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Javier Salaberria
Viernes, 11 de Septiembre de 2015 Tiempo de lectura:

Tiritas para una gangrena

[Img #6974]Tenemos unos doctores empeñados en desarrollar fármacos para combatir los síntomas de la resaca y no las causas de la alcoholemia. Al parecer, no se trata de dejar de emborracharnos sino de que no nos mate seguir haciéndolo.

 

La última ocurrencia de nuestros doctores es un “Plan Marshall” para atajar “las migraciones” -palabra que traducida a un lenguaje desnudo de cinismo, significa: el drama imparable de los refugiados que huyen del terror y la miseria-.

 

Hay más hipocresía en el aire que plásticos flotando en la mar.

 

El Ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Alfonso Alonso, se ha mostrado convencido de la capacidad para acoger a los refugiados que asigne la Unión Europea a España, pero ha pedido que “no se actúe con frivolidad” con este tema. “Hay una especie de carrera a ver quién es más bondadoso y éste es un país organizado, tenemos entidades con mucha experiencia y el problema no es que no podamos acoger, porque España es de los países que mejor integra a la población de fuera, el problema está en el origen, en los millones de desplazados en Siria y en la falta de una política global europea y su falta de cooperación”.

 

Yo me sumo a esta fiebre de solidaridad ofreciendo mi casa a un banquero y a un político. Porque la única manera de salvar al paciente es amputar. Y amputando muchos políticos y todos los banqueros se quedarían en los campos de refugiados y en las ciudades ruinosas que ellos mismos han creado.

 

¿Inyectar deuda para solucionar el problema de los refugiados? Don Mariano, por favor, lea usted a Valle Inclán, paisano suyo. Efectivamente, una sobredosis acaba con la enfermedad; porque también acaba usted con el paciente.

 

El esperpento nacional crece sin límite. Las idioteces que tenemos que aguantar sobre Cataluña son cada día más insoportables. Las mismas que escuchamos sobre nuestra milagrosa recuperación económica, esa que permite a 1.793.600 hogares españoles con todos sus miembros en paro sobrevivir gracias a la economía sumergida, en vez de dedicarse a asaltar supermercados con hachas y facas.

 

¿Si no somos incapaces de ordenar nuestra casa, cómo piensa usted hacer frente a la oleada imparable de refugiados que se cierne sobre Europa?

 

No me hagan reír con nuestra “capacidad para acoger”, nuestra ejemplar solidaridad y sensibilidad -demostrada día a día en el tratamiento informativo de esta crisis humanitaria- y nuestra envidiada capacidad de acogida e integración del refugiado y del emigrante -también puesta a prueba a diario en las vallas de Ceuta y Melilla-.

 

El problema, sin duda razonable alguna, es el Estado Islámico. Nada que no puedan solucionar unos cuantos misiles y bombas inteligentes. ¿Las mismas bombas que les hemos vendido a ellos? ¿Los mismos misiles que ellos compran vendiéndonos su petróleo en el mercadillo del patio trasero? ¿Pero no quedamos en que eso del Estado Islámico lo han montado los servicios secretos de Turquía y Arabia Saudita para derrocar a Bashar Al-Asad?

 

¿Para qué andarnos con rodeos? Yo propongo que el Plan Marshall lo inyectemos directamente en Israel. Ellos sí que saben cómo hacer el trabajo y nos va a salir más barato que arreglar medio mundo para que no haya más guerras ni refugiados o emigrantes. Además, Israel sabe muy bien a quién hay que apoyar en la zona: a nadie, excepto a ellos. Porque mira que los sunitas son malos, pero los chiítas son casi peores, están del lado de China y a Rusia.

 

Seamos salomónicos, partamos el bebé por la mitad. Ninguna madre derramará una lágrima por estos parias.

 

La Cofradía ha decidido que “la especia debe fluir”, cueste lo que cueste. Mientras tanto, no hay esperanza para los ciudadanos de Arrakis, salvo seguir huyendo de sus hogares para invadir los nuestros. Ellos, por necesidad, tienen más luces que nuestros doctores y más coraje que nuestros pretorianos.

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