Txatos y Bittoris
El libro Patria y ahora la serie televisiva han logrado que conozcamos a un matrimonio ficticio cuya tragedia es un fiel reflejo de lo que padecieron cientos de Bittoris y Txatos reales. Familias rotas en un apretar de gatillo o botón. Mujeres que quedaron solas; hogares donde el recuerdo del esposo se limitaba a objetos: las fotos, el llavero, el reloj o un anillo. Quedaba su rastro de tabaco, colonia y sudor que trataban de retener. La lavadora guardaba las camisas que jamás se volverían a usar y una vez planchadas dormirían en el armario el sueño eterno al igual que su dueño. Llega la noche y el dormitorio se asemeja a una cripta; la vida sigue y es preciso salir, la gente mira, cuchichea y siente una enorme pena, aunque en muchos predomina la indiferencia y también los hay que se regocijan y la miran retadores; sin embargo, las Bittoris lo único que ven es el hueco, el vacío que antes ocupaba su media naranja y que nada ni nadie podrá sustituir, ni tan siquiera los hijos. Hay quienes consideran que son afortunadas, ya que para visitarle no tienen más que ir a las afueras del pueblo o coger un autobús urbano a la otra punta de la ciudad. Muchos hemos conocido Txatos y Bittoris. Exigimos para todos Memoria, Dignidad, Justicia y Verdad. No es mucho pedir tras haber pagado un precio de sangre.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
El libro Patria y ahora la serie televisiva han logrado que conozcamos a un matrimonio ficticio cuya tragedia es un fiel reflejo de lo que padecieron cientos de Bittoris y Txatos reales. Familias rotas en un apretar de gatillo o botón. Mujeres que quedaron solas; hogares donde el recuerdo del esposo se limitaba a objetos: las fotos, el llavero, el reloj o un anillo. Quedaba su rastro de tabaco, colonia y sudor que trataban de retener. La lavadora guardaba las camisas que jamás se volverían a usar y una vez planchadas dormirían en el armario el sueño eterno al igual que su dueño. Llega la noche y el dormitorio se asemeja a una cripta; la vida sigue y es preciso salir, la gente mira, cuchichea y siente una enorme pena, aunque en muchos predomina la indiferencia y también los hay que se regocijan y la miran retadores; sin embargo, las Bittoris lo único que ven es el hueco, el vacío que antes ocupaba su media naranja y que nada ni nadie podrá sustituir, ni tan siquiera los hijos. Hay quienes consideran que son afortunadas, ya que para visitarle no tienen más que ir a las afueras del pueblo o coger un autobús urbano a la otra punta de la ciudad. Muchos hemos conocido Txatos y Bittoris. Exigimos para todos Memoria, Dignidad, Justicia y Verdad. No es mucho pedir tras haber pagado un precio de sangre.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria