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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 08 de Junio de 2020 Tiempo de lectura:

La izquierda, con síndrome de Estocolmo

Es sorprendente, y al mismo tiempo desesperante, ver cómo gente inteligente, con una cierta formación, cae en las redes de la demagogia y la manipulación, sin el más mínimo sentido crítico y de captación de las realidades. Permanecen  “erre que te erre” votando a verdaderos falsarios, sinvergüenzas que hacen el negocio del siglo a base del cuento de la izquierda y de la defensa de los desfavorecidos; cuando, en realidad, están haciendo la labor sucia a tramas organizadas que acumulan capitales inmensos, amasando riquezas jamás conocidas en manos de tan pocos prebostes del capitalismo masivo internacional.

 

Uno de esos elementos más conocidos de los poderes financieros internacionales, verdaderos buitres que se comen los despojos de las economías destruidas y del desmantelamiento industrial, del derrumbe de las pequeñas y medianas empresas, de la desaparición de la clase media en áreas específicas como es la Hispanidad en el mundo, o en espacios geopolíticos donde se mueve la energía petrolífera o el gas como Siria, Libia, Egipto, Túnez, etc, y otras, es George Soros. Pero por encima de él hay otros con más poder que le encargan la tarea de sembrar la semilla del mal. Sánchez, Zapatero, Iglesias, y alguno más, no son más que peones que ven la oportunidad para dar el salto a oscuros intereses inconfesables.

 

Y aún hay quien se cree el cuento, y no ve lo que hay detrás de todos estos sujetos infames.

 

La dinámica seguida en todos los países donde entran en juego estas actuaciones de desmantelamiento es fácil de entrever a nada que se vaya observando lo sucedido −o en proceso de suceder− en países del área hispana.

 

Primero se genera una situación donde los pilares del Estado de Derecho y las garantías constitucionales sufren un claro deterioro, privando de la necesaria seguridad jurídica a los países que caen en sus redes de dominio. Las empresas, para permanecer en un lugar, lo primero que analizan es si hay sosiego jurídico y no se ejerce la justicia en función de intereses políticos, de forma despótica.

 

Después se genera una destrucción de pequeñas y medianas empresas descomponiendo el sistema de generación de empleo y provocando la desaparición de las clases medias, proletarizándolas y dejando a la intemperie en las condiciones de empleo a las víctimas de ese complot.

 

Tras ello  se clienteliza  a los desgraciados que pierden su empleo, mediante subsidios que provocan la dependencia absoluta de los afectados a la “generosidad” de un poder despótico que les permite subsistir gracias a un dinero venido del Estado sin que haya ninguna contraprestación; atrayendo, de paso, a contingentes de personas, generalmente de procedencia extranjera, en busca de la sopa boba mediante el “efecto llamada”, modificando las componentes del voto en las urnas, para adulterar el sistema representativo.

 

El  fin y objeto es tener a la gente agradecida por recibir un estipendio sin hacer nada para merecerlo y generando un Síndrome de Estocolmo en el que las víctimas de esta degeneración del sistema acaban convirtiéndose en siervos de la gleba que renuncian a su carta de ciudadanía.

 

De paso, se hace la vida imposible a empresas de gran envergadura que optan por deslocalizarse, generando un proceso de déficit insostenible en las cuentas públicas, pues se reducen los contribuyentes netos a la Hacienda.

 

Finalmente, se da la puntilla a la soberanía nacional poniendo el patrimonio tangible y el intangible de ese país en manos de potencias extranjeras que acuden prestas a salvar las cuentas del país, sufragando la deuda, sin que los ciudadanos del común sepamos la letra pequeña y lo que eso significa para las generaciones futuras.

 

Mientras tanto se han modificado las estructuras económicas para ponerlas al servicio de los halcones que acumulan la riqueza en el mayor capitalismo conocido en la historia, que es el que el 8% de la población mundial posee el 80% de la riqueza, con visos de llegar al 90% al paso que vamos, y el 71 % solo disfruta del 3 % de la plusvalía, dicho en términos de teoría marxista. El resto de la población, que es el 21%, son los que rinden vasallaje al 8% de los amos del mundo, recibiendo el trato de favor. Es decir el 14% accede al 17% de la riqueza. Son los menos damnificados, pero a cuenta de no salirse del guión.

 

En resumen, mayor concentración de poder económico y de esclavización social no ha existido jamás en la historia de la humanidad. Y estos, que se dicen de izquierda son los ejecutores de los planes de los poderosos con su agente conocido, el señor Soros, que no va, por supuesto, a su bola. Los llamados “currelas” siguen votando como pollo sin cabeza a suplantadores de la izquierda que no solamente no llevan a cabo políticas de emancipación social, sino que ponen las bases de su futura esclavización, de su entrega al poder como carne barata, a la que se le puede dejar morir en residencias en cualquier pandemia puesta por el camino como buena ocasión.

 

A eso es a lo que yo llamo “izquierda con lateralidad cruzada”, es decir una izquierda que es el principal baluarte de acción de los poderes supranacionales dirigidos por la clase financiera internacional que derriba a países enteros, roba su soberanía, elimina derechos y libertades, y cuando el país está al borde del precipicio vienen como salvadores haciéndose con la propiedad de los activos; sometiendo a la gente, que, mirando con cara bobalicona, los recibe como si fuera un Plan Marshall  de nuevo cuño, con pancartas y panderetas.

    

La evidencia más palpable de esto que digo son estas palabras pronunciadas recientemente por Zapatero“… Es deseable que China y de alguna manera Europa pongan a EE.UU en una situación imposible”. Claro está, se refiere a Donald Trump. Si fuera Obama o los Iluminati de su cuerda no haría ese llamamiento desesperado. Igual es que Zapatero ya ha descubierto demasiadas cartas de su torpe evolución por los países bolivarianos y tiene cosas que ocultar, porque queda al descubierto su servicio a déspotas mundiales que nos manejan como marionetas.

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