Beatriz Artolazabal
La flamante consejera del Gobierno Vasco se ha despachado a gusto acerca del modelo penitenciario poniendo un especial énfasis en que sea más humanizado y respetuoso con los derechos humanos de los internos. El ciudadano de a pie se queda perplejo al ver las nuevas cárceles y las que están en proyecto al comprobar el nivel de comodidad y servicios dignos del mejor hotel. Volvemos a lo de siempre con la manida coletilla de los derechos humanos con los reclusos como si estuviésemos en el siglo XV o en el XIX. No deja de ser cuanto menos curioso que no nombre a la banda terrorista ETA cuando es el único motivo real por el que anhelan la transferencia relativa a las instituciones penitenciarias, todo lo demás es mera palabrería, ganas de ocultar lo que todos sabemos. Quien ha sido condenado a ingresar en prisión es porque delinquió, infringió gravemente las normas más elementales y debe restituir a sus víctimas y al conjunto de la sociedad al menos siendo privado de libertad. Los años en presidio deben servir para que el allí encarcelado recapacite, lleve a cabo un acto de contrición, una catarsis, antes de volver a la sociedad. Así de sencillo.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
La flamante consejera del Gobierno Vasco se ha despachado a gusto acerca del modelo penitenciario poniendo un especial énfasis en que sea más humanizado y respetuoso con los derechos humanos de los internos. El ciudadano de a pie se queda perplejo al ver las nuevas cárceles y las que están en proyecto al comprobar el nivel de comodidad y servicios dignos del mejor hotel. Volvemos a lo de siempre con la manida coletilla de los derechos humanos con los reclusos como si estuviésemos en el siglo XV o en el XIX. No deja de ser cuanto menos curioso que no nombre a la banda terrorista ETA cuando es el único motivo real por el que anhelan la transferencia relativa a las instituciones penitenciarias, todo lo demás es mera palabrería, ganas de ocultar lo que todos sabemos. Quien ha sido condenado a ingresar en prisión es porque delinquió, infringió gravemente las normas más elementales y debe restituir a sus víctimas y al conjunto de la sociedad al menos siendo privado de libertad. Los años en presidio deben servir para que el allí encarcelado recapacite, lleve a cabo un acto de contrición, una catarsis, antes de volver a la sociedad. Así de sencillo.