Invocar una mayoría pro-aborto en la sociedad "no es una democracia, sino una pesadilla"
María San Gil compara el terrorismo con el aborto y denuncia la "violencia atroz" con que se "eliminan vidas"
María San Gil, ex presidenta del PP vasco, compara el aborto con el terrorismo y la esclavitud en el prólogo del libro “Aborto Cero” (Ed. Stella Maris), que sale hoy a la venta y del que es coautora junto a otros 22 especialistas. Entre ellos, varios ex dirigentes del PP, el magistrado José Luis Requero y profesionales de diversas disciplinas.
"La esencia del terrorismo consiste, precisamente, en negar al «otro» el derecho a la vida. Para el terrorista, para el ideólogo del terrorismo, el asesinato se justifica en la existencia de un «otro» que hostiga nuestra humanidad verdadera", dice San Gil.
Por ello, "los llamados «procesos de paz» o de negociación con bandas terroristas no son injustos sólo por las concesiones que puedan hacerse a estos enemigos de la libertad, concesiones que legitimarían todos sus asesinatos, torturas y secuestros, sino, fundamentalmente, porque se asume la pavorosa lógica terrorista, según la cual las víctimas no son seres humanos y, por ello, su derecho a la vida se configura de una manera distinta y tiene sus propios límites."
En este contexto, apunta que no se puede invocar una mayoría favorable al aborto para defender la vigencia de la legislación actual: "Una mayoría invocada para limitar el derecho a la vida, precisamente el de los seres humanos en su estado de mayor vulnerabilidad e indefensión, no es una democracia sino una pesadilla. Cualquier cosa es posible, a partir de entonces".
La ex presidenta del PP vasco dice que el cambio de legislación sobre el aborto no se debe tanto a los políticos, como a la movilización de los ciudadanos: "La oposición a la ley del aborto ejercida por ciudadanos alertas y generosos, conectados entre sí a través de Internet y de las redes sociales, ha evitado que nuestros representantes cerraran en falso el debate, como ya ocurrió hace treinta años”.
Y ello porque el hecho de que "se eliminen con una violencia atroz, en silencio, aproximadamente 115.000 vidas humanas cada año en los establecimientos de la industria abortista en España, admitámoslo, no es un problema para la deuda soberana española, no preocupa a la Troika comunitaria, no impacta en la reputación de la «marca España», no provoca una huelga general ni hace que el presidente del Gobierno se desvíe un ápice del rumbo de su política económica”.
San Gil insiste en que "la sociedad, los ciudadanos, han comprendido mucho antes que sus políticos que «los otros» no son distintos de «nosotros» y toda ley que limita el derecho a la vida reduce también la condición de ser humano y mantiene a nuestras democracias en un estado de infancia de los derechos. La experiencia de un cambio cultural a favor de la protección de la vida humana y del apoyo a las mujeres que quieren ser madres en libertad y con autonomía para criar a sus hijos es el tema de este libro. Ese cambio está en marcha y va por delante de la mentalidad dominante entre los políticos."
JOSÉ IGNACIO MUNILLA
Por su parte, Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, que firma otro de los textos del libro “Aborto Cero”, explica en su trabajo que “no estamos ante un valor exclusivamente religioso, sino ante un valor básico para la convivencia, que forma parte del suelo ético común y compartido, necesario para construir una sociedad justa”.
Munilla explica que el principio moral de la inviolabilidad de la vida no es exclusivo de los creyentes, porque “incluso quienes no creen en el Dios autor de la vida, no pueden por menos de reconocer que ninguno de nosotros hemos elegido la vida, sino que simplemente nos ha sido «dada». Paradójicamente, aquellos que hoy reivindican el supuesto derecho a abortar, ¡nacieron! Si sus madres hubiesen abortado, ellos ahora ni tan siquiera podrían hacer oír su voz”.
Por ello, monseñor Munilla defiende en Aborto Cero que “no estamos ante un valor exclusivamente religioso, sino ante un valor básico para la convivencia, que forma parte del suelo ético común y compartido, necesario para construir una sociedad justa”. Así, “la razón humana tiene la capacidad de reconocer las exigencias morales que dimanan de la ley natural. Pero constatamos que estamos inmersos en una crisis tan aguda del pensamiento filosófico, ético y antropológico —en buena medida por influjo de la ideología de género, aunque no exclusivamente—, que bien podríamos decir que Occidente padece un eclipse de la razón”.
El obispo de San Sebastián asegura sin tapujos que “una sociedad que reivindica el aborto y la eutanasia como parte de los derechos humanos, está encaminada a un proceso de suicidio espiritual, además de corporal.
En esta línea, relata que existen los llamados “pecados de época”, hacia los cuales hay una ceguera colectiva muy extendida, “como es el caso de aborto en la actualidad”: Por ejemplo: en el siglo XVIII, en pleno Romanticismo, “en Europa estaba socialmente asumida una concepción absurda de la dignidad y del honor, que aprobaba que los seres humanos se batiesen en duelo, matándose unos a otros por defender su honra. En nuestros días, afortunadamente, la sociedad juzga que ese era un comportamiento irracional e inadmisible. Confiamos en que llegado el siglo XXII, las próximas generaciones se sientan escandalizadas al conocer cómo en el siglo XX y XXI, en plena revolución tecnológica, los niños concebidos y no nacidos eran sacrificados”.
María San Gil, ex presidenta del PP vasco, compara el aborto con el terrorismo y la esclavitud en el prólogo del libro “Aborto Cero” (Ed. Stella Maris), que sale hoy a la venta y del que es coautora junto a otros 22 especialistas. Entre ellos, varios ex dirigentes del PP, el magistrado José Luis Requero y profesionales de diversas disciplinas.
"La esencia del terrorismo consiste, precisamente, en negar al «otro» el derecho a la vida. Para el terrorista, para el ideólogo del terrorismo, el asesinato se justifica en la existencia de un «otro» que hostiga nuestra humanidad verdadera", dice San Gil.
Por ello, "los llamados «procesos de paz» o de negociación con bandas terroristas no son injustos sólo por las concesiones que puedan hacerse a estos enemigos de la libertad, concesiones que legitimarían todos sus asesinatos, torturas y secuestros, sino, fundamentalmente, porque se asume la pavorosa lógica terrorista, según la cual las víctimas no son seres humanos y, por ello, su derecho a la vida se configura de una manera distinta y tiene sus propios límites."
En este contexto, apunta que no se puede invocar una mayoría favorable al aborto para defender la vigencia de la legislación actual: "Una mayoría invocada para limitar el derecho a la vida, precisamente el de los seres humanos en su estado de mayor vulnerabilidad e indefensión, no es una democracia sino una pesadilla. Cualquier cosa es posible, a partir de entonces".
La ex presidenta del PP vasco dice que el cambio de legislación sobre el aborto no se debe tanto a los políticos, como a la movilización de los ciudadanos: "La oposición a la ley del aborto ejercida por ciudadanos alertas y generosos, conectados entre sí a través de Internet y de las redes sociales, ha evitado que nuestros representantes cerraran en falso el debate, como ya ocurrió hace treinta años”.
Y ello porque el hecho de que "se eliminen con una violencia atroz, en silencio, aproximadamente 115.000 vidas humanas cada año en los establecimientos de la industria abortista en España, admitámoslo, no es un problema para la deuda soberana española, no preocupa a la Troika comunitaria, no impacta en la reputación de la «marca España», no provoca una huelga general ni hace que el presidente del Gobierno se desvíe un ápice del rumbo de su política económica”.
San Gil insiste en que "la sociedad, los ciudadanos, han comprendido mucho antes que sus políticos que «los otros» no son distintos de «nosotros» y toda ley que limita el derecho a la vida reduce también la condición de ser humano y mantiene a nuestras democracias en un estado de infancia de los derechos. La experiencia de un cambio cultural a favor de la protección de la vida humana y del apoyo a las mujeres que quieren ser madres en libertad y con autonomía para criar a sus hijos es el tema de este libro. Ese cambio está en marcha y va por delante de la mentalidad dominante entre los políticos."
JOSÉ IGNACIO MUNILLA
Por su parte, Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, que firma otro de los textos del libro “Aborto Cero”, explica en su trabajo que “no estamos ante un valor exclusivamente religioso, sino ante un valor básico para la convivencia, que forma parte del suelo ético común y compartido, necesario para construir una sociedad justa”.
Munilla explica que el principio moral de la inviolabilidad de la vida no es exclusivo de los creyentes, porque “incluso quienes no creen en el Dios autor de la vida, no pueden por menos de reconocer que ninguno de nosotros hemos elegido la vida, sino que simplemente nos ha sido «dada». Paradójicamente, aquellos que hoy reivindican el supuesto derecho a abortar, ¡nacieron! Si sus madres hubiesen abortado, ellos ahora ni tan siquiera podrían hacer oír su voz”.
Por ello, monseñor Munilla defiende en Aborto Cero que “no estamos ante un valor exclusivamente religioso, sino ante un valor básico para la convivencia, que forma parte del suelo ético común y compartido, necesario para construir una sociedad justa”. Así, “la razón humana tiene la capacidad de reconocer las exigencias morales que dimanan de la ley natural. Pero constatamos que estamos inmersos en una crisis tan aguda del pensamiento filosófico, ético y antropológico —en buena medida por influjo de la ideología de género, aunque no exclusivamente—, que bien podríamos decir que Occidente padece un eclipse de la razón”.
El obispo de San Sebastián asegura sin tapujos que “una sociedad que reivindica el aborto y la eutanasia como parte de los derechos humanos, está encaminada a un proceso de suicidio espiritual, además de corporal.
En esta línea, relata que existen los llamados “pecados de época”, hacia los cuales hay una ceguera colectiva muy extendida, “como es el caso de aborto en la actualidad”: Por ejemplo: en el siglo XVIII, en pleno Romanticismo, “en Europa estaba socialmente asumida una concepción absurda de la dignidad y del honor, que aprobaba que los seres humanos se batiesen en duelo, matándose unos a otros por defender su honra. En nuestros días, afortunadamente, la sociedad juzga que ese era un comportamiento irracional e inadmisible. Confiamos en que llegado el siglo XXII, las próximas generaciones se sientan escandalizadas al conocer cómo en el siglo XX y XXI, en plena revolución tecnológica, los niños concebidos y no nacidos eran sacrificados”.