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Pablo Mosquera
Sábado, 26 de Octubre de 2019 Tiempo de lectura:

¿A qué espera el Estado para intervenir en Cataluña?

Una vez le oí decir al exlehendakari Carlos Garaicoechea que daba exactamente igual la llegada de nuevas competencias a Euskadi. Por dos motivos muy concretos. El Estatuto de Autonomía Vasco era tan sólo un vehículo hacia la independencia. Las concesiones directas o indirectas que entonces desde Madrid trataban de comprar la paz eran un signo inequívoco de la debilidad del Estado, ante las razones de 'Euskal Herría' para alcanzar la autodeterminación.

 

También recuerdo aquella otra discusión sobre si el contencioso vasco era un grave problema de los vascos con España o entre los propios vascos. Mientras tanto, la banda terrorista ETA era la vanguardia para la 'construcción nacional', como en su día usaron la alternativa KAS. Sólo cuando desde la Mesa de Ajuria Enea se condenó sin paliativos el uso de la violencia para hacer política, se produjo la separación real entre demócratas y fascistas. Y es que padecimos el discurso del pensamiento único forzado por el nacionalismo, generando tal confusión que se llegaron a confundir los tiempos, los interlocutores y los métodos.

 

El método de Arzalluz pasaba por negociar la autodeterminación. Si no fue más allá se debió a la falta de acuerdo entre HB y el PNV sobre quién debería ser el interlocutor de Euskadi con el Estado.

 

El concepto de democracia en Euskadi se pervirtió de tal manera que había dos formas para señalar la democracia. La de los constitucionalistas, que exigíamos pacificación y respeto al ordenamiento legal. La de los nacionalistas que exigían, en nombre de los derechos históricos del 'pueblo vasco', avanzar hacia la autodeterminación.

 

Todo aquel entramado con sofismas y mentiras, que al repetirlas sin parar se convertían en verdades, se desmoronó cuando la comunidad internacional decidió, tras los atentados en Nueva York, declarar al MLNV terroristas a los que perseguir sin darles cuartel o refugio.

 

Me pregunto. ¿No se están cometiendo los mismos errores de forma y fondo en el tratamiento del proceso secesionista de Cataluña?.  Con un agravante, los lendakaris vascos, en todo momento, aunque fuera con la "boca pequeña", siempre condenaron el uso de la violencia con fines políticos. Ninguno de ellos se atrevió a encabezar algaradas como ese inefable felón de Torra.  Por cierto, puede que tal sujeto haya cometido su gran error. Poner en tela de juicio y pedir investigar la actuación de los Mossos. Ahora sí que los diecisiete mil agentes ya saben que su máxima jerarquía es un cobarde y de parte de quien está.

 

A la vista de lo dicho no logro entender el posibilismo equidistante de Podemos. Entre otras cuestiones históricas porque un Gobierno del partido comunista hace tiempo que habría actuado de forma implacable contra el proceso de secesión.

 

Pero hay más. Está bien que Sánchez no se haya querido poner al teléfono por la llamada tras la revuelta que le hizo Torra. Pero, lo mismo que digo tal, ya que con presuntos delincuentes no se puede hablar, no entiendo la actitud de Marlasca, dejando a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en franca minoría ante las revueltas. Era como si alguien por ineptitud o maldad, estuviera deseando que se produjera un muerto. Una víctima fruto de la desesperación, el acoso, la falta de capacidad para aguantar la que estaba cayendo o la espiral de violencia que animaba más y más a los CDR o vaya usted a saber quiénes eran los pirómanos...   

La Policía no se saca a las calles para que los machaquen. La Policía se saca a las calles para defender la Ley, el orden, la seguridad de todos y desde luego para terminar con las algaradas violentas que conducen a una escalada de matonismo que se va retroalimentado paulatinamente.

 

Al igual que sucedió en Euskadi, el resto de los españoles, no podemos, ni queremos dejar abandonados a nuestros compatriotas ante la revuelta organizada desde los poderes nacionalistas catalanes, al servicio de su causa, y contra los intereses y derechos de todo un país.

 

La unidad de esta vieja nación no es negociable. Se puede articular de diversas formas. Se puede debatir el procedimiento para la convivencia dentro del Estado común. Pero no se puede tolerar el odio y las agresiones a los españoles que viven en Cataluña y a la propia sensibilidad de los que hemos contemplado, entre indignados y atónitos, cómo los energúmenos se apoderaban de las calles en Cataluña.

 

Por cierto, menos mal que la patronal catalana ha descubierto cómo la evolución del proceso perjudica la imagen y la marca Barcelona. Menos mal que han descubierto que la violencia es noticia en las páginas de los sucesos, contrarias a las páginas salmón de los diarios económicos de Europa. Y es que lo mismo que destinos como Egipto, Paquistán, Golfo Pérsico, etc, no son recomendables, y nos benefició en la elección de los turistas, ahora estamos pasando por una situación que hasta los más ingenuos o tramposos no pueden soportar. Cataluña ha dejado de ser un lugar seguro para quienes desean hacer negocios o simplemente visitar sus ciudades.

 

Es necesario exigir firmeza en nombre de la libertad. Es imprescindible devolver la Ley a Cataluña. No se puede optar por hacer uso de tal situación pensando en réditos electorales. Creo que, además de miserable, es un gravísimo error que lo pagaremos todos.

 

A Torra nadie lo puede bajar del tigre al que se ha subido. Sólo si la situación le supera por otros más bárbaros, ya que las revoluciones se tragan a sus primeros hijos. Pero alguien con autoridad, sin complejos, en nombre de los derechos de todos los españoles, debe quitarle de inmediato sus facultades como representante legal del Estado en Cataluña ¡Resulta insólito!

  

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