Centenario del nacimiento de Orson Welles
Recordando “La Guerra de los Mundos”
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George Orson Welles, nacido el 6 de mayo de 1915 en la localidad norteamericana de Kenosha (Wisconsin), fue un actor, director, guionista y productor estadounidense que está considerado como uno de los artistas más versátiles del siglo XX en el campo del teatro, la radio y el cine, en los que tuvo excelentes resultados.
Alcanzó el éxito mundial a los veintitrés años gracias a la obra radiofónica “The War of the Worlds” (“La guerra de los mundos”), que causó una enorme conmoción en los Estados Unidos cuando muchos oyentes del programa pensaron que se trataba de la retransmisión de una verdadera invasión extraterrestre. Este sensacional debut le valió un contrato para tres películas con el estudio cinematográfico RKO, que le otorgó libertad absoluta en sus realizaciones. A pesar de ello, solamente uno de sus proyectos vio la luz: “Citizen Kane” (“Ciudadano Kane”) (1941), una de las grandes películas de la historia universal de la cinematografía.
Para conmemorar el centenario del nacimiento de Orson Welles, nada mejor que recordar aquel 30 de octubre de 1938, día en el que el artista, junto con varios colegas de la compañía del Mercury Theatre, representó por radio, en la cadena CBS, una fantástica adaptación de la no menos magnífica novela del escritor británico H. G. Wells, “La guerra de los mundos”.
El realismo y la verosimilitud que proporcionó el programa de Orson Welles fue de tal grado que la emisión radiofónica causó un auténtico pánico en Nueva Jersey (Estados Unidos), donde, según la representación, estaba teniendo lugar la invasión extraterrestre, pero también provocó una profunda conmoción a lo largo y ancho del resto del país.
Hoy, la gran representación radiofónica de Orson Welles se sigue estudiando con enorme interés desde un punto de vista periodístico o como un fenómeno espectacular directamente asociado al impacto popular de los medios de comunicación de masas.
Pero también se trata de descubrir y de identificar los motivos sociológicos y culturales que pudieron llevar a cientos de miles de ciudadanos a sentirse tan identificados, y tan aterrados, por un cuento imposible de extraterrestres que estaba emitiéndose por la radio.
Probablemente, el ambiente político de aquella época, con el totalitarismo nazi desarrollándose diabólicamente, la segunda guerra mundial en ciernes, la inestabilidad devorando al viejo continente europeo y con Estados Unidos recién salido de la brutal crisis económica y financiera de 1929, había sensibilizado a muchos hombres y mujeres ante todo tipo de amenazas, convirtiendo el miedo a los hombrecillos verdes en un representación muy efectiva del pavor al futuro más inmediato.
Hoy, cuando habitamos en el centro de una época con idéntica inseguridad, cuando sufrimos como nunca la turbación ante las nuevas amenazas derivadas del terrorismo global y de los continuos ataques que Occidente recibe desde múltiples totalitarismo, tanto religiosos como políticos o culturales, nos hemos convertido, una vez más, en candidatos perfectos para sucumbir a la paranoia, a las alucinaciones, a las fantasías más desvariadas y a los disparates más variados de los más astutos charlatanes.
De hecho, hay que tener en cuenta que si a esta grave incertidumbre política se le añade el temor reverencial ante los nuevos avances científicos, ante los avances fascinantes de la biología o de la física cuántica, nos encontramos ante un escenario propicio para que vuelvan a cabalgar con fuerza los jinetes del pensamiento mágico e irracional. ¿De verdad somos hoy menos crédulos e inocentes que hace setenta años?
George Orson Welles, nacido el 6 de mayo de 1915 en la localidad norteamericana de Kenosha (Wisconsin), fue un actor, director, guionista y productor estadounidense que está considerado como uno de los artistas más versátiles del siglo XX en el campo del teatro, la radio y el cine, en los que tuvo excelentes resultados.
Alcanzó el éxito mundial a los veintitrés años gracias a la obra radiofónica “The War of the Worlds” (“La guerra de los mundos”), que causó una enorme conmoción en los Estados Unidos cuando muchos oyentes del programa pensaron que se trataba de la retransmisión de una verdadera invasión extraterrestre. Este sensacional debut le valió un contrato para tres películas con el estudio cinematográfico RKO, que le otorgó libertad absoluta en sus realizaciones. A pesar de ello, solamente uno de sus proyectos vio la luz: “Citizen Kane” (“Ciudadano Kane”) (1941), una de las grandes películas de la historia universal de la cinematografía.
Para conmemorar el centenario del nacimiento de Orson Welles, nada mejor que recordar aquel 30 de octubre de 1938, día en el que el artista, junto con varios colegas de la compañía del Mercury Theatre, representó por radio, en la cadena CBS, una fantástica adaptación de la no menos magnífica novela del escritor británico H. G. Wells, “La guerra de los mundos”.
El realismo y la verosimilitud que proporcionó el programa de Orson Welles fue de tal grado que la emisión radiofónica causó un auténtico pánico en Nueva Jersey (Estados Unidos), donde, según la representación, estaba teniendo lugar la invasión extraterrestre, pero también provocó una profunda conmoción a lo largo y ancho del resto del país.
Hoy, la gran representación radiofónica de Orson Welles se sigue estudiando con enorme interés desde un punto de vista periodístico o como un fenómeno espectacular directamente asociado al impacto popular de los medios de comunicación de masas.
Pero también se trata de descubrir y de identificar los motivos sociológicos y culturales que pudieron llevar a cientos de miles de ciudadanos a sentirse tan identificados, y tan aterrados, por un cuento imposible de extraterrestres que estaba emitiéndose por la radio.
Probablemente, el ambiente político de aquella época, con el totalitarismo nazi desarrollándose diabólicamente, la segunda guerra mundial en ciernes, la inestabilidad devorando al viejo continente europeo y con Estados Unidos recién salido de la brutal crisis económica y financiera de 1929, había sensibilizado a muchos hombres y mujeres ante todo tipo de amenazas, convirtiendo el miedo a los hombrecillos verdes en un representación muy efectiva del pavor al futuro más inmediato.
Hoy, cuando habitamos en el centro de una época con idéntica inseguridad, cuando sufrimos como nunca la turbación ante las nuevas amenazas derivadas del terrorismo global y de los continuos ataques que Occidente recibe desde múltiples totalitarismo, tanto religiosos como políticos o culturales, nos hemos convertido, una vez más, en candidatos perfectos para sucumbir a la paranoia, a las alucinaciones, a las fantasías más desvariadas y a los disparates más variados de los más astutos charlatanes.
De hecho, hay que tener en cuenta que si a esta grave incertidumbre política se le añade el temor reverencial ante los nuevos avances científicos, ante los avances fascinantes de la biología o de la física cuántica, nos encontramos ante un escenario propicio para que vuelvan a cabalgar con fuerza los jinetes del pensamiento mágico e irracional. ¿De verdad somos hoy menos crédulos e inocentes que hace setenta años?