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Jueves, 28 de Agosto de 2014 Tiempo de lectura:

La Ruta 66 o cómo descubrir el “auténtico Estados Unidos”

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Como explica la película "Cars", de Disney-Pixar, hubo una vez una carretera que pasaba por el suroeste de Estados Unidos y que iba desde Chicago a Los Ángeles atravesando pequeños pueblos, praderas y vastos desiertos. Para la mayoría de los viajeros, la Ruta 66 era simplemente la mejor ruta hacia el oeste para llegar a California, la que fuera inmortalizada en la obra de John Steinbeck “Las uvas de la ira” como la “carretera madre” que la familia Joad tomó para huir de la pobreza durante la Gran Depresión de la década de 1930.

 

La Ruta 66 representa un lugar y un tiempo nostálgicos, antes de la llegada del sistema de autopistas interestatales a finales de la década de 1950, cuando la experiencia del viaje en carretera era más que una prueba de la distancia que un conductor podía recorrer atravesando la escena a toda velocidad a 110 kilómetros por hora hasta que, agotados, debían parar para alimentarse y encontrar un lugar donde dormir.

 

A diferencia de las autopistas interestatales de hoy, que pasan sin ver los lugares en los que los estadounidenses viven y trabajan en realidad, la Ruta 66 llevaba a los conductores al corazón de Estados Unidos, con sus extraños moteles anunciándose con carteles de neón, puestos indígenas de intercambio de productos, y bares y restaurantes con nombres raros. Como parte del viaje, el conductor de larga distancia vivía la experiencia de la cultura local, y esta cultura lograba conectarse con el mundo exterior.

 

El interés en la vieja Ruta 66 ha aumentado, incluso fuera de Estados Unidos, entre aquellos que ven el viaje en si como el objetivo, no solamente como el medio para llegar a un destino. Por suerte casi el 80% de la vieja ruta todavía existe, y en la actualidad muchos intentan preservar la maravilla de un viaje por carretera que lleva al viajero por senderos poco conocidos.

 

Aquellos que buscan el “auténtico Estados Unidos”; las notas regionales, las recetas de gastronomía local, y la gente generosa y feliz con lo que tienen, lo pueden encontrar en la Ruta 66.

 

El primer viaje transcontinental en automóvil en América del Norte se realizó en 1903 por un caballero que tenía la suficiente riqueza como para poseer un vehículo en propiedad, su propio mecánico y un perro "bulldog" llamado Bud, que iba considerablemente equipado hasta con sus propias gafas de conducir. No fue un viaje placentero.

 

El historial muestra que tomó 63 días conducir entre California y Vermont, pero no menciona los días que pasaron sacando el auto de zanjas cenagosas en caminos de caballos, cruzando ríos y esperando en ciudades por trenes que llevaban partes para hacer reparaciones y reemplazar algunas dañadas. Para el momento en que más estadounidenses pudieron costearse un automóvil, la Ruta 66 ofrecía un camino pavimentado hacia el oeste mucho más agradable.

 

“No se debe negar que el ser de mal asiento siempre nos ha entusiasmado. Nuestra mente lo asocial con el escapar de la historia y la opresión, las obligaciones de la ley y aquellas que nos incomodan. Libertad absoluta. Y la carretera siempre va hacia el oeste”, dijo Christopher McCandless, que inspiró la obra y la película “Hacia rutas salvajes” ("Into the Wild").

 

El propio acto de viajar simboliza el crecimiento y la autorealización, y el elemento desconocido de ello: no saber a quién se va a conocer, que experiencias se van a tener, lo que se va a ver…Esto lleva a los pioneros de la actualidad a la carretera sin rumbo. Muchos de ellos ahora vienen a Estados Unidos a viajar en la que una vez fuera la principal ruta hacia el oeste, al paraíso conocido como California.

 

El fundador de la ruta, Cyrus Avery, en 1926 observó que cuando los residentes de la costa este de Estados Unidos llegaban a St. Louis, el lugar tradicional para cargar pertrechos y suministros para seguir hacia el oeste, la mejor manera hacia la costa del Pacífico era ir por el camino del suroeste, a través de pequeños pueblos en Kansas, Oklahoma, Texas, Arizona, Nuevo Mexico, Nevada y al final, California.

 

Pronto llegaron los negocios a la ruta, había dueños de restaurantes, estaciones de gasolina y moteles entusiasmados que se aprovechaban de la continua circulación de nuevos clientes y competían para atraerles a sus negocios.

 

Los conductores de hoy pueden seguir los pasos del duro viaje de la familia Joad o el libre camino sin preocupaciones de la pelicula “Easy Rider” a lo largo de la las partes de la Ruta 66 que continúan en servicio. Todavía se pueden ver moteles, restaurantes e incluso estaciones de gasolina que abastecieron a aquellos primeros viajeros.

 

La Ruta 66 ya no es la manera más eficaz para conducir hacia el oeste, pero ofrece una ojeada a un mundo anterior, cuando viajar era sinónimo de explorar, más que simplemente un medio para llegar a un fin.

 

Fuente del reportaje: Embajada de Estados Unidos en España

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