Un proceso adiabático
Los procesos adiabáticos, término que se usa en termodinámica y en meteorología, son procesos que funcionan internamente con poco o nulo contacto con el entorno, digamos que son procesos cuasi-autónomos regidos por principios concretos en momentos y lugares determinados.
Desde la ciencia política no somos pocos los que pensamos que algunas leyes de la física pueden ser de aplicación al comportamiento de las sociedades, ayudándonos a comprender su funcionamiento.
En Cataluña se ha superado la fase de la sorpresa política, la del fenómeno sociológico, la de la perplejidad del observador, la del ridículo internacional, la de la parálisis institucional, y se ha llegado al esperpento. Ahora entramos en un espacio-tiempo novedoso.
La CUP tiene el problema de desmentirse a sí misma o inventar equilibrios que solo pueden ser sorprendentes; "Juntos por el sí" está en una situación indefinible, porque no deja de ser un invento "ad hoc" para estas últimas elecciones, que ciertamente de autonómicas lo tenían todo formalmente, pero en la realidad han sido otra cosa que no tiene cabida en las clasificaciones al uso; los partidos de la oposición siguen cayendo o desapareciendo, excepto Ciudadanos.
La gobernabilidad en esta comunidad autónoma, si es que hay algo que gobernar, se antoja muy difícil, sobre todo porque el imperativo de la mítica independencia soslaya la ausencia de un programa electoral conjunto, convirtiéndose en el único elemento aglutinador entre fuerzas políticas tan dispares como Convergencia y la CUP o los neo-comunistas de Romeva; Convergencia, que representa a una derecha burguesa muy conservadora, incluso en cuestiones religiosas, y que tradicionalmente ha estado directamente conectada con el empresariado, la banca y las grandes infraestructuras; y la CUP, que es un movimiento asambleario, antisistema, anticapitalista, antieuropeo, antieuro, antiespañol, anti-casi todo y que lo que propugna tiene un nombre aquí y en cualquier lugar del planeta: Revolución.
Pero, efectivamente, el proceso me recuerda a los procesos adiabáticos, porque a este movimiento independentista parece no importarle lo que ocurre en su entorno, o lo que desde éste se le dice repetidamente. Es como si los mensajes que intentan llegar al proceso les entrase por un oído y les saliese por el otro; este proceso se ha convertido en un autoproceso, que además deja de lado y en muy mal lugar a más de la mitad de la población catalana. Me atrevo a realizar un pronóstico desde una perspectiva más física y matemática de la cuestión y, por supuesto, teniendo en cuenta lo que la historia nos enseña:
1) - Explosión. Se puede producir una explosión por incoherencia del sistema, y como en todas las explosiones, cuando ocurren, se inicia inmediatamente una disipación de energía, un cambio en el nivel de entropía, y en este caso, se comportaría como un globo que se desinfla o revienta, se busca un equilibrio que se había roto. Esto trae consigo un problema muy grave, el nivel de frustración puede alcanzar cotas muy elevadas, que requieran generaciones eliminar o incluso que desarrollen comportamientos antisociales.
2) - Implosión, que genera concentración (las más fuertes que existen en el universo son los agujeros negros), concentración que repercute en la amplitud e intensidad del movimiento independentista, en este caso aumentaría la intensidad, o sea, el radicalismo, con menos peso social, con inferior resultado electoral, pero con actitudes imprevisibles. No es la primera ni la segunda vez que en Cataluña se complica hasta extremos salvajes la convivencia.
De momento, el espectáculo es alucinante y no solo no deja de sorprendernos semana a semana sino que seguirá haciéndolo hasta que se produzca una explosión o una implosión, o ambas a la vez, esto es: una fractura social más extrema que la actual.
Mientras tanto, el proceso, como si de uno adiabático se tratase, avanza de una manera curiosa, porque el movimiento independentista no está desconectando de España o de Europa, está desconectando del entorno, está desconectando del mundo que les rodea, que, sin duda, es el mundo real.
Los procesos adiabáticos, término que se usa en termodinámica y en meteorología, son procesos que funcionan internamente con poco o nulo contacto con el entorno, digamos que son procesos cuasi-autónomos regidos por principios concretos en momentos y lugares determinados.
Desde la ciencia política no somos pocos los que pensamos que algunas leyes de la física pueden ser de aplicación al comportamiento de las sociedades, ayudándonos a comprender su funcionamiento.
En Cataluña se ha superado la fase de la sorpresa política, la del fenómeno sociológico, la de la perplejidad del observador, la del ridículo internacional, la de la parálisis institucional, y se ha llegado al esperpento. Ahora entramos en un espacio-tiempo novedoso.
La CUP tiene el problema de desmentirse a sí misma o inventar equilibrios que solo pueden ser sorprendentes; "Juntos por el sí" está en una situación indefinible, porque no deja de ser un invento "ad hoc" para estas últimas elecciones, que ciertamente de autonómicas lo tenían todo formalmente, pero en la realidad han sido otra cosa que no tiene cabida en las clasificaciones al uso; los partidos de la oposición siguen cayendo o desapareciendo, excepto Ciudadanos.
La gobernabilidad en esta comunidad autónoma, si es que hay algo que gobernar, se antoja muy difícil, sobre todo porque el imperativo de la mítica independencia soslaya la ausencia de un programa electoral conjunto, convirtiéndose en el único elemento aglutinador entre fuerzas políticas tan dispares como Convergencia y la CUP o los neo-comunistas de Romeva; Convergencia, que representa a una derecha burguesa muy conservadora, incluso en cuestiones religiosas, y que tradicionalmente ha estado directamente conectada con el empresariado, la banca y las grandes infraestructuras; y la CUP, que es un movimiento asambleario, antisistema, anticapitalista, antieuropeo, antieuro, antiespañol, anti-casi todo y que lo que propugna tiene un nombre aquí y en cualquier lugar del planeta: Revolución.
Pero, efectivamente, el proceso me recuerda a los procesos adiabáticos, porque a este movimiento independentista parece no importarle lo que ocurre en su entorno, o lo que desde éste se le dice repetidamente. Es como si los mensajes que intentan llegar al proceso les entrase por un oído y les saliese por el otro; este proceso se ha convertido en un autoproceso, que además deja de lado y en muy mal lugar a más de la mitad de la población catalana. Me atrevo a realizar un pronóstico desde una perspectiva más física y matemática de la cuestión y, por supuesto, teniendo en cuenta lo que la historia nos enseña:
1) - Explosión. Se puede producir una explosión por incoherencia del sistema, y como en todas las explosiones, cuando ocurren, se inicia inmediatamente una disipación de energía, un cambio en el nivel de entropía, y en este caso, se comportaría como un globo que se desinfla o revienta, se busca un equilibrio que se había roto. Esto trae consigo un problema muy grave, el nivel de frustración puede alcanzar cotas muy elevadas, que requieran generaciones eliminar o incluso que desarrollen comportamientos antisociales.
2) - Implosión, que genera concentración (las más fuertes que existen en el universo son los agujeros negros), concentración que repercute en la amplitud e intensidad del movimiento independentista, en este caso aumentaría la intensidad, o sea, el radicalismo, con menos peso social, con inferior resultado electoral, pero con actitudes imprevisibles. No es la primera ni la segunda vez que en Cataluña se complica hasta extremos salvajes la convivencia.
De momento, el espectáculo es alucinante y no solo no deja de sorprendernos semana a semana sino que seguirá haciéndolo hasta que se produzca una explosión o una implosión, o ambas a la vez, esto es: una fractura social más extrema que la actual.
Mientras tanto, el proceso, como si de uno adiabático se tratase, avanza de una manera curiosa, porque el movimiento independentista no está desconectando de España o de Europa, está desconectando del entorno, está desconectando del mundo que les rodea, que, sin duda, es el mundo real.











