Despierta España
Al concluir la Guerra Fría, el marxismo como forma de vida había sido derrotado. Comenzó entonces una transformación de esta ideología vomitada por el infierno en un constructo cultural que se ha ido administrando a la sociedad, con la voluntad de narcotizarla. El continente europeo (con la notable excepción de los países miembros de Visegrado 4) y particularmente España, padecen los efectos de ese veneno, que pretende subvertir el modelo cultural de sociedad que nos ha llevado a nuestras más altas cotas de prosperidad.
Para hacerlo se han propagado en la sociedad, los sucedáneos marxistas y pseudocientíficos del feminismo, el género, la identidad sexual, el animalismo, el ecologismo, el multiculturalismo y una versión falsa del cristianismo en la línea de la teología de la liberación. Un población conducida por unos partidos ad hoc, convenientemente anestesiada por una situación de razonable bienestar, ha venido abrazando el leiv motiv del marxismo cultural, el relativismo moral, donde todo relativo, debatible y susceptible de sacrificarse en el altar del consenso, que no de la verdad.
La máxima de Chesterston, al respecto de que llegaría el día en el cual habría que desenvainar el sable para afirmar que la hierba es verde, ha cobrado vida. Nos encontramos en un punto donde, al margen de la biología, es el individuo el que decide su género. Se construyen modelos de familia alternativos, con el objeto de denigrar y eliminar el modelo tradicional de familia que ha sido germen de todo lo bueno que el ser humano puede ofrecer. Buena parte de esa nueva normalidad familiar, excluye y se opone a la natalidad, catalogándola de opresiva y se promocionan con terrorífica naturalidad políticas abortistas en el marco de una siniestra cultura de la muerte en detrimento de una muy necesaria y ejemplar cultura de vida.
En su versión más reciente, el marxismo sustituye la lucha de clases por una lucha de sexos, donde supremacistas feministas consideran a los hombres malos por naturaleza e imponen modelos absurdos de convivencia que exportan a un denominado y dantesco lenguaje inclusivo. La exaltación animalista transforma en seres humanos a los animales y viceversa, alumbrando una realidad bizarra donde una cría de orangután conmueve más y está más protegida que un nasciturus. Se agita el apocalipsis climático y se señala al ser humano como el único responsable, tratando de condicionar sus hábitos y actitudes. El crimen perfecto está en marcha, ya sólo queda diluir la identidad cultural convenientemente, con irresponsables políticas migratorias, propagando el multiculturalismo como receta universal, que nos aleja de nuestras propias costumbres y proliferan las zonas no-go donde ninis, vagos, menas y delincuentes campan a sus anchas.
Quieren arrancar la idea de patria y de Dios de las conciencias. Buscan diluir, como sucede en España, nuestra historia gloriosa en un magma de separatismos, odio concentrado y mentiras al respecto de nuestras gestas y tradiciones, como la epopeya del descubrimiento de América o nuestra fiesta nacional de la tauromaquia. La llegada al poder de los comunistas en España y sus leyes ideológicas exaltan el relato miserable del marxismo a costa de la libertad. Hasta ahora, han vivido muy bien con una supuesta derecha que acató acomplejada su versión de los hechos. Como resultado, la puesta en peligro de nuestra unidad nacional y la marginación de la lengua española en algunas partes de nuestro territorio. Como resultado, la impunidad de los criminales en nuestra sociedad con un código penal de juguete a su medida, que sitúa a las víctimas en segundo lugar. Como resultado, el abandono de las clases medias y el medio rural a su suerte o la postergación de los españoles en nuestro propio país. Quieren transformar nuestra nación milenaria en una suerte de experimento socialista, donde el Estado sustituya el libre albedrío del individuo y controle todos los aspectos de su vida, levantando sobre éste una espada Damocles que responde a la lógica de que quien otorga, puede quitarlo todo. Desean, en definitiva, una sociedad adoctrinada y dócil donde se distribuya pobreza y alejada de nuestros mejores valores y tradiciones.
Sin embargo, no todo está perdido, estamos a tiempo de deshacer todo el mal causado por el marxismo cultural. Dibujando su figura en el sol de poniente avanza un grupo de valientes que con voz clara, pronuncia la arenga y da la batalla que España merece. En nuestras manos está sustituir la hora de los enanos que se cierne sobre nosotros, por una hora de los patriotas que ponga a los españoles primero y haga a España grande de nuevo. Llegó el momento, despierta España.
(*) Rubén Herrero de Castro. Profesor de la Universidad Complutense y analista político
Al concluir la Guerra Fría, el marxismo como forma de vida había sido derrotado. Comenzó entonces una transformación de esta ideología vomitada por el infierno en un constructo cultural que se ha ido administrando a la sociedad, con la voluntad de narcotizarla. El continente europeo (con la notable excepción de los países miembros de Visegrado 4) y particularmente España, padecen los efectos de ese veneno, que pretende subvertir el modelo cultural de sociedad que nos ha llevado a nuestras más altas cotas de prosperidad.
Para hacerlo se han propagado en la sociedad, los sucedáneos marxistas y pseudocientíficos del feminismo, el género, la identidad sexual, el animalismo, el ecologismo, el multiculturalismo y una versión falsa del cristianismo en la línea de la teología de la liberación. Un población conducida por unos partidos ad hoc, convenientemente anestesiada por una situación de razonable bienestar, ha venido abrazando el leiv motiv del marxismo cultural, el relativismo moral, donde todo relativo, debatible y susceptible de sacrificarse en el altar del consenso, que no de la verdad.
La máxima de Chesterston, al respecto de que llegaría el día en el cual habría que desenvainar el sable para afirmar que la hierba es verde, ha cobrado vida. Nos encontramos en un punto donde, al margen de la biología, es el individuo el que decide su género. Se construyen modelos de familia alternativos, con el objeto de denigrar y eliminar el modelo tradicional de familia que ha sido germen de todo lo bueno que el ser humano puede ofrecer. Buena parte de esa nueva normalidad familiar, excluye y se opone a la natalidad, catalogándola de opresiva y se promocionan con terrorífica naturalidad políticas abortistas en el marco de una siniestra cultura de la muerte en detrimento de una muy necesaria y ejemplar cultura de vida.
En su versión más reciente, el marxismo sustituye la lucha de clases por una lucha de sexos, donde supremacistas feministas consideran a los hombres malos por naturaleza e imponen modelos absurdos de convivencia que exportan a un denominado y dantesco lenguaje inclusivo. La exaltación animalista transforma en seres humanos a los animales y viceversa, alumbrando una realidad bizarra donde una cría de orangután conmueve más y está más protegida que un nasciturus. Se agita el apocalipsis climático y se señala al ser humano como el único responsable, tratando de condicionar sus hábitos y actitudes. El crimen perfecto está en marcha, ya sólo queda diluir la identidad cultural convenientemente, con irresponsables políticas migratorias, propagando el multiculturalismo como receta universal, que nos aleja de nuestras propias costumbres y proliferan las zonas no-go donde ninis, vagos, menas y delincuentes campan a sus anchas.
Quieren arrancar la idea de patria y de Dios de las conciencias. Buscan diluir, como sucede en España, nuestra historia gloriosa en un magma de separatismos, odio concentrado y mentiras al respecto de nuestras gestas y tradiciones, como la epopeya del descubrimiento de América o nuestra fiesta nacional de la tauromaquia. La llegada al poder de los comunistas en España y sus leyes ideológicas exaltan el relato miserable del marxismo a costa de la libertad. Hasta ahora, han vivido muy bien con una supuesta derecha que acató acomplejada su versión de los hechos. Como resultado, la puesta en peligro de nuestra unidad nacional y la marginación de la lengua española en algunas partes de nuestro territorio. Como resultado, la impunidad de los criminales en nuestra sociedad con un código penal de juguete a su medida, que sitúa a las víctimas en segundo lugar. Como resultado, el abandono de las clases medias y el medio rural a su suerte o la postergación de los españoles en nuestro propio país. Quieren transformar nuestra nación milenaria en una suerte de experimento socialista, donde el Estado sustituya el libre albedrío del individuo y controle todos los aspectos de su vida, levantando sobre éste una espada Damocles que responde a la lógica de que quien otorga, puede quitarlo todo. Desean, en definitiva, una sociedad adoctrinada y dócil donde se distribuya pobreza y alejada de nuestros mejores valores y tradiciones.
Sin embargo, no todo está perdido, estamos a tiempo de deshacer todo el mal causado por el marxismo cultural. Dibujando su figura en el sol de poniente avanza un grupo de valientes que con voz clara, pronuncia la arenga y da la batalla que España merece. En nuestras manos está sustituir la hora de los enanos que se cierne sobre nosotros, por una hora de los patriotas que ponga a los españoles primero y haga a España grande de nuevo. Llegó el momento, despierta España.
(*) Rubén Herrero de Castro. Profesor de la Universidad Complutense y analista político











