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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 04 de Enero de 2016 Tiempo de lectura:

Feliz 2016, pese a los partidos políticos

A estas alturas va  a resultar que va a tener razón José Antonio Primo de Ribera cuando afirmaba que "Evidentemente, para adueñarse de la voluntad de las masas hay que poner en circulación ideas muy toscas y asequibles; porque las ideas difíciles no llegan a la muchedumbre; y como entonces va a ocurrir que los hombres mejor dotados no van a tener ganas de irse por las calles estrechando la mano del honrado elector y diciéndole majaderías, acabarán por triunfar aquellos a quienes las majaderías les salen como cosa natural y peculiar"

 

Nunca he comulgado con totalitarismo de ninguna especie ni con ideas antiliberales, pero he de reconocer que la situación a la que están llevando a España los partidos políticos es realmente inaguantable para el ciudadano medio que lo único que quiere es que las cosas mejoren y se solucionen los problemas estructurales que nos acosan siempre a los de abajo. Los políticos están, por definición para mejorar la vida de la gente, no para complicársela, que es, ni más ni menos lo que están haciendo entre todos ellos.

 

Si hacemos una revisión de la historia contemporánea podremos observar que se repite una constante: tras una crisis de carácter sistémico, como la que aún nos oprime, siempre llega un movimiento totalitario de uno u otro signo. Y normalmente sucede esto ante la incapacidad de los partidos que tienen la responsabilidad de estructurar la vida pública y sostener la nación bajo el paraguas de la Constitución. Y su endogamia egoísta que les hace incapaces de ver más allá de las entretelas de su espacio interno les convierte en inútiles. Les imposibilita esta cerrazón mental para ponerse de acuerdo en pactos de Estado o alianzas de gobierno en unas situaciones difíciles que requieren de generosidad y esfuerzo al servicio del bien común, dejando al lado ambiciones, visiones cortoplacistas y recorridos de poco alcance.

 

Eso es lo que estamos observando ahora en el panorama político. Se lo están poniendo fácil a los que no creen en la democracia liberal, a los que quieren demoler las bases de nuestro sistema democrático para construir fórmulas ya experimentadas y fracasadas, cercanas al leninismo o al chavismo, que tienen bastante parecido.

 

Si el populismo se implanta por causa y culpa de la incapacidad del PP/PSOE/C’S para gobernar con un programa de reformas que mejore la grave situación por la que atravesamos, podemos irnos preparando para un Estado intervencionista y expoliador, con subida de impuestos a trote y moche, con huída de capitales y deslocalización de empresas y, por tanto, con incremento alocado del déficit público -¿más aún?, pues sí, todo es susceptible de empeorar aún más-, con quiebra y suspensión de pagos debido a  una bajada de recaudación en términos  absolutos, con un empobrecimiento aún mayor de las clases medias y una proletarización de la sociedad.  ¿Esa es la idea que sustenta el señor Sánchez, al aproximarse a Podemos? ¿Qué idea tiene el líder socialista de España y del Estado de Derecho, del fundamento constitucional?

 

Y es que si no gobiernan en una coalición de gobierno Partido Popular, Ciudadanos y socialistas, podemos prepararnos para un mayor desgaste y desprestigio de la política en el imaginario ciudadano; y eso beneficia a quienes quieren cambiar el Sistema, la idea de Nación y el planteamiento constitucional de convivencia colectiva, ideada sobre  los valores de la tolerancia y el respeto al que  piensa de forma desigual.

 

Esos tres partidos tienen una grave responsabilidad sobre lo que suceda si no hay un acuerdo. El Partido Popular por no ceder en sustituir a Rajoy por otro liderazgo más asumible por el resto de los convocados, sin la mácula de la corrupción que ha carcomido al partido del Gobierno. El PSOE por mirarse al ombligo y solamente responder a la ambición personal de quien debería haber dejado su poltrona a persona más solvente y receptiva a la idea del consenso constitucional. Y Ciudadanos por no ponerse al servicio pleno a la nación, que pasa por postularse para entrar en el próximo gobierno y firmar un programa detallado de políticas de gobernanza  de España.

 

Solamente, en esta situación, si se postula un programa que comprometa a los tres partidos y que obligue a pactar políticas, se llegará a una legislatura fructífera, que obligue a reformas sensatas y que permita ilusionar nuevamente a los frustrados ciudadanos. Cada cual por su cuenta, arrastrados por la mezquindad y la falta de miras, van al precipicio y nos arrastran tras ellos a los ciudadanos, dejando el camino libre a quienes esperan con anhelo el fracaso para dar el golpe de gracia al pluralismo político con el signo totalitario. O son capaces de ver esto o lo mejor que pueden hacer sus líderes es irse a su casa y dejar paso a quienes tengan una idea de Estado que exige responsabilidad y sacrificio.

 

Si esta vez me defraudan y nos llevan a nuevas elecciones para repetir un escenario aún peor, dejaré de votar, y abandonaré toda esperanza en la regeneración de este país tan maltrecho.

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