Hood Robin
Robin Hood es el héroe por antonomasia, quien robaba para erigirse en el defensor de pobres y oprimidos que recibió el título de 'Príncipe de los Ladrones', de los buenos ladrones, cuyo patrón es Dimas el crucificado.
Hemos conocido hace unos días la sentencia por el mayor caso de corrupción habido en España, cuya magnitud en cuanto a dinero robado se refiere hace palidecer a otros casos por todos conocidos; la corrupción debe ser arrancada de raíz, eliminada, extirpada, sin tener en cuenta ni el nombre ni la posición política del delincuente de cuello blanco y corbata, coche oficial y moqueta, quienes deben ser condenados a penas ejemplares siendo condición sine qua non la recuperación del dinero expoliado.
La corrupción de integrantes de la clase política, quienes debieran ser ejemplo de rectitud y espejo en el que reflejarnos, descompone todo lo que toca ya que conlleva la putrefacción de la vida pública y conduce al hastío de la sociedad que deposita en ellos su confianza y con sus impuestos paga sus generosos sueldos. Mano dura, cuanto más dura, mejor.
Este caso de los ERE, resulta aún más vergonzoso e hiriente que otros; apropiarse del dinero destinado a gente en desempleo, a cursos de formación, para dilapidarlo en suntuosos banquetes, consumo de ciertas sustancias y en clubes de alterne, supone una afrenta, una burla y un insulto a todos; para más inri, alguno de los condenados en boca de familiares se jactaba de tener dinero, billetes, para asar una vaca. No cabe más perversión.
Estos amigos de lo ajeno, el dinero público no les pertenece, apoderándose del dinero destinado a los más necesitados, se han ganado el apodo no de Robin Hood, sino de Hood Robin.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Robin Hood es el héroe por antonomasia, quien robaba para erigirse en el defensor de pobres y oprimidos que recibió el título de 'Príncipe de los Ladrones', de los buenos ladrones, cuyo patrón es Dimas el crucificado.
Hemos conocido hace unos días la sentencia por el mayor caso de corrupción habido en España, cuya magnitud en cuanto a dinero robado se refiere hace palidecer a otros casos por todos conocidos; la corrupción debe ser arrancada de raíz, eliminada, extirpada, sin tener en cuenta ni el nombre ni la posición política del delincuente de cuello blanco y corbata, coche oficial y moqueta, quienes deben ser condenados a penas ejemplares siendo condición sine qua non la recuperación del dinero expoliado.
La corrupción de integrantes de la clase política, quienes debieran ser ejemplo de rectitud y espejo en el que reflejarnos, descompone todo lo que toca ya que conlleva la putrefacción de la vida pública y conduce al hastío de la sociedad que deposita en ellos su confianza y con sus impuestos paga sus generosos sueldos. Mano dura, cuanto más dura, mejor.
Este caso de los ERE, resulta aún más vergonzoso e hiriente que otros; apropiarse del dinero destinado a gente en desempleo, a cursos de formación, para dilapidarlo en suntuosos banquetes, consumo de ciertas sustancias y en clubes de alterne, supone una afrenta, una burla y un insulto a todos; para más inri, alguno de los condenados en boca de familiares se jactaba de tener dinero, billetes, para asar una vaca. No cabe más perversión.
Estos amigos de lo ajeno, el dinero público no les pertenece, apoderándose del dinero destinado a los más necesitados, se han ganado el apodo no de Robin Hood, sino de Hood Robin.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria