Defensa de Defensa
El otro día, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, realizó unas desafortunadas declaraciones respecto a la utilidad del Ministerio de Defensa, llegando a decir que si él fuese Presidente del Gobierno ese Ministerio le sobraría. Se supone que fue un desliz, porque si realmente piensa de esa manera el asunto es preocupante, ya que se estaría refiriendo a la supresión de las Fuerzas Armadas, con todo lo que implica.
Cabe recordar que no ha de ser casualidad que nuestras Fuerzas Armadas, junto con la Guardia Civil, sean, encuesta tras encuesta, las instituciones mejor valoradas de este país, bastante más que los partidos políticos, la justicia, el empresariado o la monarquía, Esta consideración no es una casualidad y es una percepción con muy poco sesgo político y que encontramos en diferentes franjas de edad y en ambos sexos. Es una opinión muy generalizada.
Actualmente, nuestras Fuerzas Armadas están compuestas por mujeres y hombres profesionales, con un nivel de formación que les permiten afrontar misiones especiales en diferente lugares del planeta; misiones que se caracterizan por su gran dificultad logística y alto riesgo personal y que se llevan a cabo en zonas muy complicadas, siempre con la intención de ayudar, de contribuir a la creación y evitar la destrucción.
Misiones que en el marco de la ONU, de la OTAN o de las todavía primigenias Fuerzas Armadas Europeas, llevan a nuestros militares a misiones internacionales como las de entrenamiento en el Sahel (Mali), Bosnia-Herzegovina (EUFOR-Althea), Afganistán en el marco de la Fuerza Internacional para Asistencia a la Seguridad (ISAF), Fuerza contra la piratería en las costas de Somalia, misiones de entrenamiento también en Somalia y en Uganda, operaciones de apoyo a Mali y República Centroafricana, misiones EUCAP “Nestos” y “Ocean Shield” en el "cuerno" de África, y actualmente colaboraciones logísticas de gran importancia en la lucha contra el ébola en África occidental.
Todas ellas, misiones que se desarrollan con tal grado de aceptación y reconocimiento que nuestras Fuerzas Armadas son cada vez más solicitadas por diferentes países para que sean instrumento de ayuda, cooperación y formación, contribuyendo así a estabilizar zonas donde las necesidades básicas son cotidianas. Este reconocimiento a la tarea desarrollada tiene su reflejo en el panorama internacional, y concretamente en las instituciones internacionales en las que compartimos lugar, legitimadad y opinión.
No es casualidad que recientemente, España haya conseguido un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un Consejo en el que los países que se sientan (excepto los fundadores permanentes) van rotando, pero no todos los que lo pretenden lo consiguen, un Consejo donde se toman decisiones de alcance mundial, que son de importancia global. Estar presente en un foro de esas características, y haber ganado la plaza ante Turquía, que tiene un ejército muy grande y que ocupa una posición geoestratégica de primer orden en la actualidad, no hubiese sido posible sin el encomiable trabajo que realizan nuestros militares.
Trabajo siempre realizado con un nivel de profesionalidad extraordinario, con una capacidad de abnegación y sufrimiento poco habitual, y con un respeto a las sociedades en las que actúan que es reconocido, y también con una lealtad al país que representan que ya quisiéramos muchos españoles encontrar en otros agentes sociales.
Desde hace muchos años no se puede entender la diplomacia española sin el concurso y actuaciones de nuestras Fuerzas Armadas, que son una excelente tarjeta de presentación haya donde van, y que son respetadas por su buen hacer, buen hacer incuestionable (a los hechos me remito) y reconocimiento internacional total. Ahora que tanto se habla del concepto "marca España" cabe decir que ellos son campeones cuando de esa idea hablamos.
Señor Sánchez: el Ministerio de Defensa no sobra, necesita más medios, más reconocimiento y más apoyo. El reconocimiento de los españoles ya lo tiene, el suyo y el de otros que piensan como usted es cuestionable. Pero si un día fuese necesario, ellas y ellos le defenderán, si hace falta con su vida; cumplirán la misión sin pedir nada a cambio. Su sentido del honor es muy elevado y el honor no es una cuestión periclitada, en estos momentos de crisis se echa en falta, especialmente en los políticos.
El otro día, el líder del PSOE, Pedro Sánchez, realizó unas desafortunadas declaraciones respecto a la utilidad del Ministerio de Defensa, llegando a decir que si él fuese Presidente del Gobierno ese Ministerio le sobraría. Se supone que fue un desliz, porque si realmente piensa de esa manera el asunto es preocupante, ya que se estaría refiriendo a la supresión de las Fuerzas Armadas, con todo lo que implica.
Cabe recordar que no ha de ser casualidad que nuestras Fuerzas Armadas, junto con la Guardia Civil, sean, encuesta tras encuesta, las instituciones mejor valoradas de este país, bastante más que los partidos políticos, la justicia, el empresariado o la monarquía, Esta consideración no es una casualidad y es una percepción con muy poco sesgo político y que encontramos en diferentes franjas de edad y en ambos sexos. Es una opinión muy generalizada.
Actualmente, nuestras Fuerzas Armadas están compuestas por mujeres y hombres profesionales, con un nivel de formación que les permiten afrontar misiones especiales en diferente lugares del planeta; misiones que se caracterizan por su gran dificultad logística y alto riesgo personal y que se llevan a cabo en zonas muy complicadas, siempre con la intención de ayudar, de contribuir a la creación y evitar la destrucción.
Misiones que en el marco de la ONU, de la OTAN o de las todavía primigenias Fuerzas Armadas Europeas, llevan a nuestros militares a misiones internacionales como las de entrenamiento en el Sahel (Mali), Bosnia-Herzegovina (EUFOR-Althea), Afganistán en el marco de la Fuerza Internacional para Asistencia a la Seguridad (ISAF), Fuerza contra la piratería en las costas de Somalia, misiones de entrenamiento también en Somalia y en Uganda, operaciones de apoyo a Mali y República Centroafricana, misiones EUCAP “Nestos” y “Ocean Shield” en el "cuerno" de África, y actualmente colaboraciones logísticas de gran importancia en la lucha contra el ébola en África occidental.
Todas ellas, misiones que se desarrollan con tal grado de aceptación y reconocimiento que nuestras Fuerzas Armadas son cada vez más solicitadas por diferentes países para que sean instrumento de ayuda, cooperación y formación, contribuyendo así a estabilizar zonas donde las necesidades básicas son cotidianas. Este reconocimiento a la tarea desarrollada tiene su reflejo en el panorama internacional, y concretamente en las instituciones internacionales en las que compartimos lugar, legitimadad y opinión.
No es casualidad que recientemente, España haya conseguido un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un Consejo en el que los países que se sientan (excepto los fundadores permanentes) van rotando, pero no todos los que lo pretenden lo consiguen, un Consejo donde se toman decisiones de alcance mundial, que son de importancia global. Estar presente en un foro de esas características, y haber ganado la plaza ante Turquía, que tiene un ejército muy grande y que ocupa una posición geoestratégica de primer orden en la actualidad, no hubiese sido posible sin el encomiable trabajo que realizan nuestros militares.
Trabajo siempre realizado con un nivel de profesionalidad extraordinario, con una capacidad de abnegación y sufrimiento poco habitual, y con un respeto a las sociedades en las que actúan que es reconocido, y también con una lealtad al país que representan que ya quisiéramos muchos españoles encontrar en otros agentes sociales.
Desde hace muchos años no se puede entender la diplomacia española sin el concurso y actuaciones de nuestras Fuerzas Armadas, que son una excelente tarjeta de presentación haya donde van, y que son respetadas por su buen hacer, buen hacer incuestionable (a los hechos me remito) y reconocimiento internacional total. Ahora que tanto se habla del concepto "marca España" cabe decir que ellos son campeones cuando de esa idea hablamos.
Señor Sánchez: el Ministerio de Defensa no sobra, necesita más medios, más reconocimiento y más apoyo. El reconocimiento de los españoles ya lo tiene, el suyo y el de otros que piensan como usted es cuestionable. Pero si un día fuese necesario, ellas y ellos le defenderán, si hace falta con su vida; cumplirán la misión sin pedir nada a cambio. Su sentido del honor es muy elevado y el honor no es una cuestión periclitada, en estos momentos de crisis se echa en falta, especialmente en los políticos.











