Año bisiesto, "annus horribilis"
Recuerdo a mi madre cuando cada vez que llegaba un año bisiesto me comentaba: "Javierito, el año bisiesto promete mucho y no da nada bueno, con el bisiesto pocos huevos en el cesto". La buena mujer hubiese acertado este año.
Todo es susceptible de empeorar, pero, a decir verdad, 2020 nos está dejando en situación de siniestro total, todo hecho unos zorros, ejerciendo como un bisiesto acorde al refranero; los miles y miles de fallecidos, el inmenso dolor que está generando, el cataclismo económico que se avecina, es algo que en nuestro primer mundo pensábamos que jamás sucedería, ya que llevados por nuestra ingenuidad nos creíamos inmunizados contra todo mal. El mundo entero ha doblado la rodilla ante el ataque de tan sañudo e invisible enemigo que nos ha herido cual zarpa de fiera.
Acabamos de enterarnos que la Semana Grande donostiarra, al igual que las fiestas de otros municipios, han sido suspendidas siguiendo la estela de otras ciudades que se han visto forzadas a tomar la misma amarga decisión. De momento, es la guinda al pastel que no por esperado ha generado menos tristeza.
No es año de ferias ni festejos; las fiestas, sinónimo de alegría, diversión y riqueza en su más amplia expresión, van a tener que esperar al menos un año para regresar con su tradicional jolgorio; nos toca trabajar, aunque muchos van a perder la fuente de su sustento. La clase política al alimón con el mundo empresarial, grandes empresas, pymes y autónomos, debe converger y no divergir para superar esta prueba digna de los trabajos de Hércules de forma que lo antes posible volvamos a recuperar y si es posible superar todo lo perdido pero sin beneficiar a unos en detrimento de otros. Qué reto tan apasionante.
¿Qué ánimo festivo va a tener el llamado comercio de proximidad, comercio local, la "auzoko denda" de toda la vida si ni tan siquiera les permiten rebajar sus precios de venta al público para aligerar existencias y lograr liquidez? ¿Quién va a ser el valiente que les pida contribuyan para celebrar unas hipotéticas fiestas patronales o cualquier evento del municipio? ¿Qué diferencia hay entre estar en la cola esperando acceder al supermercado entrando cuando alguien salga, respetando el aforo permitido y hacerlo en una tienda de ropa, calzado o complementos?. Mí no entender (sic). ¿Dónde estriba el problema? ¿Quiénes son los grandes beneficiados de poder ofrecer rebajas solo "on line"? ¿Dónde queda la defensa de todos esos comerciantes? Algo no cuadra entre lo que se dice y lo que se pretende hacer.
Pongamos todos los medios para impedir que lleguemos a fin de año de espaldas, cuesta abajo y sin frenos, ya que de lo contrario la cuesta de enero de 2021 va a durar doce meses y eso que no será bisiesto.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Recuerdo a mi madre cuando cada vez que llegaba un año bisiesto me comentaba: "Javierito, el año bisiesto promete mucho y no da nada bueno, con el bisiesto pocos huevos en el cesto". La buena mujer hubiese acertado este año.
Todo es susceptible de empeorar, pero, a decir verdad, 2020 nos está dejando en situación de siniestro total, todo hecho unos zorros, ejerciendo como un bisiesto acorde al refranero; los miles y miles de fallecidos, el inmenso dolor que está generando, el cataclismo económico que se avecina, es algo que en nuestro primer mundo pensábamos que jamás sucedería, ya que llevados por nuestra ingenuidad nos creíamos inmunizados contra todo mal. El mundo entero ha doblado la rodilla ante el ataque de tan sañudo e invisible enemigo que nos ha herido cual zarpa de fiera.
Acabamos de enterarnos que la Semana Grande donostiarra, al igual que las fiestas de otros municipios, han sido suspendidas siguiendo la estela de otras ciudades que se han visto forzadas a tomar la misma amarga decisión. De momento, es la guinda al pastel que no por esperado ha generado menos tristeza.
No es año de ferias ni festejos; las fiestas, sinónimo de alegría, diversión y riqueza en su más amplia expresión, van a tener que esperar al menos un año para regresar con su tradicional jolgorio; nos toca trabajar, aunque muchos van a perder la fuente de su sustento. La clase política al alimón con el mundo empresarial, grandes empresas, pymes y autónomos, debe converger y no divergir para superar esta prueba digna de los trabajos de Hércules de forma que lo antes posible volvamos a recuperar y si es posible superar todo lo perdido pero sin beneficiar a unos en detrimento de otros. Qué reto tan apasionante.
¿Qué ánimo festivo va a tener el llamado comercio de proximidad, comercio local, la "auzoko denda" de toda la vida si ni tan siquiera les permiten rebajar sus precios de venta al público para aligerar existencias y lograr liquidez? ¿Quién va a ser el valiente que les pida contribuyan para celebrar unas hipotéticas fiestas patronales o cualquier evento del municipio? ¿Qué diferencia hay entre estar en la cola esperando acceder al supermercado entrando cuando alguien salga, respetando el aforo permitido y hacerlo en una tienda de ropa, calzado o complementos?. Mí no entender (sic). ¿Dónde estriba el problema? ¿Quiénes son los grandes beneficiados de poder ofrecer rebajas solo "on line"? ¿Dónde queda la defensa de todos esos comerciantes? Algo no cuadra entre lo que se dice y lo que se pretende hacer.
Pongamos todos los medios para impedir que lleguemos a fin de año de espaldas, cuesta abajo y sin frenos, ya que de lo contrario la cuesta de enero de 2021 va a durar doce meses y eso que no será bisiesto.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria