"Josu Ternera": un colaborador necesario
Conocí al "General" -así le denominaba el Lendakari Ibarretxe- en el Parlamento vasco. Tuve una famosa bronca con tal espécimen cuando comprobé que estaba sentado en el escaño dejado ausente por el asesinato de mi amigo Goyo Ordoñez. El entonces presidente de la Cámara vasca -Juan Mari Atutxa- me llamó al orden por calificar al personaje como hijo de puta. Tuve que rectificar desde la tribuna. "Señorías, retiro el calificativo. El oficio más antiguo de la humanidad, no se merece que incluya a este sujeto en su espacio".
Mi amistad con Juanjo Ibarretxe era vieja y profunda. Las reuniones en Ajuria Enea me hacían participe de asuntos que otros no sabían. El "General" era el hombre de la "izquierda aberzale" dispuesto, junto a Otegui, a terminar con la lucha terrorista de ETA y, sobre todo, para modificar la escala del mando. Era imprescindible poner en marcha un proceso asambleario en el MLNV para que los "civiles" quitaran el mando a los "militares". Los civiles eran las organizaciones que vivían en la legalidad. Los militares eran las tres ETAs: los presos, los comandos, los activistas de la "kale borroka". Todo ello, por los cambios que se habían producido en Europa y América a raíz del ataque a las Torres Gemelas y la elaboración de las listas de grupos terroristas, en la que, tras ingente esfuerzo, -estaban abalados como "Movimiento de Liberación Nacional por las organizaciones vascas en 'Yankilandia', y éstas, a su vez, eran "donantes y colaboradoras" en los procesos de elección para candidatos tanto Republicanos como Demócratas- se dio la orden de colaboración para su captura.
Otegui se la jugó y temía terminar como Yoyes. Los sectores más duros del MLNV le consideraban un traidor a la causa. Ni siquiera había logrado cambiar paz por presos. De ahí que estuviera más seguro en las cárceles españolas -tratado de usía- que en las calles y caseríos de Euskadi.
El "General" fue quien agujereó la estructura de ETA. Algo así, pero mejor, que la historia cinematográfica que nos contaron sobre "El Lobo". Esta vez con la aquiescencia de la comunidad internacional. Dejar que J. T. se haga cargo de la organización y la despedace desde dentro, la lleve a un proceso de maduración para que se rinda sin condiciones. Así se explica: su huida, su permanencia en países de Europa, su presencia en mesas de negociación, su "extraña suerte" para ver cómo todos los jefes y comandos, uno tras otro, caían y a él le protegía un mágico manto de impunidad.
La etapa de Josu Ternera (J.T.) coincide con las mayor capacidad de información para detener a los diferentes miembros de ETA, incluso para neutralizar a los más sanguinarios, y evitar que las nuevas generaciones de etarras, procedentes de la 'kale borroca', llegaran a ser leyendas vivas con historial sanguinario -método para ascender y ser obedecido, en la organización-.
Sin duda, y en algún momento se hará público, los servicios de inteligencia sabían dónde estaba y que hacía. Pero era el colaborador necesario para el fin que se perseguía. Terminar con ETA, primero quitándole el mando de la cúpula en el MLNV que pasó a los políticos, después infiltrando a la organización con toda suerte de artilugios y chivatos, que hicieron posible las detenciones. Algo parecido hicieron Teo Uriarte, Onaindía, y otros, cuando deciden disolver ETA pm y le dan la lista a Rosón, entre otras razones para poder venderle la operación al Ejército, poder detenerlos antes de que tomen venganza sobre ellos mismos . Esta historia la contaba Juan Mari Bandrés en las comidas de Ajuria Enea para la Mesa-Pacto por la Normalización y Pacificación.
J.T. era la persona indicada para mejor proveer a los servicios de inteligencia. Pero, a cambio de eso, había que dejarle actuar y seguir culpándolo de asesino y jefe de taldes. Por cierto, si hubiera pruebas certeras de que cometiera directamente asesinatos, ¿se habría permitido su presencia en el Parlamento vasco?.
Era un tipo con aspecto siniestro. Pero muy respetado por todo el nacionalismo vasco. Formaba un dueto implacable, para ejercer la autoridad del MLNV, con Otegui. Eran las dos caras de la misma moneda. De esto sebe mucho Eguiguren. De esto saben mucho los más viejos del Santuario de Loyola. De esto saben mucho en el actual CNI.
La detención que ha sido noticia de apertura en todos los informativos, tiene tres vertientes. No tiene sentido que continúe en la clandestinidad pues la lucha terrorista ha fenecido. Yo estaba seguro que muy pronto iba a reaparecer para volver a casa. Como vasco quiere morir en su tierra. Y es que su estado de salud es preocupante. Y algo muy a tener en cuenta, vuelven a sonar ruidos de gentes que echan de menos la lucha armada. Creen que no se ha conseguido nada. Las familias de los presos han pasado de las promesas al cabreo infinito, pues no les han dado lo que les prometieron. Todo eso, más el proceso de Cataluña, han dado protagonismo a determinados sectores jóvenes que estarían dispuestos a volver a las andadas, y si lo hicieran, la seguridad de J.T. pasaría por las mismas vicisitudes que cuando Yoyes dejó la lucha armada. Una vez más, el terrorista arrepentido se convierte en un símbolo para los que desean volver a emprenderla contra el mundo mundial.
Siempre hubo dos cuestiones que me preocuparon. ¿A quién beneficiaba la presencia de ETA?. ¿Qué papel juegan estos grupos terroristas en la geopolítica?. No olvidemos la situación de la vieja Iberia entre Europa y África. Y es en el continente olvidado por las televisiones dónde se está jugando la partida por intereses económicos muy superiores al control del petróleo.
Puede haber un pacto para la entrega. Puede haber una operación para quitar del medio a un colaborador que siga dando información que impida una nueva ETA, al servicio de intereses bastardos.
Todo esto dicho desde un lugar tranquilo, dónde conservo mi memoria de tantos años en Euskadi. Donde fui objetivo de ETA. Donde compartí espacios parlamentarios con J.T. Incluso en la Comisión de los Derechos Humanos, que por cierto, me comisionó para hacer los informes sobre los presos de ETA cuyo estado de salud era incompatible con la prisión. Tal hecho que cumplí, previas advertencias a las partes, están recogidas en uno de los libros publicados por Otegui... Y es que siempre he sido un médico que pasaba coyunturalmente por la política. No como otros que hicieron de la política su profesión y herramienta para escalar posiciones en la sociedad.
Conocí al "General" -así le denominaba el Lendakari Ibarretxe- en el Parlamento vasco. Tuve una famosa bronca con tal espécimen cuando comprobé que estaba sentado en el escaño dejado ausente por el asesinato de mi amigo Goyo Ordoñez. El entonces presidente de la Cámara vasca -Juan Mari Atutxa- me llamó al orden por calificar al personaje como hijo de puta. Tuve que rectificar desde la tribuna. "Señorías, retiro el calificativo. El oficio más antiguo de la humanidad, no se merece que incluya a este sujeto en su espacio".
Mi amistad con Juanjo Ibarretxe era vieja y profunda. Las reuniones en Ajuria Enea me hacían participe de asuntos que otros no sabían. El "General" era el hombre de la "izquierda aberzale" dispuesto, junto a Otegui, a terminar con la lucha terrorista de ETA y, sobre todo, para modificar la escala del mando. Era imprescindible poner en marcha un proceso asambleario en el MLNV para que los "civiles" quitaran el mando a los "militares". Los civiles eran las organizaciones que vivían en la legalidad. Los militares eran las tres ETAs: los presos, los comandos, los activistas de la "kale borroka". Todo ello, por los cambios que se habían producido en Europa y América a raíz del ataque a las Torres Gemelas y la elaboración de las listas de grupos terroristas, en la que, tras ingente esfuerzo, -estaban abalados como "Movimiento de Liberación Nacional por las organizaciones vascas en 'Yankilandia', y éstas, a su vez, eran "donantes y colaboradoras" en los procesos de elección para candidatos tanto Republicanos como Demócratas- se dio la orden de colaboración para su captura.
Otegui se la jugó y temía terminar como Yoyes. Los sectores más duros del MLNV le consideraban un traidor a la causa. Ni siquiera había logrado cambiar paz por presos. De ahí que estuviera más seguro en las cárceles españolas -tratado de usía- que en las calles y caseríos de Euskadi.
El "General" fue quien agujereó la estructura de ETA. Algo así, pero mejor, que la historia cinematográfica que nos contaron sobre "El Lobo". Esta vez con la aquiescencia de la comunidad internacional. Dejar que J. T. se haga cargo de la organización y la despedace desde dentro, la lleve a un proceso de maduración para que se rinda sin condiciones. Así se explica: su huida, su permanencia en países de Europa, su presencia en mesas de negociación, su "extraña suerte" para ver cómo todos los jefes y comandos, uno tras otro, caían y a él le protegía un mágico manto de impunidad.
La etapa de Josu Ternera (J.T.) coincide con las mayor capacidad de información para detener a los diferentes miembros de ETA, incluso para neutralizar a los más sanguinarios, y evitar que las nuevas generaciones de etarras, procedentes de la 'kale borroca', llegaran a ser leyendas vivas con historial sanguinario -método para ascender y ser obedecido, en la organización-.
Sin duda, y en algún momento se hará público, los servicios de inteligencia sabían dónde estaba y que hacía. Pero era el colaborador necesario para el fin que se perseguía. Terminar con ETA, primero quitándole el mando de la cúpula en el MLNV que pasó a los políticos, después infiltrando a la organización con toda suerte de artilugios y chivatos, que hicieron posible las detenciones. Algo parecido hicieron Teo Uriarte, Onaindía, y otros, cuando deciden disolver ETA pm y le dan la lista a Rosón, entre otras razones para poder venderle la operación al Ejército, poder detenerlos antes de que tomen venganza sobre ellos mismos . Esta historia la contaba Juan Mari Bandrés en las comidas de Ajuria Enea para la Mesa-Pacto por la Normalización y Pacificación.
J.T. era la persona indicada para mejor proveer a los servicios de inteligencia. Pero, a cambio de eso, había que dejarle actuar y seguir culpándolo de asesino y jefe de taldes. Por cierto, si hubiera pruebas certeras de que cometiera directamente asesinatos, ¿se habría permitido su presencia en el Parlamento vasco?.
Era un tipo con aspecto siniestro. Pero muy respetado por todo el nacionalismo vasco. Formaba un dueto implacable, para ejercer la autoridad del MLNV, con Otegui. Eran las dos caras de la misma moneda. De esto sebe mucho Eguiguren. De esto saben mucho los más viejos del Santuario de Loyola. De esto saben mucho en el actual CNI.
La detención que ha sido noticia de apertura en todos los informativos, tiene tres vertientes. No tiene sentido que continúe en la clandestinidad pues la lucha terrorista ha fenecido. Yo estaba seguro que muy pronto iba a reaparecer para volver a casa. Como vasco quiere morir en su tierra. Y es que su estado de salud es preocupante. Y algo muy a tener en cuenta, vuelven a sonar ruidos de gentes que echan de menos la lucha armada. Creen que no se ha conseguido nada. Las familias de los presos han pasado de las promesas al cabreo infinito, pues no les han dado lo que les prometieron. Todo eso, más el proceso de Cataluña, han dado protagonismo a determinados sectores jóvenes que estarían dispuestos a volver a las andadas, y si lo hicieran, la seguridad de J.T. pasaría por las mismas vicisitudes que cuando Yoyes dejó la lucha armada. Una vez más, el terrorista arrepentido se convierte en un símbolo para los que desean volver a emprenderla contra el mundo mundial.
Siempre hubo dos cuestiones que me preocuparon. ¿A quién beneficiaba la presencia de ETA?. ¿Qué papel juegan estos grupos terroristas en la geopolítica?. No olvidemos la situación de la vieja Iberia entre Europa y África. Y es en el continente olvidado por las televisiones dónde se está jugando la partida por intereses económicos muy superiores al control del petróleo.
Puede haber un pacto para la entrega. Puede haber una operación para quitar del medio a un colaborador que siga dando información que impida una nueva ETA, al servicio de intereses bastardos.
Todo esto dicho desde un lugar tranquilo, dónde conservo mi memoria de tantos años en Euskadi. Donde fui objetivo de ETA. Donde compartí espacios parlamentarios con J.T. Incluso en la Comisión de los Derechos Humanos, que por cierto, me comisionó para hacer los informes sobre los presos de ETA cuyo estado de salud era incompatible con la prisión. Tal hecho que cumplí, previas advertencias a las partes, están recogidas en uno de los libros publicados por Otegui... Y es que siempre he sido un médico que pasaba coyunturalmente por la política. No como otros que hicieron de la política su profesión y herramienta para escalar posiciones en la sociedad.