Miércoles, 17 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 17 de Septiembre de 2025 a las 11:15:24 horas

Tienes activado un bloqueador de publicidad

Intentamos presentarte publicidad respectuosa con el lector, que además ayuda a mantener este medio de comunicación y ofrecerte información de calidad.

Por eso te pedimos que nos apoyes y desactives el bloqueador de anuncios. Gracias.

Continuar...

Javier Salaberria
Martes, 13 de Octubre de 2015 Tiempo de lectura:

Por Dios, por la patria y el Rey

[Img #7164]Tras la resaca de las enormes sandeces que se tienen que leer y escuchar cada año en la celebración de la Fiesta Nacional, es oportuna una reflexión sobre uno de los mayores problemas de este país, junto con el paro, la corrupción y la falta de liderazgo: la crisis identitaria.

 

Hablar de “crisis” resulta casi optimista porque para que haya crisis debemos haber conocido tiempos mejores y no parece ser el caso. Nuestra identidad como españoles siempre ha sido tortuosa. Sin duda, por falta de enfoque sobre lo enriquecedor que es ser plural y por una tendencia general en todos los clanes de pata negra al dogmatismo y la endogamia, practicando como norma la afirmación propia basada en la negación del otro. Vamos, que somos unos torquemadas cuando hablamos de identidades, ya sean religiosas, nacionales, políticas o incluso deportivas.

 

El "Confidencial Digital" ponía el dedo en la llaga el pasado 6 de octubre. Titulaba así una noticia: “Vuestro juramento es infiel. Mensaje a los musulmanes del Ejército Español”.

 

El artículo resumía el problema del modo siguiente:

 

Varios imanes han advertido que jurar lealtad a España, vestir uniforme militar con una cruz y ponerse en pie al escuchar el himno nacional quebranta la fe. Militares musulmanes pertenecientes al Ejército español llevan algún tiempo preguntando a autoridades islámicas si su trabajo diario en las Fuerzas Armadas se adecúa a los preceptos del Islam. La respuesta que están recibiendo es que algunas características de la vida militar quebrantan la fe.”

 

El problema no es superficial por las consecuencias a medio y largo plazo, sobre todo en ciertas zonas calientes como Ceuta y Melilla donde gran parte de la tropa y oficialidad de Regulares y Legionarios son musulmanes. Por supuesto, hay preocupación en las Fuerzas Armadas por lo que consideran un riesgo de radicalización o infiltración de radicales islamistas. Pero la Constitución Española garantiza la igualdad ante la ley y la libertad de conciencia. Discriminar a un español por razón de sus creencias religiosas no es posible, así que hay que hilar fino en este asunto. De hecho hay un proceso de secularización en las instituciones del estado que incluye a las Fuerzas Armadas, y que va en consonancia con el carácter aconfesional del mismo. Resulta contradictorio en un estado laico -pero se da el caso- ver que un legionario musulmán porte a hombros la figura del Cristo de la Buena Muerte en los desfiles de Semana Santa.

 

Religión, cultura e identidad son difíciles de separar. Pero teniendo las ideas claras sobre qué es cada cosa podemos movernos sin miedo a perdernos.

 

Resulta que las identidades, como las culturas, no son inmóviles ni impermeables, sino muy dadas a la fusión, al mestizaje, al sincretismo. Pero sólo las que son fuertes. Precisamente el modo que cree tener una identidad débil para sobrevivir, es cerrarse a cualquier cambio o influencia externa. Sin embargo se equivocan de cabo a rabo. Porque la supervivencia, como muestra la naturaleza en la evolución de las especies, es una cuestión de flexibilidad y adaptabilidad a los cambios. La rigidez y la especialización está llamada necesariamente a la extinción.

 

¿Se puede ser musulmán y legionario? ¿Se puede ser gitano y Guardia Civil? ¿Se puede ser catalán y español? ¿Se puede ser vasco y alegrarse de los triunfos de La Roja? Claro que sí, no sólo se puede, se debe, si queremos sobrevivir al siglo XXI.

 

¿Hay algo más islámico que la entrega a un ideal comunitario, que es la patria común, la defensa de los valores tradicionales (que incluyen la fe en Dios) y la defensa del orden natural de gobierno personal (Dios, patria y Rey)?. Pero visto desde la miopía intelectual de un imán salafista es incompatible, ya que ellos sólo alcanzan al envoltorio cultural y no a la esencia religiosa.

 

Por supuesto: Nuestros reyes siguen siendo “Católicas Majestades” y el rey de Marruecos “Amir al Muminin” –Príncipe de los Creyentes- Si un musulmán español creyese que debe lealtad a su califa ¿Qué hace viviendo en territorio kafir? ¿Cómo se le ocurre aceptar las ayudas sociales pagadas con dinero usurero manchado con la sangre de musulmanes? ¿Cómo es que colabora en la creación de riqueza en un reino cruzado que bombardea musulmanes? Ese musulmán, según el fiqh (derecho islámico), tiene la obligación de emigrar a un país en el que esté bajo la protección de un califa y sólo puede quedarse en territorio enemigo si es para hacer proselitismo islámico.

 

No creo que haya muchos musulmanes españoles o inmigrantes planteándose esto ahora mismo. Sin embargo sí creo que la mayoría tienen serios problemas identitarios, incluídos los militares que se hacen esas preguntas estúpidas. ¡Habértelas hecho antes de jurar bandera y cobrar por tu empleo! El mero hecho de hacértelas debería ponerte de patitas en la cola del paro.

 

Pero esas dudas no son exclusivas de musulmanes. Muchos vascos, catalanes, ceutíes, gitanos, latinos... tienen los mismos problemas de conjunción identitaria. Sobre todo si son jóvenes.

 

La cuestión no es tanto saber si estamos o no de acuerdo con el Himno de Oriamendi,

“Por Dios, por la patria y el Rey, lucharon nuestros padres.
Por Dios, por la patria y el Rey, lucharemos nosotros también”

 

Lo importante es tener claros qué son para nosotros nuestro Dios, nuestra patria y nuestro Rey, y actuar en consecuencia.

Portada

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.