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Ernesto Ladrón de Guevara
Sábado, 01 de Junio de 2019 Tiempo de lectura:

El paradigma de la destrucción del Estado constitucional

No me gustaba nada el nacional-catolicismo de Franco, pues como persona liberal que soy prefiero una sociedad abierta, plural, diversa y que respete la dignidad humana que se basa fundamentalmente en el uso de su libre albedrío. Pero menos aún me encandila este Estado controlado por las logias, social-masónico, que ha convertido la democracia en un sistema caracterizado por la cleptomanía, la falta de transparencia en los comportamientos y los tejemanejes que llevan a dar puñaladas por la espalda al electorado.

 

Una clara manifestación de esto que digo es la manía de concertarse para burlar la decisión mayoritaria de los electores que se manifiesta en pretender que la opción más votada sea la que gobierne, cosa que cada vez se cumple menos, sobre todo por los nacionalistas, que acostumbran a usar de la democracia a la medida de lo que les conviene sin respetar las convenciones al uso.

 

Ejemplos hay muchos. Uno de los más recientes es la posición de chantaje de Ortuzar, presidente del PNV, que amenaza a Sánchez con no apoyarle en la investidura si no posibilita a Geroa Bai (franquicia del PNV en Navarra) la conservación del cuatripartito actual, que es la quinta columna de los nacionalistas para la integración de Navarra en el País Vasco una vez que el proceso de moldeamiento cognitivo de los ciudadanos en Navarra se vea culminado con la ikastolización del sistema. Esto lo sabemos bien los alaveses que peinamos canas, pues lo hemos sufrido.  Tanto es así, que se ha logrado cotas de batasunización de la sociedad alavesa jamás soñadas por los nacionalistas.

 

La coalición electoral formada por Ciudadanos, UPN y Populares ha sido con diferencia sobre el inmediato contrincante, la más votada. De hecho, comparen los votos de la coalición vencedora “Más Navarra” con los de Geroa Bai (20 escaños “Más Navarra”, 9  “Geroa Bai”) —Ahí radica el escándalo—. Sin embargo, estos partidarios de la ruptura “democrática” han enseñado una vez más la “patita” revelando sus intenciones de arrastrar a Navarra, quieran o no quieran los navarros, hacia la construcción del país ensoñado; es decir esa Euskal Herria que llegaba hasta los confines de Castro Urdiales, la Rioja, hasta el Valle de Arán, tal como lo pergeñó en una noche mental diarreica, su creador filonazi, Krutdwig. En definitiva, los nacionalistas vascos y catalanes no tienen en sus genes la idea de separar a su territorio sino de dominar al resto de los españoles en una idea imperial. Lo que no sabemos es lo que harán los socialistas, aunque lo suponemos visto los precedentes.

 

Los precedentes son, al parecer, según lo que va saliendo a la luz, los del pacto de Zapatero — o su Gobierno de entonces, que es lo mismo— con ETA, para que dejara las armas.

 

Según se dice y algo de verdad habrá si suena de buena fuente, Zapatero pactó con ETA la integración de Navarra en el proyecto supremacista del nacionalismo vasco. Y mucho vislumbro que se haría con artes poco nobles en ese artificio creado para llevar a los navarros por encima o por debajo de su voluntad hasta el redil.

 

Los tiempos van dando la razón a esta hipótesis y como botón de muestra lo de Ortuzar, que no se hubiera atrevido a salir al ruedo con este ímpetu si no hubiera algo que le confirmara la posibilidad real de dar el salto en el proceso de conformación de esa masa crítica territorial y política suficiente para segregar la Vasconia vasconizada y la originaria, extendida hasta Tudela pasando por la capital fundada por Pompeyo (Pamplona) y, por tanto, territorio básicamente de orígenes romanos.

 

Ese pacto traidor, como traidor es el mismo Zapatero; traidor a su país, traidor a su electorado, traidor a la Constitución y traidor a la causa socialista originaria que era el contrapunto a los nacionalismos secesionistas, está trayendo estas consecuencias. Y mucho me temo que las palabras de la secretaria general de los socialistas vascos rechazando las pretensión de Ortuzar sean una mera vestimenta para maquillar lo que viene después, cuando Sánchez justifique la venta de Navarra por un plato de lentejas como necesidad hecha virtud para lograr un Gobierno socialista apoyado en los que rompen el Estado constitucional y la nación de nuestros antepasados.

 

Si me equivoco me sentiré muy complacido. Dios lo quiera.

 

La política en España se viste con ropajes de Bruto (Marco Antonio Bruto) el conspirador que condujo al asesinato de César por la espalda.

 

Pero, queridos conciudadanos votantes de los socialistas. Disfruten de lo votado.

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