Mallorca Ltd.
-Deutsch? English? Français? Italiano? Русский (Russkiy)?...
-No, no, soy español, aunque le suene extraño.
Esto sucedía en cada restaurante de Mallorca en donde entraba a comer o a cenar con mi pareja. En algunos de ellos ni siquiera se tomaban la molestia de tener el menú en castellano. Mirábamos alrededor y era casi imposible escuchar hablar a alguien en la segunda lengua del mundo. También sucedía en la calle. De vez en cuando algunos vecinos soltaban una parrafada en mallorquí y te sentías aliviado. Eso sí, la enseña nacional brillaba altiva en lo alto del Palau de la Almudaina, sobre un cielo azul intenso. Menos mal, creía que había viajado al extranjero. Pero en el puerto había pistas para ir entendiendo lo que ocurre. Los flamantes yates lucían pabellones británicos, australianos, italianos... Ninguno era español. Sobre ellos proyectaba una sombra la silueta de tres gigantescos cruceros, entre los que se encontraba el mayor buque de pasajeros del mundo el M.S. Allure of the seas. Propiedad de la Royal Caribbean International. Este monstruo de 362 metros de eslora, un calado de 9,30 m. bajo el agua y de 67 m. sobre ella, 17 cubiertas de pasajeros, un peso de 100.000 toneladas, 2.384 tripulantes y 7.400 pasajeros, fue construido en los astilleros de STX Europe en Turku, y tiene un gemelo llamado Oasis of the seas.
En la parada de autobús para Andratx se agolpaba una desordenada agrupación de turistas alemanes, franceses, italianos e ingleses que se abalanzaban sobre los autobuses sin ningún tipo de educación o respeto por el turno, la edad, o las dificultades de movilidad. Para que luego tengas que soportar las quejas de un enfurecido alemán que en un chapucero español espetaba “esto es afrika” porque no se le atendía en la Jefatura de Tráfico fuera del horario establecido.
Que hay que soportar borrachos peleones hasta las 6 de la madrugada; se soportan. Que hay que adaptar los horarios del restaurante del hotel al ritmo alemán o inglés; se adaptan. Que un cretino vacía su local de botellas de vidrio a las 4 de la madrugada y tú, que tienes que trabajar al día siguiente, no puedes dormir entre el calor y el ruido; te aguantas. El turismo es la pela, “la pela es la pela”, y es la única pela que se produce por aquí. ¡Todo por el empleo y el crecimiento señorías!
Pero no acaba en esto la pesadilla turística en la que están empeñadas las Baleares y otras zonas de España.
Buscando una cala donde poder bucear tuve que recorrer kilómetros de costa a la que no podía acceder desde la carretera no por su escarpada orografía sino porque me lo impedían las propiedades privadas que se han adueñado de nuestro litoral. Finalmente encontré el camino de piedras que conducía a lo que quedaba de cala tras un depósito de agua y sin señalización alguna. Era la servidumbre de paso más triste que he visto en mi vida. Todas esas villas de lujo construidas en los acantilados y playas estaban ocupadas por rusos, alemanes, suecos, italianos, franceses, etc., que literalmente se han apoderado de nuestras costas.
Por si esto fuera poco, “todas las playas de Mallorca están en riesgo de privatización por la reforma de la Ley de Costas aprobada por el Partido Popular”, según declaraciones recientes de algunos cargos políticos de la oposición.
La privatización de nuestras costas, que no sólo tiene consecuencias sociales sino también medioambientales y a la larga económicas, es un fenómeno denunciado no solo por todas las organizaciones ambientalistas de este país sino por políticos honrados e intelectuales independientes.
La costa es un patrimonio común inalienable y no puede privatizarse sino en contadas excepciones muy justificadas. Se ha visto, como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria, como todos los abusos realizados en nuestras costas han acabado pagándose, no sólo con el derribo o abandono de muchas urbanizaciones e infraestructuras hoteleras, sino con algo peor, el deterioro medioambiental, paisajístico y, por tanto, del atractivo turístico que puso en valor la zona privatizada.
La privatización de la costa produce beneficios a corto plazo y graves consecuencias a largo plazo. La lógica del capital es la obtención de beneficios, a poder ser a corto plazo. La lógica de la política es mantener y defender el bien común a largo plazo, pensando en las generaciones venideras.
¿No les gusta a nuestros gobernantes eso de la reválida? Pues que se lo apliquen primero a sus propios conocimientos de lo que es la política.
-Deutsch? English? Français? Italiano? Русский (Russkiy)?...
-No, no, soy español, aunque le suene extraño.
Esto sucedía en cada restaurante de Mallorca en donde entraba a comer o a cenar con mi pareja. En algunos de ellos ni siquiera se tomaban la molestia de tener el menú en castellano. Mirábamos alrededor y era casi imposible escuchar hablar a alguien en la segunda lengua del mundo. También sucedía en la calle. De vez en cuando algunos vecinos soltaban una parrafada en mallorquí y te sentías aliviado. Eso sí, la enseña nacional brillaba altiva en lo alto del Palau de la Almudaina, sobre un cielo azul intenso. Menos mal, creía que había viajado al extranjero. Pero en el puerto había pistas para ir entendiendo lo que ocurre. Los flamantes yates lucían pabellones británicos, australianos, italianos... Ninguno era español. Sobre ellos proyectaba una sombra la silueta de tres gigantescos cruceros, entre los que se encontraba el mayor buque de pasajeros del mundo el M.S. Allure of the seas. Propiedad de la Royal Caribbean International. Este monstruo de 362 metros de eslora, un calado de 9,30 m. bajo el agua y de 67 m. sobre ella, 17 cubiertas de pasajeros, un peso de 100.000 toneladas, 2.384 tripulantes y 7.400 pasajeros, fue construido en los astilleros de STX Europe en Turku, y tiene un gemelo llamado Oasis of the seas.
En la parada de autobús para Andratx se agolpaba una desordenada agrupación de turistas alemanes, franceses, italianos e ingleses que se abalanzaban sobre los autobuses sin ningún tipo de educación o respeto por el turno, la edad, o las dificultades de movilidad. Para que luego tengas que soportar las quejas de un enfurecido alemán que en un chapucero español espetaba “esto es afrika” porque no se le atendía en la Jefatura de Tráfico fuera del horario establecido.
Que hay que soportar borrachos peleones hasta las 6 de la madrugada; se soportan. Que hay que adaptar los horarios del restaurante del hotel al ritmo alemán o inglés; se adaptan. Que un cretino vacía su local de botellas de vidrio a las 4 de la madrugada y tú, que tienes que trabajar al día siguiente, no puedes dormir entre el calor y el ruido; te aguantas. El turismo es la pela, “la pela es la pela”, y es la única pela que se produce por aquí. ¡Todo por el empleo y el crecimiento señorías!
Pero no acaba en esto la pesadilla turística en la que están empeñadas las Baleares y otras zonas de España.
Buscando una cala donde poder bucear tuve que recorrer kilómetros de costa a la que no podía acceder desde la carretera no por su escarpada orografía sino porque me lo impedían las propiedades privadas que se han adueñado de nuestro litoral. Finalmente encontré el camino de piedras que conducía a lo que quedaba de cala tras un depósito de agua y sin señalización alguna. Era la servidumbre de paso más triste que he visto en mi vida. Todas esas villas de lujo construidas en los acantilados y playas estaban ocupadas por rusos, alemanes, suecos, italianos, franceses, etc., que literalmente se han apoderado de nuestras costas.
Por si esto fuera poco, “todas las playas de Mallorca están en riesgo de privatización por la reforma de la Ley de Costas aprobada por el Partido Popular”, según declaraciones recientes de algunos cargos políticos de la oposición.
La privatización de nuestras costas, que no sólo tiene consecuencias sociales sino también medioambientales y a la larga económicas, es un fenómeno denunciado no solo por todas las organizaciones ambientalistas de este país sino por políticos honrados e intelectuales independientes.
La costa es un patrimonio común inalienable y no puede privatizarse sino en contadas excepciones muy justificadas. Se ha visto, como consecuencia de la explosión de la burbuja inmobiliaria, como todos los abusos realizados en nuestras costas han acabado pagándose, no sólo con el derribo o abandono de muchas urbanizaciones e infraestructuras hoteleras, sino con algo peor, el deterioro medioambiental, paisajístico y, por tanto, del atractivo turístico que puso en valor la zona privatizada.
La privatización de la costa produce beneficios a corto plazo y graves consecuencias a largo plazo. La lógica del capital es la obtención de beneficios, a poder ser a corto plazo. La lógica de la política es mantener y defender el bien común a largo plazo, pensando en las generaciones venideras.
¿No les gusta a nuestros gobernantes eso de la reválida? Pues que se lo apliquen primero a sus propios conocimientos de lo que es la política.











