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Jueves, 08 de Mayo de 2014 Tiempo de lectura:
Hey kids, we're back

La creciente independencia energética de Estados Unidos, elemento clave en el marco estratégico mundial

[Img #4258]La nueva arma diplomática de Estados Unidos se encuentra atrapada entre rocas a más de un kilómetro bajo tierra. Se trata del gas y petróleo de esquisto, que se obtiene a través de una controvertida técnica llamada fracturación hidráulica o “fracking” y que está demostrando tener el potencial necesario para ayudar al país a conseguir su anhelada independencia energética.

 

Los cambios económicos que plantea esta nueva abundancia de recursos -así como los considerables riesgos ambientales- han sido ampliamente descritos. Según la Casa Blanca, la producción nacional de petróleo alcanzó en 2012 su nivel más alto en 15 años, la de gas natural llegó a su récord histórico y la dependencia de petróleo extranjero llegó a su punto más bajo en dos décadas.

 

Lo que ha sido menos comentado es lo que acompaña ese nuevo panorama: al recurrir menos a fuentes externas para suplir sus necesidades energéticas, Washington puede afrontar desde una perspectiva distinta los conflictos internacionales en los que hay un claro componente energético.

 

Es lo que el diario “The New York Times” denominó como  "la nueva era de la diplomacia energética estadounidense". Este nuevo escenario se ha manifestado con la actual crisis con Rusia y Ucrania, aunque también según algunos analistas en su actitud frente a Venezuela.

 

El responsable norteamericano de estas cuestiones es Carlos Pascual, un cubano-stadounidense que fue embajador en México y Ucrania y que actualmente es responsable de la Oficina de Recursos Energéticos del Departamento de Estado. Esta oficina fue creada por la exsecretaria Hillary Clinton en 2011 para diseñar el papel que la energía habría de jugar en la política exterior USA, un asunto que ha cobrado relevancia en la crisis en Europa por su dependencia del petróleo y el gas de Rusia.

 

[Img #4259]Reducir ese vínculo y diversificar las fuentes de suministrio es uno de los objetivos expresos de Washington y fue uno de los motivos por los que el presidente Barack Obama estuvo el mes pasado en Bruselas. Obama habló de la "bendición" de los nuevos recursos en su país y recibió una petición de la Unión Europea para que permita mayores exportaciones del gas natural estadounidense.

 

Sin embargo, aunque Estados Unidos ha sobrepasado ya a Rusia como el principal productor de gas del mundo, todavía no exporta grandes cantidades de este hidrocarburo. El Departamento de Energía ha comenzado  establecer los permisos para que compañías estadounidenses puedan exportar a partir de 2015 y ya ha aprobado al menos seis peticiones.

 

El tema ha generado controversia y fue criticado por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, quien dijo que el "proceso de aprobación, terriblemente lento, equivale a una prohibición de facto de las exportaciones de gas natural, que Vladimir Putin ha explotado felizmente para financiar sus metas geopolíticas".

 

Pero el gobierno ya considera que su boom está teniendo un impacto en Europa a través del gas disponible en el mercado. Según ha explicado Amos Hochstein, subsecretario asistente para la diplomacia energética en el Departamento de Estado, a la BBC, el hecho de que Estados Unidos esté importando mucho menos permite que el gas que antes recibía se redirija a otros destinos.  Esa situación "ha llevado más gas alternativo, no ruso, a Europa", dice. En marzo, Carlos Pascual calculó que los esfuerzos de su equipo habían ayudado a que Ucrania redujera de 90% a 60% su dependencia del gas de Moscú.

 

Otra arista de la diplomacia energética consiste en ayudar a países como Ucrania en temas de suministro e infraestructura. En este sentido, Estados Unidos estaría trabajando para que Ucrania "tenga un sector energético más transparente y orientado al mercado". En este sentido, el vicepresidente Joe Biden ha anun ciado recientemente en Kiev que un equipo técnico está en la región para asegurar el suministro de gas. La visita que no sentó nada bien en Moscú, que rechazó la "arrolladora influencia" de Estados Unidos en Ucrania. Washington pretende, además, que Kiev importe gas natural de países como Polonia y Hungría, y desarrolle una ruta por Eslovaquia.

 

Nota: Más información sobre este tema, en este análisis especial de "The Economist"

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