Entre trileros y bananeros: libéranos domine
Lo han conseguido. Siguen instalados en ese confinamiento de las libertades que les permite hacer lo que les viene en gana. Sánchez y Adriana son primera línea. Iglesias y las Montero, ideología, agitación, propaganda y charlatanería. ¡Ah, se me olvidaba!, como siempre, hay un panoli que en caso de refriega será blanco de todas las culpas. Me refiero al hombre del flequillo. Al filósofo catalán que recuerda a Ernest Lluch, pero en pánfilo, responsable de la Sanidad, auxiliado por el cooperante de voz disfónica siempre dispuesto a poner su epidemiología al servicio del régimen.
Ayer, miércoles de paciencia. El ínclito aferrado al sillón de la Moncloa hizo un discurso con el que trató de explicar lo inexplicable. ¡Qué bien lo hemos hecho, señores/as! Se estaba refiriendo a cómo la España del 8-M había sobrevivido a la pandemia, dejando algunas que otras cifras de éxitus que, en cualquier guerra son daños colaterales previstos por el estado mayor de la operación salvemos al soldado Ryan.
Pero su verborrea ya no convence. Cada día son menos los conversos. De ahí que sus procónsules deban hacer virguerías para mantener prietas las filas de señorías apretando el botón del sí. Y aquí llegó el esperpento de Valle Inclán. Se descubrió al final de la opereta que había un pacto con la damisela que representa a Bildu. Sí, con los primos de quienes se dedican otra vez a iniciar la "kale borroka". Incluso hay quien nos asegura que la pintura sobre la vivienda de Idoia puede darle más votos a los socialistas vascos, que no le hacen ascos a un Gobierno en Lakua, gracias a un "progresista y alegre por combativo" acuerdo PSE-Podemos-Bildu. ¿Se imaginan lo que estarán pensando los caballeros del PNV que votaron a favor de la quinta prórroga?.
No quiero imaginar pensamientos, palabras y escritos de aquellos socialistas de mi tiempo político. Jáuregui, Guerra, Felipe, Bono, Leguina, Ibarra. Deben estar fumando en pipa. Y es que para cualquier hijo de vecino que haya ido a la escuela, no hay forma de entender la situación. Tenemos homilía, los sábado, y sínodo los domingos; concilio los martes; debates teológicos los miércoles y una hoja parroquial -BOE- necesitada de escribas y fariseos que interpreten la letra y la música de los salmos, pero a riesgo siempre de rectificaciones sobre la marcha.
Y llega la hora de sumar. ¡Vale todo para mantener el orden establecido!. Puerros, espárragos, coliflores, acelgas y apio. El objetivo siempre consiste en que Don Marlaska siga tranquilo, Doña Díaz, haciendo que paga los Ertes; Don Ávalos, balbuceante ante las preguntas de tanto indocumentado que no sabe interpretar los designios que emanan del Olimpo Monclovita.
Y el sabio pueblo español, cada día más harto de estar harto, pero Iglesias ha sacado a las calles sus mesnadas, pues no puede consentir que esos lugares propiedad de los parias y descamisados sean espacio para las manifestaciones de otros no alineados a los que ya han estigmatizado como pijos derechosos y fascistoides. Lo malo es que las gentes que no han podido abrir su pequeño negocio, taller, bar, comercio, pequeña empresa familiar siguen sumidos entre el cartero que les trae multas y apremios, mientras las promesas del reverendo Presidente no llegan más allá de las promesas en los medios de comunicación debidamente untados para ser botafumeiros para el régimen. Y estos ciudadanos que suelen oscilar con su voto, están cada día más encabronados.
Pero nos tienen entretenidos con las mascarillas. Colores, tejidos, tiempo de caducidad, vigilancia sobre el particular. Curioso el momento que han elegido para la orden. ¿Pero no estamos en la fase final?. Lógico habría sido poner tal disposición al comienzo de la escalada, ahora sólo sirve de incordio y alas para los horteras que sacarán modelos de triquini. Bañador, mascarilla y gorra, haciendo juego. Menos mal que los alcaldes de municipios costeros, pequeños en población y ricos en arenales, se han negado a ejercer de acomodadores en las playas muy poco concurridas del Cantábrico galaico. Y es que a estas alturas de la película, deberían establecer un premio para " la parida" más genial.
Soy de los españoles que estoy esperando alguna resolución judicial contra tales desmanes del Ejecutivo. Alguna resolución a las demandas de los sanitarios puestos en grave riesgo por falta de material de protección con arreglo a lo dispuesto de las normas de salud laboral. Alguna resolución condenando a los responsables subsidiarios de las muertes en residencias y hospitales. Alguna resolución que ponga fuera de juego para siempre a quienes organizaron el 8-M o lo permitieron, sabiendo que había pandemia.
Me gustaría que los madrileños pidieran el Premio Príncipe de Asturias para los que hicieron posible IFEMA-Hospital. Me gustaría saber si le sale gratis y con seguridad pública, la conducta chulesca de resistencia y desobediencia al ínclito todavía vicepresidente Iglesias, cuando se pasó por el arco del triunfo venezolano la cuarentena.
Estamos malditos. España siempre tuvo el mismo problema. En los momentos más complicados de su historia, tuvo y tiene a los mequetrefes, badulaques y mentecatos al frente de las instituciones que deben cuidarnos, atendernos y garantizarnos los derechos fundamentales y sociales. ¡Maldita sea! ¿Qué hemos hecho para merecer tal castigo?. Y lo peor. Son los únicos españoles que tienen seguridad de cobrar a final de mes.
Lo han conseguido. Siguen instalados en ese confinamiento de las libertades que les permite hacer lo que les viene en gana. Sánchez y Adriana son primera línea. Iglesias y las Montero, ideología, agitación, propaganda y charlatanería. ¡Ah, se me olvidaba!, como siempre, hay un panoli que en caso de refriega será blanco de todas las culpas. Me refiero al hombre del flequillo. Al filósofo catalán que recuerda a Ernest Lluch, pero en pánfilo, responsable de la Sanidad, auxiliado por el cooperante de voz disfónica siempre dispuesto a poner su epidemiología al servicio del régimen.
Ayer, miércoles de paciencia. El ínclito aferrado al sillón de la Moncloa hizo un discurso con el que trató de explicar lo inexplicable. ¡Qué bien lo hemos hecho, señores/as! Se estaba refiriendo a cómo la España del 8-M había sobrevivido a la pandemia, dejando algunas que otras cifras de éxitus que, en cualquier guerra son daños colaterales previstos por el estado mayor de la operación salvemos al soldado Ryan.
Pero su verborrea ya no convence. Cada día son menos los conversos. De ahí que sus procónsules deban hacer virguerías para mantener prietas las filas de señorías apretando el botón del sí. Y aquí llegó el esperpento de Valle Inclán. Se descubrió al final de la opereta que había un pacto con la damisela que representa a Bildu. Sí, con los primos de quienes se dedican otra vez a iniciar la "kale borroka". Incluso hay quien nos asegura que la pintura sobre la vivienda de Idoia puede darle más votos a los socialistas vascos, que no le hacen ascos a un Gobierno en Lakua, gracias a un "progresista y alegre por combativo" acuerdo PSE-Podemos-Bildu. ¿Se imaginan lo que estarán pensando los caballeros del PNV que votaron a favor de la quinta prórroga?.
No quiero imaginar pensamientos, palabras y escritos de aquellos socialistas de mi tiempo político. Jáuregui, Guerra, Felipe, Bono, Leguina, Ibarra. Deben estar fumando en pipa. Y es que para cualquier hijo de vecino que haya ido a la escuela, no hay forma de entender la situación. Tenemos homilía, los sábado, y sínodo los domingos; concilio los martes; debates teológicos los miércoles y una hoja parroquial -BOE- necesitada de escribas y fariseos que interpreten la letra y la música de los salmos, pero a riesgo siempre de rectificaciones sobre la marcha.
Y llega la hora de sumar. ¡Vale todo para mantener el orden establecido!. Puerros, espárragos, coliflores, acelgas y apio. El objetivo siempre consiste en que Don Marlaska siga tranquilo, Doña Díaz, haciendo que paga los Ertes; Don Ávalos, balbuceante ante las preguntas de tanto indocumentado que no sabe interpretar los designios que emanan del Olimpo Monclovita.
Y el sabio pueblo español, cada día más harto de estar harto, pero Iglesias ha sacado a las calles sus mesnadas, pues no puede consentir que esos lugares propiedad de los parias y descamisados sean espacio para las manifestaciones de otros no alineados a los que ya han estigmatizado como pijos derechosos y fascistoides. Lo malo es que las gentes que no han podido abrir su pequeño negocio, taller, bar, comercio, pequeña empresa familiar siguen sumidos entre el cartero que les trae multas y apremios, mientras las promesas del reverendo Presidente no llegan más allá de las promesas en los medios de comunicación debidamente untados para ser botafumeiros para el régimen. Y estos ciudadanos que suelen oscilar con su voto, están cada día más encabronados.
Pero nos tienen entretenidos con las mascarillas. Colores, tejidos, tiempo de caducidad, vigilancia sobre el particular. Curioso el momento que han elegido para la orden. ¿Pero no estamos en la fase final?. Lógico habría sido poner tal disposición al comienzo de la escalada, ahora sólo sirve de incordio y alas para los horteras que sacarán modelos de triquini. Bañador, mascarilla y gorra, haciendo juego. Menos mal que los alcaldes de municipios costeros, pequeños en población y ricos en arenales, se han negado a ejercer de acomodadores en las playas muy poco concurridas del Cantábrico galaico. Y es que a estas alturas de la película, deberían establecer un premio para " la parida" más genial.
Soy de los españoles que estoy esperando alguna resolución judicial contra tales desmanes del Ejecutivo. Alguna resolución a las demandas de los sanitarios puestos en grave riesgo por falta de material de protección con arreglo a lo dispuesto de las normas de salud laboral. Alguna resolución condenando a los responsables subsidiarios de las muertes en residencias y hospitales. Alguna resolución que ponga fuera de juego para siempre a quienes organizaron el 8-M o lo permitieron, sabiendo que había pandemia.
Me gustaría que los madrileños pidieran el Premio Príncipe de Asturias para los que hicieron posible IFEMA-Hospital. Me gustaría saber si le sale gratis y con seguridad pública, la conducta chulesca de resistencia y desobediencia al ínclito todavía vicepresidente Iglesias, cuando se pasó por el arco del triunfo venezolano la cuarentena.
Estamos malditos. España siempre tuvo el mismo problema. En los momentos más complicados de su historia, tuvo y tiene a los mequetrefes, badulaques y mentecatos al frente de las instituciones que deben cuidarnos, atendernos y garantizarnos los derechos fundamentales y sociales. ¡Maldita sea! ¿Qué hemos hecho para merecer tal castigo?. Y lo peor. Son los únicos españoles que tienen seguridad de cobrar a final de mes.