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La Verdad Ofende
Miércoles, 18 de Noviembre de 2015 Tiempo de lectura:

El tiempo de los egipcios toca a su fin

[Img #7460]Nada en política es casual ni tampoco intrascendente, aunque quienes menos aceptan sus responsabilidades más pretendan hacer que todo pase y nada pese. 10.000 aforados nos dan fe.

 

El terror que hoy atenaza Europa nos obliga a reflexionar ante posturas ambiguas, trasversales, contextuales, o el eufemismo que a uds plazca. Pero el problema es de mayor calado, muy viejo,  y afecta a las raíces esenciales de nuestro sistema de convivencia occidental. Toca mirarlo de frente, porque ha vuelto y se va a quedar.

 

Egipto ofreció la primera falsa imagen de solución al problema de Oriente Medio, tras los acuerdos suscritos en aquel abrazo de Vergara que fue “Camp David”, entre Anuar el Sadat y Menájem Beguín. En esencia, quienes acuden siempre a la ONU (aunque luego el Islam rechazase firmar la Declaración de los Derechos Humanos, por ir contra el Corán) aceptaban a regañadientes la legalidad que la ONU daba al Estado de Israel. Este, a cambio, pagaba una vez más, por existir, con la devolución de los territorios perdidos por Egipto tras la guerra de los seis días. Y digo pagar, puesto que en el derecho internacional aún se defienden las reclamaciones por derechos de conquista en litigios entre estados. 

 

El necesario movimiento Sionista, tan legítimo como la Hispanidad o la Commonwealth,  venia a solucionar un problema de dos mil años de desafuero, tras las expulsiones romanas de Tito y la primera diáspora hebrea, cuando Judea pasó a llamarse Palestina, y los judíos dispersados por el orbe conocido. 2.000 años de expolios, progroms y persecuciones culminaron en la Shoa, y la voluntad de la comunión internacional de reintegrarlos a sus tierras. Y digo suyas, no por derechos históricos (que también, el invasor Islam llego siete siglos después), sino por títulos de propiedad. Durante el siglo XX el movimiento sionista estuvo comprando, a precio de oro, miles de hectáreas en tierras del protectorado británico de la vieja Judea, hoy palestina, a los musulmanes. 

 

Aquellas tierras eran un inhóspito, despoblado y desértico erial que los musulmanes invasores pusieron precio, y el judío compró a base de trabajo y tesón. Menos de 180.000 pobladores musulmanes disgregados habitaban aquellas tierras en los años veinte, casi todos egipcios, aunque también cisjordanos (sus apellidos lo certifican); el término palestino es pues inventado. Hoy, casi dos millones de musulmanes egipcios se hacinan en la franja de Gaza, cabreados, desde donde el Islam, mediante el terro,r reclama un derecho discutible ante esta inventada nación palestina. Ningún título histórico, de arraigo o de propiedad les avala. Solo la violencia y el odio ismaelita que les produjo la aparición de esa prospera democracia occidental acosa a Israel, desde donde se alza la bandera de la libertad, el derecho internacional, las minorías, la cultura judeocristiana, los derechos humanos sin excepciones de credo, sexo o raza, tan opuestos al Islam.

 

La imposición violenta en sociedades democráticas y abiertas ha chapoteado con comodidad (y subvenciones) desde posiciones de izquierda demasiado tiempo ya, y es menester denunciarlo con claridad. No relataré las fortunas que el mundo dilapido con los palestinos, hoy gobernados por HAMAS (el terror) derrochados en universidades del terror, túneles construidos por niños, cohetes y atentados. Es el yugo de HAMAS de corte ideológico fundamentalista, jaleados por la  izquierda ante el cobarde perfil europeo. Este ejemplo ilustra  problemas más cercanos y que el Adanismo del permeable occidente ha dilatado hasta hoy. 

 

Los acuerdos de las FARC no difieren demasiado de los que hemos admitido en España con ETA (impunidad y dinero por paz) que sin duda ha vencido. Durante 40 años de democracia ellos eligieron el 9mm Parabellum como forma de hacer política. Las cesiones no solo las hizo Rajoy o Zapatero, vienen de la Transición, cuando nuestra joven democracia intentó encajar apaciguando a regionalismos, entonces insignificantes pero insaciables, en aquellos nuevos acuerdos de Vergara que supusieron la Constitución. 

 

De nada sirvió ese cobarde apaciguamiento, como de nada sirvió la conferencia de Evian ni la de Munich en los años treinta ante Hitler, ¿recuerdan? "Os dieron a elegir deshonor o guerra.." La "transitoria" puso al reino de Navarra en manos de los seguidores del sifilítico Arana, quienes hoy toman el poder e inician la necesaria tergiversación histórica, educativa y lingüística, en unos niños que mañana serán gudaris, reeducados y dispuestos a defender una anexión territorial que culmine el sueño esquizofrénico de aquel enfermo, llamado Sabino Arana, inventor de los nombres eusquéricos y de todo ese pastel, anti español y nazionalista, totalitario e invasor, el ”Anschluss” sobre el “Lebensraum” Navarro. 

 

Los sudetes en casa, señores. 

 

De giñarse, si, si..

 

Cataluña extinguió en la transición sus conatos de violencia muy pronto (pregunten al periodista Losantos y Terra Lliure) para instalarse en algo más provechoso: un desfalco institucional continuado, económico, histórico y moral iniciado en los albures del siglo XX. 

 

En aquel entonces, se culminaron los saqueos de documentos de la corona de Aragón (archivero Bofarull), y de Valencia y Baleares para crear el sustento ideológico, la lengua común, refrito lingüístico de un dialecto franco (del Llemosi o Barceloni al catalán, por un químico que no lingüista, Pompeyo Fabra) y una historia que diese sustento ideológico y apoyo a la inventada nación: los países catalanes. 

 

En los últimos cuarenta años hemos asistido al saqueó de la hacienda pública hasta lo inimaginable, “el bono basura”, mientras se culpaba a Madrid, para justificar y declarar el recién llegado “Estat catala”.

 

¿He esculpido bien el perfil del egipcio nacional? Dura ya 40 años. Permítanme unos retoques finales:

 

El Estado fue el necesario cómplice, (pues ellos también robaban) hierático y cobarde ante estos desafueros, y la incrédula e impávida mirada de la esfera internacional que observaba, atónita, como las Españas se suicidaban solas, en el momento de mayor prosperidad, jamás conocido, Mientras, un bonachón Rey paseaba a una cortesana, entre las monarquías árabes, en pos de una comisión. 

 

Paralelamente a lo narrado se desarmó culturalmente a la nación; y no me refiero a los toros: 

 

El Estado aconfesional soporta una constante presión desde medios de izquierda (de  progresistas nada, vean Andalucía tras 34 años de socialismo) que buscan demoler nuestras raíces históricas, construidas y fundamentadas en la cristiandad y sus tradiciones, apoyando cualquier demolición histórica o reclamación, por novelada que esta sea, sobre hechos tergiversados, para dar sustento a reclamaciones hilarantes. La cosa llegó tan lejos como hacer padre de la “nación andaluza” (ppff..) nada menos que a un tal Ahmad o Blas Infante, marxista y converso musulmán, que ansiaba la vuelta de Al Ándalus. Se creo bandera incluso, con colores del islam. La expropiación de la catedral de Córdoba y entrega al islam (erigida tras ser derribada la basílica de San Vicente por Abderraman) será la primera víctima, y al santo rey, Fernando III cualquier día nos lo quemarán como en la guerra civil.

 

El aborto y la ideología de género han estigmatizado valores esenciales de la condición humana, para defender minorías sociales y sexuales, alienando la familia (pilar esencial social que sustento a los españoles en esta larga crisis) y la naturaleza del ser humano, hasta convertir nuestra naturaleza biológica en un chiste sociológico, bajo eufemismos tipo “nasciturus” o bien deformaciones etimológicas (matrimonio, mater-monium – homosexual). 

 

Medidas como castigar la natalidad (soporta el 22% IVA, pañales, etc...) frente al 4% de los sistemas anticonceptivos son la mejor muestra. Por cierto, Mañana nadie va a pagar nuestras pensiones, no les quepa duda a ustedes. 

 

El fértil y reproductivo Islam no gusta de perfiles egipcios, como a esta desvirtualizada y cobarde sociedad española; nos invade de frente, subvencionado con tus impuestos y defendido por nacionalistas de la mano de marxistas, entre cantos por el dialogo, por las  minoría y los derechos sociales. 

 

Hoy se aprestan ya a ocupar nuestro lugar. Pronto, los ciudadanos musulmanes querrán leyes acordes con sus usos, costumbres y legislacion, la Sharia, derribando los derechos humanos con los que colisiona y que tanto costo lograr. Para quienes poco leen, Islam significa “Sumisión”. Regresaremos al siglo XV, el del calendario musulmán en el que viven.

 

La denominada derecha española, en una traición de valores inédita en nuestra historia, buscando solo perpetuar su poder y corruptelas, hoy ejerce en competición con el socialismo la agotada socialdemocracia, abandonando a su electorado natural, mientras hunde al Estado en una deuda publica desconocida, un paro insoportable, una clase media desangrada y desahuciada ante un sonriente y re inventado leninismo Gramsciano que se frota las manos. Hoy lo llaman "amable”, mientras asesoran a Venezuela como reprimir mejor a la oposición. Pregunten a Leopoldo Lopez o a su valiente mujer.

 

Su amable y triunfante génesis Venezolana (aquella nación ya ha quebrado y hoy se precipita a la guerra civil), ya la quisiera Largo Caballero. Ya se dan la mano con el más cruel separatismo ( ETA-BILDU - vean sentencia tribunal supremo) mientras copan las instituciones de antisemitas, actrices porno, perroflautas  y empaladores. 

 

Para colmo, el PP ha aprobado la educación islámica en centros públicos (se ha publicado en el BOE), cerrando así la bella escultura del egipcio ibérico que les estoy narrando, todo un D. Julián.

 

La clásica y estilizada figura de un egipcio que tenemos la costumbre de ver, solo muestra a medio hombre, ocultando sibilinamente su otro lado, e impidiendo contemplar toda su realidad. Otros, aquellos españoles viejos, frente al egipcio siempre anduvieron de frente... o navegaron.

 

De Pasajes era D. Blas, ese vascón a quien los ingleses vinieron en llamar “medio Hombre”. El recuerdo de “la oreja de Jenkins”  que el amputo, es el más claro ejemplo de aquella frase que un antecesor suyo, extremeño, pronunció, y que además de cierta, aun algunos españoles soñamos demostrar:

 

“No pelea el numero sino el ánimo. No vencen los muchos sino los valientes” 

 

Hernán Cortes.

 

Basta de egipcios...

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