Euskadi 1990
¡No me da la gana! ¡No tolero que tras el mito nacionalista se instale la manipulación podemita!. ¡No soy ajeno, ni neutral, ni olvido, los años de terror perfectamente aplicado a la población del País Vasco! Mucho más si le añado que tal miseria al menos sirvió para: desarrollo estatutario, negocios inconfesables, síndrome de Estocolmo - "algo habrá hecho"; "hay que negociar con ETA"; "ETA es la vanguardia para la autodeterminación del pueblo vasco".
Hay tres libros que cualquier curioso debería leer. El Jesuita; La cloaca vasca; ETA de principio a fin. Por mi parte y para comprender el fenómeno que representó Unidad Alavesa desde 1990, les remito a El orgullo alavés. Mucho más ilustrativo y cercano a la realidad que Patria.
Desde tal conocimiento les haré una descripción de aquellos personajes que considero fundamentales para poder acercarse a las entretelas del conflicto vasco, donde hubo de todo; desde muertos, atentados, negocios, ascensos, hasta sentimientos que iban de victoria en victoria hasta la derrota final, o viceversa.
Siempre que me preguntan señalo que los acontecimientos causados y causales, lograron dividir a la sociedad vasca en tres cohortes poblacionales: los que se llegaron a creer el mito de la "construcción nacional"; los que lucharon a favor y en contra; los que trataron de salvar la piel o incluso hacer virtud próxima a sus intereses.
Me sorprende que a estas alturas nadie se haya atrevido, más allá de Pepe Rei -gallego de Ourense- a escribir sobre la figura de Arzalluz, sus orígenes ideológicos, su mística, su conducta entre el pragmatismo y el romanticismo que actualiza la obra de Sabino Arana; su herencia tanto para el nacionalismo como para el constitucionalismo. Pero está claro que tras la desaparición del "Jesuita" nada fue igual. La única incógnita reside, visto desde mi perspectiva, en si los actuales protagonistas del espacio político, social y económico de Euskadi siguen la senda que aquel recio intelectual de formación germana, les marcó y ordenó. Supongo que algo parecido podrían desarrollar los estudiosos de la compañía de Jesús comenzando con Ignacio de Loyola hasta nuestros días.
Tras la refundación del PP, el sobrino de Marcelino Oreja -sucesor en la Delegación del Gobierno en Euskadi- se convierte en la referencia de la política vasca vista desde la democracia cristiana de la UCD, y luego en el proceso de refundación que dará lugar al PP. Pero no dejemos de saber que Mayor Oreja es un bluf. Ni es ingeniero. Ni es ideólogo. Ni tiene capacidad para liderar nada. Sabe usar a unos y otros. Y lo primero que hace es dejar su domicilio en Donostia para quedarse a vivir en Madrid, desde dónde fuertemente protegido viaja al País Vasco. Nunca olvidará como ETA sembró de muertos aquella UCD. O cómo sus compañeros de coalición casi descubrieron lo que era vivir en la clandestinidad. Pues alguien debe decir, alto y claro, que los que vivían en la más absoluta clandestinidad eran los que ejerciendo de españoles trataban de militar en partidos políticos no nacionalistas. A Mayor Oreja le hacían sus discursos desde ABC. Su contenido siempre sería sobre la violencia y ETA. No me lo imagino ungido para ser sucesor de Aznar y tener que atender, con su pereza y desconocimiento, otras facetas de la administración pública contenida en el Estado o en los Estatutos de Autonomía. Una de las veces que vino a cenar a mi casa en Vitoria tuvimos una discusión. No podía comprender que se estuviera en política para perder dinero, o mejor para ganar cantidades que no le compensaran del sacrificio que suponía tal actividad. Aquella noche descubrí que Mayor Oreja había elegido la política como una fórmula para enriquecerse.
Con la nueva década de los noventa, UA hace política introduciendo tres coordenadas: la ocupación económica, cultural y social de Álava por parte del nacionalismo vasco, con el fragrante incumplimiento de la Ley de Territorios Históricos, de tal suerte que por las mismas razones esgrimidas por el PNV ante el Estado sobre el incumplimiento del Estatuto de Guernica, UA denuncia la vulneración de los Derechos Históricos del Territorio Foral de Álava.
EL colaboracionismo de los partidos nacionales con el nacionalismo, con el fin de sumar las mayorías necesarias en las Cortes y así formar gobiernos. El nacionalismo vasco y catalán se convierten en comodines para la gobernabilidad de España. UA denuncia tal entrega, que no sirve para frenar las ansias y el discurso independentista vasco, ni tampoco para detener la cadena de asesinatos que ETA realiza en favor del "derecho a la autodeterminación", que en Herri Batasuna se convierte en la alternativa KAS.
La formación de un pacto contra la violencia y por la normalización en la Mesa de Ajuria Enea -1988- pero que será durante esta década cuando bajo la presidencia de Ardanza tenga su máximo esplendor. Ahí estará UA, marcando distancias con el PP, y mucho más próxima al PSE que lideraba entonces Ramón Jáuregui. Políticamente, UA no sólo era foralista y reformista, sus estatutos congresuales establecen una política social-progresista. Pero UA introduce una reflexión muy profunda. Si los nacionalistas ponen en marcha un movimiento secesionista, UA pone en marcha un movimiento para que Álava, amparada por la foralidad, constituya una Comunidad Autónoma como Navarra.
Resulta curiosa la reacción del PP. En vez de hacer autocrítica, en vez de asumir su fracaso electoral -dejan de tener sentido y pierden contacto con la sociedad- sólo esgrimen discursos victimistas ante la oleada de atentados que la banda terrorista extiende por Euskadi y España. Es sin duda la señal inequívoca sobre la fragilidad ideológica de Mayor Oreja, que ha perdido, si es que lo tuvo alguna vez, discurso para los vascos que se sentían españoles, más allá de las denuncias y lamentos por los asesinatos. Por cierto, su paso por el Ministerio del Interior coincide con el auge de las empresas de seguridad que pagan y cobran generosas cantidades de dinero público por la protección de los amenazados.
Hoy, 30 años más tarde, el PP vuelve a perder el pulso en Euskadi. No tienen política más allá del rancio vestigio sobre la conducta de Bildu. El voto de centro-derecha ha elegido al PNV como formación "sensata y fiable", frente al avance de Podemos y Bildu. Pero si bien el PNV ya no usa las cloacas del terrorismo, sí sabe colocarse para sumar mayorías parlamentarias en Madrid y así recibir trato de usía en el reparto del Estado. Han sustituido a la Cataluña de Pujol en tal menester.
¡No me da la gana! ¡No tolero que tras el mito nacionalista se instale la manipulación podemita!. ¡No soy ajeno, ni neutral, ni olvido, los años de terror perfectamente aplicado a la población del País Vasco! Mucho más si le añado que tal miseria al menos sirvió para: desarrollo estatutario, negocios inconfesables, síndrome de Estocolmo - "algo habrá hecho"; "hay que negociar con ETA"; "ETA es la vanguardia para la autodeterminación del pueblo vasco".
Hay tres libros que cualquier curioso debería leer. El Jesuita; La cloaca vasca; ETA de principio a fin. Por mi parte y para comprender el fenómeno que representó Unidad Alavesa desde 1990, les remito a El orgullo alavés. Mucho más ilustrativo y cercano a la realidad que Patria.
Desde tal conocimiento les haré una descripción de aquellos personajes que considero fundamentales para poder acercarse a las entretelas del conflicto vasco, donde hubo de todo; desde muertos, atentados, negocios, ascensos, hasta sentimientos que iban de victoria en victoria hasta la derrota final, o viceversa.
Siempre que me preguntan señalo que los acontecimientos causados y causales, lograron dividir a la sociedad vasca en tres cohortes poblacionales: los que se llegaron a creer el mito de la "construcción nacional"; los que lucharon a favor y en contra; los que trataron de salvar la piel o incluso hacer virtud próxima a sus intereses.
Me sorprende que a estas alturas nadie se haya atrevido, más allá de Pepe Rei -gallego de Ourense- a escribir sobre la figura de Arzalluz, sus orígenes ideológicos, su mística, su conducta entre el pragmatismo y el romanticismo que actualiza la obra de Sabino Arana; su herencia tanto para el nacionalismo como para el constitucionalismo. Pero está claro que tras la desaparición del "Jesuita" nada fue igual. La única incógnita reside, visto desde mi perspectiva, en si los actuales protagonistas del espacio político, social y económico de Euskadi siguen la senda que aquel recio intelectual de formación germana, les marcó y ordenó. Supongo que algo parecido podrían desarrollar los estudiosos de la compañía de Jesús comenzando con Ignacio de Loyola hasta nuestros días.
Tras la refundación del PP, el sobrino de Marcelino Oreja -sucesor en la Delegación del Gobierno en Euskadi- se convierte en la referencia de la política vasca vista desde la democracia cristiana de la UCD, y luego en el proceso de refundación que dará lugar al PP. Pero no dejemos de saber que Mayor Oreja es un bluf. Ni es ingeniero. Ni es ideólogo. Ni tiene capacidad para liderar nada. Sabe usar a unos y otros. Y lo primero que hace es dejar su domicilio en Donostia para quedarse a vivir en Madrid, desde dónde fuertemente protegido viaja al País Vasco. Nunca olvidará como ETA sembró de muertos aquella UCD. O cómo sus compañeros de coalición casi descubrieron lo que era vivir en la clandestinidad. Pues alguien debe decir, alto y claro, que los que vivían en la más absoluta clandestinidad eran los que ejerciendo de españoles trataban de militar en partidos políticos no nacionalistas. A Mayor Oreja le hacían sus discursos desde ABC. Su contenido siempre sería sobre la violencia y ETA. No me lo imagino ungido para ser sucesor de Aznar y tener que atender, con su pereza y desconocimiento, otras facetas de la administración pública contenida en el Estado o en los Estatutos de Autonomía. Una de las veces que vino a cenar a mi casa en Vitoria tuvimos una discusión. No podía comprender que se estuviera en política para perder dinero, o mejor para ganar cantidades que no le compensaran del sacrificio que suponía tal actividad. Aquella noche descubrí que Mayor Oreja había elegido la política como una fórmula para enriquecerse.
Con la nueva década de los noventa, UA hace política introduciendo tres coordenadas: la ocupación económica, cultural y social de Álava por parte del nacionalismo vasco, con el fragrante incumplimiento de la Ley de Territorios Históricos, de tal suerte que por las mismas razones esgrimidas por el PNV ante el Estado sobre el incumplimiento del Estatuto de Guernica, UA denuncia la vulneración de los Derechos Históricos del Territorio Foral de Álava.
EL colaboracionismo de los partidos nacionales con el nacionalismo, con el fin de sumar las mayorías necesarias en las Cortes y así formar gobiernos. El nacionalismo vasco y catalán se convierten en comodines para la gobernabilidad de España. UA denuncia tal entrega, que no sirve para frenar las ansias y el discurso independentista vasco, ni tampoco para detener la cadena de asesinatos que ETA realiza en favor del "derecho a la autodeterminación", que en Herri Batasuna se convierte en la alternativa KAS.
La formación de un pacto contra la violencia y por la normalización en la Mesa de Ajuria Enea -1988- pero que será durante esta década cuando bajo la presidencia de Ardanza tenga su máximo esplendor. Ahí estará UA, marcando distancias con el PP, y mucho más próxima al PSE que lideraba entonces Ramón Jáuregui. Políticamente, UA no sólo era foralista y reformista, sus estatutos congresuales establecen una política social-progresista. Pero UA introduce una reflexión muy profunda. Si los nacionalistas ponen en marcha un movimiento secesionista, UA pone en marcha un movimiento para que Álava, amparada por la foralidad, constituya una Comunidad Autónoma como Navarra.
Resulta curiosa la reacción del PP. En vez de hacer autocrítica, en vez de asumir su fracaso electoral -dejan de tener sentido y pierden contacto con la sociedad- sólo esgrimen discursos victimistas ante la oleada de atentados que la banda terrorista extiende por Euskadi y España. Es sin duda la señal inequívoca sobre la fragilidad ideológica de Mayor Oreja, que ha perdido, si es que lo tuvo alguna vez, discurso para los vascos que se sentían españoles, más allá de las denuncias y lamentos por los asesinatos. Por cierto, su paso por el Ministerio del Interior coincide con el auge de las empresas de seguridad que pagan y cobran generosas cantidades de dinero público por la protección de los amenazados.
Hoy, 30 años más tarde, el PP vuelve a perder el pulso en Euskadi. No tienen política más allá del rancio vestigio sobre la conducta de Bildu. El voto de centro-derecha ha elegido al PNV como formación "sensata y fiable", frente al avance de Podemos y Bildu. Pero si bien el PNV ya no usa las cloacas del terrorismo, sí sabe colocarse para sumar mayorías parlamentarias en Madrid y así recibir trato de usía en el reparto del Estado. Han sustituido a la Cataluña de Pujol en tal menester.