Mientras miles de españoles mueren infectados por el coronavirus, al mismo tiempo que los hospitales estallan atestados de enfermos, mayoritariamente ancianos, y cuando millones de hombres y de mujeres simplemente decentes apenas duermen pensando en cómo afrontarán las próximas semanas sin apenas recursos económicos, el Gobierno sociocomunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias les recuerda que serán multados si no pagan sus impuestos; cuando el sistema de sanidad público español hace aguas (a pesar del esfuerzo ímprobo y continuado del personal médico), por la inoperancia, la irresponsabilidad, la ineficacia y el fanatismo del Ejecutivo del PSOE-Podemos, la Administración advierte a los ciudadanos de cuándo han de pagar, sin falta, sus tributos; el Presidente más inútil y cínico de la reciente democracia española, junto a sus ministros no menos miserables, alentaron una manifestación masiva de extrema-izquierda y fueron presuntamente cómplices de que miles de personas se contagiaran de una grave enfermedad que ellos entonces ya sabían que era una peligrosa epidemia, pero ahora callan para todo, excepto para exigir su dinero a los mismos hombres y mujeres a los que pusieron en peligro; Sánchez e Iglesias, que ilegalmente han suspendido la actividad del Congreso, que han adulterado la Abogacía del Estado hasta el ridículo, que amenzan con la cárcel a determinados periodistas y que han convertido a la Fiscalía en un guiñapo a su servicio, exigen, eso sí, el cumplimiento de las obligaciones impositivas a los millones de españoles que, enclaustrados en sus hogares, tiemblan por el futuro de sus hijos y el bienestar de sus mayores; el Gobierno extremista y legal, pero ilegítimo, de Sánchez e Iglesias, formado por radicales pancartistas ignorantes y fanáticos, apoyado por todo tipo de chusma extremista, golpista y filoterrorista, no duda en blindar legalmente futuras medidas de gracias para sus secuaces, pero amenaza con graves correctivos a los trabajadores y a los empresarios que luchan día a día por sobrevivir si no alimentan con sus impuestos los caprichos del monstruo totalitario y comunista que están haciendo crecer. Dice el diccionario de la Real Academia España de la Lengua que un sinvergüenza es, en su primera acepción, un “pícaro o bribón”, y, en su segunda acepción, una persona “que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades”. Pues, efectivamente, tenemos un Gobierno sin vergüenza y repleto de sinvergüenzas que nos está arrastrando a las cotas más altas de la miseria, la ignominia y la sinrazón.