Uno de los efectos colaterales del tristemente famoso Covid-19 es el sempiterno enfrentamiento entre países del sur con países del norte de nuestro viejo continente.

Aducen los norteños que los sureños despilfarramos, somos unos manirrotos a quienes el dinero nos quema en el bolsillo y preferimos ser cigarra antes que hormiga. ¿Tienen razón?, ¿algo de razón?, ¿se equivocan?; es obvio que las naciones septentrionales y las meridionales presentan diferencias a grandes rasgos. 

Alemania, los Países Bajos, Austria, entre otros, tienen una tradición protestante, mayoritariamente luterana y calvinista a quienes conocemos con el sobrenombre de <<puritanos>> siendo su visión y concepto de la vida, la educación y el trabajo más ortodoxa, dogmática, severa y previsora que la de las naciones católicas del sur como España e Italia que según ellos van a su aire, viven más el presente y si vienen mal dadas piensan que siempre habrá alguien para rescatarlas del abismo en el que han caído mientras como dice una canción tararean... en el sur se vive mejor... 

El alcohólico, el drogodependiente, el ludópata por poner tres ejemplos, rechazan a menudo que padezcan un problema. Arguyen que se les tiene manía, que nadie les entiende y aluden que los demás actúan de mala fe respecto a ellos. ¿Puede ser que tanto el país en forma de bota como el de la piel de toro nieguen esa percepción que se tiene de ellos aunque en su fuero interno, sottovoce lo reconozcan?. 

Leí no sé dónde que un alemán cuando sale por la mañana y ve que el cielo está azul, raso, pero que en lontananza se vislumbra una nubecilla, lleva consigo el paraguas para cuando al atardecer regrese a casa, por si acaso... 

¿Deberíamos hacer un examen de conciencia?. Se dice que ella es a la vez testigo, fiscal y juez. Ahí lo dejo. 

Francisco Javier Sáenz Martínez 

FJS. 

Lasarte-Oria