Siguen entre nosotros
Resulta un argumento muy socorrido en el cine y series de televisión; el protagonista entra en una cámara y una vez cerrada regresa al pasado, lejano o cercano, para ver in situ cómo se desarrollaba la vida en otra época y a su vuelta poder hablar con pleno conocimiento.
Han pasado unos días desde el indecente y macabro espectáculo que tuvo lugar en el Parlamento vasco; todos fuimos testigos y entramos en el túnel del tiempo, lo que nos retrotrajo a una época muy reciente, siniestra y negra, en la que el odio, la amenaza y el asesinato convivían entre nosotros; muchos no daban crédito a lo que estaban viendo.
El parlamentario protagonista destilaba odio a raudales en su mirada, ademanes y vocabulario; sus insultos, calumnias y tono amenazante, hizo que se nos erizara la piel y nos devolvió a la realidad pura y dura.
Siguen entre nosotros, mimetizados, disfrazados y domesticados, pero al igual que la cabra tiran al monte, su hábitat natural; la verdad es que no han cambiado en nada salvo en la estrategia que se vieron forzados a adoptar y que deben reconocer les proporciona pingües beneficios.
Las restantes fuerzas políticas deben aunar esfuerzos para impedir de verdad episodios de esta naturaleza vergonzosos y vergonzantes que son la savia y la semilla para que germine la intolerancia y el desasosiego; debemos erradicar la cizaña que trata de malograr la cosecha de respeto, civismo y futuro esperanzador que con tanto sufrimiento nos hemos ganado.
Estamos en época de elecciones y la sociedad lo primero que exije es no regresar a tiempos pasados; la argamasa y los cimientos para conseguirlo es el destierro del odio y el revanchismo. Hagan campaña para lograrlo.
Francisco Javier Sáenz Martínez
Lasarte-Oria
Resulta un argumento muy socorrido en el cine y series de televisión; el protagonista entra en una cámara y una vez cerrada regresa al pasado, lejano o cercano, para ver in situ cómo se desarrollaba la vida en otra época y a su vuelta poder hablar con pleno conocimiento.
Han pasado unos días desde el indecente y macabro espectáculo que tuvo lugar en el Parlamento vasco; todos fuimos testigos y entramos en el túnel del tiempo, lo que nos retrotrajo a una época muy reciente, siniestra y negra, en la que el odio, la amenaza y el asesinato convivían entre nosotros; muchos no daban crédito a lo que estaban viendo.
El parlamentario protagonista destilaba odio a raudales en su mirada, ademanes y vocabulario; sus insultos, calumnias y tono amenazante, hizo que se nos erizara la piel y nos devolvió a la realidad pura y dura.
Siguen entre nosotros, mimetizados, disfrazados y domesticados, pero al igual que la cabra tiran al monte, su hábitat natural; la verdad es que no han cambiado en nada salvo en la estrategia que se vieron forzados a adoptar y que deben reconocer les proporciona pingües beneficios.
Las restantes fuerzas políticas deben aunar esfuerzos para impedir de verdad episodios de esta naturaleza vergonzosos y vergonzantes que son la savia y la semilla para que germine la intolerancia y el desasosiego; debemos erradicar la cizaña que trata de malograr la cosecha de respeto, civismo y futuro esperanzador que con tanto sufrimiento nos hemos ganado.
Estamos en época de elecciones y la sociedad lo primero que exije es no regresar a tiempos pasados; la argamasa y los cimientos para conseguirlo es el destierro del odio y el revanchismo. Hagan campaña para lograrlo.
Francisco Javier Sáenz Martínez
Lasarte-Oria