno Vasco deja de financiar la UNIVERSIDAD A DISTANCIA de Vitoria que como se sabe se realiza mediante un Patronato al que el Gobierno Vasco pertenece, lo que dejaría a ese Centro Asociado sin tutores. Muchos de los alaveses han compatibilizado estudios con trabajo gracias a la Universidad a Distancia, entre otros quien escribe este artículo; y en mi caso llegando al doctorado. Teníamos que estudiar todo el temario de cada asignatura y buscarnos los materiales de estudio, hacer trabajos sin fin, etc, constituyendo un esfuerzo bastante más fuerte que los alumnos presenciales, pero lográbamos nuestro objetivo con tesón y esfuerzo, con más años de estudio. Esa fórmula nos permitía a quienes no teníamos medios económicos para estudiar fuera del lugar donde residíamos llegar a formarnos mientras trabajábamos. Pero para el Gobierno Vasco la Universidad a Distancia, UNED, es española, y, por tanto, hay que liquidarla. No les es conveniente en su objetivo de desconexión programada y diferida.

 

Como de lo que trato en esta serie de artículos en episodios es hacer una taxonomía no suficientemente exhaustiva pero sí expresiva de lo que está pasando en nuestra infeliz España a la que el cronista romano Pompeyo Trogo se refería con estas palabras: “Los hispanos siempre están en guerra, si no tienen enemigo externo lo buscan en el interior”, voy a añadir un análisis que responde a mi experiencia empírica y a lo que un grupo de padres/madres de una ikastola me refiere respecto a la actuación sectaria y filonacionalista de una dirección de una ikastola pública de Alava.  No voy a poner el nombre de esa ikastola por razones de prudencia, pero a nadie se le ocultan estos hechos pues en todas estas décadas de recorrido por la evolución de la educación vasca a nadie se le ocultan, y yo mismo podría hacer un amplio repertorio de sucesos y experiencias que tuve en mi paso por la Delegación Territorial de Educación de Alava.

 

Todo el mundo informado conoce los intentos que en los años ochenta se hicieron para crear lo que los nacionalistas denominaban “Escuela vasca”, que era ni más ni menos la institucionalización de una red de centros que sustituyeran progresivamente a los centros de enseñanza que fueron transferidos desde el Estado a la Comunidad Autónoma vasca tras el Estatuto de Autonomía, en 1984. Aquellos centros no respondían al criterio de los nacionalistas de configurar una escuela al servicio del proceso de secesión de la Euskadi sabiniana con la incorporación de Navarra a esa independización respecto a España. Por eso se necesitaba una red propia de centros que fueran fagocitando a los transferidos ya que el profesorado de éstos no estaba politizado; y eran simplemente profesionales que respondían al principio de pluralidad y neutralidad política del servicio público, con el único cometido de educar en el sentido genuino del término y no estar sujetos a ninguna obediencia política, y menos   con una finalidad como es la formación del espíritu nacionalista. Ni ese profesorado, ni aquel currículo, ni el modelo de organización de los centros educativos eran susceptibles de ser doblegados para su instrumentalización política. Por eso crearon el EIKE, o red de “Escuela Vasca” al servicio exclusivo del nacionalismo.

 

Por efecto de un recurso de inconstitucionalidad presentado por el Gobierno, aquello quedó rectificado y subsanado; pero, más tarde, fruto del crecimiento artificial de las ikastolas privadas, auspiciadas sobre todo desde ayuntamientos nacionalistas, los socialistas intentaron el Pacto escolar con el PNV al efecto de absorber esa red de ikastolas e integrarlas con sus peculiaridades particulares en la red privada y en la pública, y así diluir el tinglado en ejecución de la jurisprudencia constitucional. Esto era un intento loable si no fuera por el resultado final que consistió en la ikastolización de todo el sistema. Es decir, para resolver el conflicto, se acudió, como siempre, a ampliar el cáncer a todo el sistema.

 

En las fechas en las que yo fui Delegado Territorial de Educación viví situaciones en las que se creaban ikastolas allí donde no había alumnos ni para los centros públicos que operaban en localidades de reducido número de habitantes de Alava. Esas ikastolas no reunían las condiciones y requisitos legales de tipo administrativo y por eso no fueron autorizadas, pese a lo cual, “manu militari” fueron puestas en funcionamiento. Se dio el caso de una escolarización clandestina que se hizo de unos alumnos en una localidad de la Rioja Alavesa en los bajos del Ayuntamiento, matriculando a los alumnos en otro centro de Guipúzcoa. Era evidente que el propósito era ir vaciando a los centros públicos comarcales para forzar a la Administración a cerrarlos. Sin embargo, un periódico de amplia tirada en Alava me presentaba a mí como un intransigente que merecía ser expulsado de la Administración. Lo cual lograron, gracias a la doblez del Partido que me auspició para el cargo.

 

En ese contexto, la Diputación alavesa creó un grupo de ikastolas públicas que adolecían de la necesaria moderación para ser centros educativos de calidad, con la necesaria asepsia educativa para serlo. Esos once centros educativos de carácter genuinamente nacionalista fueron integrados en la red pública a mediados de los años ochenta. Algunos de ellos produjeron episodios de histrionismo muy próximo a la locura, si lo vemos desde un plano objetivo.

 

Las madres de uno de esos centros me refieren que estos días atrás a niños de cuarto de primaria (nueve años de edad) les hicieron todo un recorrido por los episodios del tres de marzo de 1976, que para este articulista fueron movimientos obreros orientados hacia la sovietización, con evidentes rasgos marxistas, de la clase trabajadora, en una ciudad industrializada pero bastante provinciana como era Vitoria. En esa exposición se planteaba que aquello fue una guerra y que la policía era una especie de fuerza asesina que cometió crímenes, y, por tanto esa policía era, y es, la representación del mal poco más o menos que satánico. Estamos refiriéndonos a niños de nueve años, inmaduros e incapaces de valorar este tipo de situaciones. Yo creo que ofrece pocos visos de profundización respecto a la ineptitud pedagógica de quienes actúan así en su ejercicio profesional, sin respeto al derecho de los padres a permitir o no este tipo de injerencias en su libertad de ideario educativo.

 

Y solamente es una cuestión entre otras muchas que podríamos referir y que no hago por no extenderme en exceso.

 

Todas estas cosas en la dirección del adoctrinamiento son inadmisibles en un Estado de Derecho y en un sistema constitucional y democrático.

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