Islas (des)afortunadas
Las imágenes que estamos viendo desde hace algún tiempo resultan sumamente preocupantes; las llamadas 'islas afortundas' están sufriendo en carne propia una presión que está llegando a un límite insostenible y de funestas consecuencias; día sí y día también arriban todo tipo de embarcaciones con emigrantes ilegales, en situación irregular, que colapsan todo tipo de servicios y amenazan la convivencia. Vemos todo ello de perfil, confortablemente sentados en nuestros sofás como si de algo lejano se tratara, que no nos incumbe. No sería la primera vez... ¿Qué sucedería si esas embarcaciones zarpasen de las costas francesas y las viéramos entrar en la bahía de la Concha o puertos guipuzcoanos y al pisar tierra sus ocupantes saltaran para adentrarse?. Es evidente que otro gallo cantaría; nuestros hogares disponen de puertas de seguridad, de sistemas de alarma, pero nos parece normal que la casa común esté abierta de par en par para que cualquiera entre como Pedro por su casa y se comporte a su albedrío, eso sí, siempre y cuando no suceda en nuestra calle, barrio o municipio. Faltan reflexión y objetividad. No todo vale.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria
Las imágenes que estamos viendo desde hace algún tiempo resultan sumamente preocupantes; las llamadas 'islas afortundas' están sufriendo en carne propia una presión que está llegando a un límite insostenible y de funestas consecuencias; día sí y día también arriban todo tipo de embarcaciones con emigrantes ilegales, en situación irregular, que colapsan todo tipo de servicios y amenazan la convivencia. Vemos todo ello de perfil, confortablemente sentados en nuestros sofás como si de algo lejano se tratara, que no nos incumbe. No sería la primera vez... ¿Qué sucedería si esas embarcaciones zarpasen de las costas francesas y las viéramos entrar en la bahía de la Concha o puertos guipuzcoanos y al pisar tierra sus ocupantes saltaran para adentrarse?. Es evidente que otro gallo cantaría; nuestros hogares disponen de puertas de seguridad, de sistemas de alarma, pero nos parece normal que la casa común esté abierta de par en par para que cualquiera entre como Pedro por su casa y se comporte a su albedrío, eso sí, siempre y cuando no suceda en nuestra calle, barrio o municipio. Faltan reflexión y objetividad. No todo vale.
Francisco Javier Sáenz Martínez
FJS.
Lasarte-Oria