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Sábado, 07 de Septiembre de 2019 Tiempo de lectura:

La Buena Escuela es la de Giovanni Gentile

Nota del traductor: Giovanni Gentile (1875-1944) fue un destacado filósofo italiano de orientación hegeliana. Ocupó diversos cargos durante el Fascismo de Mussolini, entre los que se destaca el de ministro de Instrucción Pública (1922-1925). Fue el autor de la llamada Reforma Gentile, a la que hace alusión el autor del artículo, reforma que supuso una elevación notable en la calidad de la Enseñanza en su país, hoy degenerada tanto en Italia como en España. El artículo, desde sus referencias italianas, podría aplicarse perfectamente a nuestro país.


 

[Img #16283]Uno puede ciertamente decir lo que uno quiera acerca de Giovanni Gentile, criticarlo a fondo tanto política como filosóficamente, mostrar sus errores en las opciones políticas, resaltar sus límites en la gran y original "reforma" de la dialéctica de Hegel que él intentó llevar a cabo. Como todos los grandes pensadores, Gentile, pensando en grande, también cometió grandes errores. Gentile sigue siendo un gran hombre, a pesar de su adhesión al fascismo.

 

Luego está el hecho de que, además de ser, junto a Gramsci, el mayor pensador italiano del siglo XX, Gentile nos ha dejado un regalo maravilloso, por el que debemos estar eternamente agradecidos: el Liceo Clásico. Como sucede a menudo, uno se da cuenta de la importancia de una realidad a la que estamos acostumbrados sólo cuando comienza a fallar, como sucede cuando hay falta de aire: este es el caso del Liceo Clásico, la mejor escuela del mundo, concebida por el Ministro de Educación Gentile, promotor de la mejor reforma de la escuela de la que nuestro país se ha beneficiado hasta la fecha; reforma, por supuesto, cuestionable, siempre y cuando se considere que Gramsci, no sin una buena razón, la acusó de clasismo. Una reforma cuestionable todo lo que quiera, sí, pero aún así la mejor de la que se ha beneficiado este país.

 

El hecho es, por otro lado, que el Liceo Clásico ha hecho posible la superioridad cultural de generaciones enteras de estudiantes de secundaria italianos sobre sus pares de todo el mundo (trate de ir a Alemania o Francia para darse cuenta). Con la enseñanza del latín y del griego, pero también con el noble proyecto de formar hombres en el sentido pleno, combinando la paideia griega, la razón de la Ilustración y la Bildung romántica, la escuela secundaria clásica diseñada por Gentile sigue siendo única en el mundo y hoy, podemos decir, una verdadera forma de resistencia al "cretinismo económico" generalizado (Gramsci) que la llamada globalización está exportando a todos los rincones del planeta: cretinismo en virtud del cual cada vez se piensa menos y se calcula más, en un paisaje desolado en el que el griego y el latín, la filosofía y el arte se descartan como "inútiles" (¡sic!) para la sólida razón calculadora que dice ser la única fuente de significado. Por cierto, observo que en España ya han sustituido la filosofía por las finanzas en las escuelas secundarias.

 

El gran regalo que nos dejó Giovanni Gentile es lo que hoy están destruyendo los "especialistas sin inteligencia" (Weber) de los nuevos gobiernos de centro-derecha y centro-izquierda: el latín y el griego, la historia del arte y la literatura pronto serán reemplazados por el inglés y las finanzas, la gestión y los negocios. La barbarie está a la vuelta de la esquina y se presenta, en un tono tranquilizador, como "Buena Escuela", al igual que los bombardeos se denominan "misiones de paz" y los golpes financieros se denominan "gobiernos técnicos". Orwell era un aficionado: la realidad ha superado a la imaginación, haciendo que lo inimaginable parezca normal y plausible. La barbarie de hoy nos obliga a evaluar todo con el único criterio de la utilidad, a la luz de la cual la filosofía y el arte, la teología y la historia son obviamente indignas de ser cultivadas y estudiadas. La estupidez no tiene límites.

 

Estamos, de hecho, asistiendo a la destrucción planificada de la escuela secundaria y de la universidad, a través de esas reformas intercambiables de los gobiernos de derecha e izquierda que, al desmantelar las adquisiciones de la reforma de la escuela de Gentile de 1923, han conformado -siempre en nombre del progreso, la modernización y la superación de las formas burguesas anticuadas- la educación al paradigma de la empresa y de la economía (deudas y créditos, gerentes, informática e inglés en lugar de latín y griego, y mil otras amenidades coherentes con la reestructuración capitalista de la escuela). La situación es realmente trágica, pero no grave.

 

Incluso un niño puede ver cómo los continuos recortes en la financiación de la cultura (o, de forma complementaria, el continuo flujo de sustento de las heterogéneas formas de "idiotez especializada") responden por sí mismos a un programa político adecuadamente disfrazado detrás de las leyes anónimas de la economía.

 

El silenciamiento de toda perspectiva crítica ya no se logra mediante el uso de la violencia en sus formas directas y flagrantes, desde la quema de Bruno y Vanini hasta la tortura de los no ortodoxos de todos los tiempos, sino mediante la eliminación de los recursos necesarios para sobrevivir: es decir, de una manera que –como cifra de la violencia, entendida ésta como categoría económica inmanente del capitalismo- hace en gran medida invisible tanto la acción de los perpetradores como el sufrimiento de las víctimas. El poder nihilista de las finanzas y el capital debe cortar toda cabeza pensante, sustituyéndola por el cretinismo económico de las cabezas calculantes: la destrucción de la escuela secundaria clásica es una etapa fundamental de este proceso criminal en curso hoy en día.

 

El capital no quiere ver pensadores tensos, seres humanos con identidad cultural y profundidad crítica, conscientes de sus raíces y de la falsedad del tiempo presente: quiere ver lo mismo en todas partes, es decir, átomos de consumo sin identidad y sin cultura, capaces de hablar sólo el inglés de mercados y finanzas.

 

Fuente: https://www.ilfattoquotidiano.it/2015/08/31/la-buona-scuola-e-quella-di-giovanni-gentile/1996202/

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