Una memoria histórica desmemoriada
Si alguna importancia tuvo la Transición democrática, aparte de traernos unas libertades y derechos individuales que no disfrutamos nunca anteriormente durante toda la trayectoria histórica de España, fue para reconciliarnos las dos Españas, las del enfrentamiento secular, las que nos llevaron al enfrentamiento civil. Ese borrón y cuenta nueva permitió el largo deseo de nuestros padres y abuelos de dejar a un lado los odios y espíritus de venganza y ponernos a trabajar para construir un nuevo país bajo el signo de la democracia y las libertades. Pero algunos, sus hijos, los que no vivieron la Guerra y sus horrores hacen caso omiso de la voluntad de reconciliación de sus padres y han querido un revival con todo lo peor de nuestro pasado, reconstruyendo todas las malas pasiones y rencores que nos llevaron a la parte más negra de nuestra forma de ser, la que dio lugar a los errores del pasado.
Uno de los muchos daños a la sociedad que produjo el nefasto presidente Zapatero ha sido el de una mal llamada “memoria histórica”, lo cual es un pleonasmo, pues si es memoria tiene que ser del pasado, es decir histórica. Pero para que sea memoria, con sentido de imparcialidad y justicia, tiene que ser completa, no parcial, no sectaria, y debe referirse al conjunto de los hechos y sus causas y circunstancias.
Un ejemplo de sectarismo estúpido y cerrazón mental lindante con la ignorancia más supina o con la vileza más tribal o cavernícola es lo sucedido uno de estos pasados días con la retirada ordenada por la corporación podemita del Ayuntamiento de Madrid de una placa conmemorativa del fusilamiento de ocho carmelitas en un cementerio privado de Madrid. Pero lo escabroso del asunto no es que se haya cometido una apropiación indebida de un bien privado, lo cual es un delito en sí mismo, sino el atropello moral de negar a ocho víctimas del chequismo bolchevique de la II República el derecho al recuerdo. Ocho religiosos fusilados por el mero hecho de serlo, siguiendo las consignas de Largo Caballero que afirmó que “Estamos decididos a hacer en España lo que se ha hecho en Rusia. El plan del socialismo Español y del comunismo Ruso es el mismo” (El Socialista, 9 de febrero de 1936).
La II República no fue derrumbada por el golpe militar de Franco. Para entonces ya estaba herida de muerte, según el propio Alcalá Zamora, presidente de la República refiere en sus memorias robadas (Editorial La Esfera de los Libros):
“Cuando yo señalaba el contraste entre los partidos de izquierda, que declaraban irreformable la Constitución para prescindir de ella cuando gobiernan, y yo, que exijo su cumplimiento aunque pida se enmienden sus defectos, me interrumpió y dijo con amarga sonrisa: ‘Quizá yo [Azaña] aprecie en ella muchos de los defectos que Vd. Habla’” […]”Poco después ha entrado con precipitación, espanto y lágrimas un matrimonio amigo mío. El marido, que resistió a la dictadura de Primo de Rivera y ganó para la República las elecciones de 1931, ha tenido que huir aterrorizado ante la amenaza de la nueva dictadura tumultuaria, secundada por los delegados de los gobernadores, que van arrancando las dimisiones con amenazas de desamparo ante la violencia. Vienen temblando por sus personas, las de sus hijos y sus bienes, con cuya privación también se les conmina. Les oigo con la amargura consiguiente, aumentada por la convicción de que precisamente todo conato de amparo por mí sería en éstos más que ineficaz, perjudicial.”
Es para escribir un libro monotemático, no un artículo, pero simplemente leyendo las memorias y libros de Madariaga, Sánchez Albornoz (presidente de la República en el exilio), del mismo Azaña y otros, podemos documentarnos suficientemente sobre el fracaso de la II República pues se intentó hacer una revolución bolchevique poniendo en riesgo al propio sistema y vulnerando la Constitución del 31. Los mismos resultados de las elecciones de 1936 lo constatan. En los apéndices de las memorias de Alcalá Zamora se refiere documentalmente los resultados de las elecciones donde ganó –supuestamente- el Frente Popular, con la siguiente suma: izquierda, 4.358.903 votos, derecha 4.155.126, centro 556.126. Si añadimos el voto de centro al de derecha nos da un resultado que deja al descubierto que la izquierda no ganó en esas elecciones.
Lo describía con meridiana precisión Alcalá Zamora:
“Una de las cosas más extrañamente difíciles ha resultado conocer los datos numéricos de votación en las recientes elecciones. A fin de febrero calculaba Martínez Barrio en mi casa que ellos habían obtenido algo menos de un millón de votos de ventaja, y que esa limitada magnitud de la victoria les obligaba a ser prudentes. La cifra exacta no se sabía entonces, y aún ha costado días y esfuerzos saberla, porque las manipulaciones de prestidigitación a partir del lunes 17, preparatorias de tantas insurrecciones y muertes de candidatos lo imposibilitaban. […] Estos datos llevan a las siguientes reflexiones:
1º.- Que si, según el prudente criterio de Martínez Barrio, una mayoría considerable pero no aplastante de votación debía gobernar con templanza, ésta debiera acentuarse al ser aquélla minoría inequívoca de votantes y tercio no más de electores, aunque por desgracia no hay esperanza de que suceda así.
2º.- Que con una ley proporcional los resultados habrían dado una Cámara totalmente distinta y más todavía porque entonces habrían tenido ambiente candidaturas templadas, con fuerzas de atracción sobre votantes y abstenidos”
Como resultado de esa situación de anomia, que recuerda a los momentos presentes, se preparaba el escenario para situaciones como las que refiere en diferentes páginas el que fue máximo dignatario de la República hasta que fue despojado de sus atributos por los que pretendían exterminar a la otra mitad de los españoles:
“A las doce menos veinte tuvo lugar el inconcebible diálogo telefónico con el titulado ministro de la Gobernación. Con su voz leve, en la que no se mostraba emoción y sí inconsecuencia me dijo: ‘No sé si sabrá Vd. Que continúa el deporte… Sí, el de los incendios, y con el mismo estilo de costumbre: siempre manifestaciones pacifistas, de las que al final salen grupos que incendian o atropellan; así llevamos varias semanas’. Al preguntarle por los lugares de los incendios, y decirme que entre los que habían intentado quemar figuraba un convento de trinitarias, le dije: ‘¿Pero Vd. No sabe que allí es donde se conservan las cenizas de Cervantes, y si la fuerza pública tolera y presencia su profanación se deshonrará España ante todo el mundo culto?’”
Hay bastantes más menciones de las barbaridades cometidas en esas fechas del 36, antes del golpe militar.
Según referencias que he encontrado, se asesinaron previamente y durante la Guerra Civil a 13 obispos (Nieto, de Siguenza; Huix, de Lérida; Laplana, de Cuenca; Asensio, de Barbastro; Serra, de Segorbe; Basulto, de Jaén; Borras, de Tarragona; Estanaga, de Ciudad Real; Ventaja, de Almería; Medina, de Guadix; Irurita, de Barcelona; Ponce, de Orihuela; y Polanco, de Teruel).
– 4.184 miembros del clero secular, seminaristas incluidos 2.365 religiosos.
– 283 monjas.
Esto, señora alcaldesa del Ayuntamiento de Madrid, digna representante de Podemos, también es memoria histórica.
Como es memoria, es decir, historia de la que deberíamos aprender, esto que escribió Alcalá Zamora en aquellas aciagas fechas:
“Llegan distintas noticias que describen el terror y el abandono durante la noche de sus moradas por muchos habitantes de Madrid, no solamente los religiosos, sino los laicos, inquilinos de viviendas próximas a templos o conventos Las referencias de las clínicas causan un número considerable de heridos. Testigos presenciales conforman la organización premeditada de los grupos incendiarios, con organización especializada: avanzadas de mozalbetes que materialmente prenden el fuego; gruesos de aparentes observadores que estorban el acceso de los bomberos; parejas destacadas que avisan la llegada de la fuerza abriendo fuego que siguen los otros pistoleros.”
El contrainforme que se hizo a petición del Vaticano para dilucidar las mentiras del canónigo Onaindía encomendado por el lehendakari Aguirre para convencer a la jerarquía de la Iglesia Católica de que en la República no habían grandes atropellos religiosos ni persecuciones dignas de mayor consideración decía entre otras cosas lo siguiente:
“Nada hacían para contrarrestar este ambiente los mandones, sino que parece que complacían en mantener vivo el fuego de las persecuciones contra las personas sagradas, como lo prueban los incidentes a que dieron lugar, durante aquellos tristes días de Cuaresma de 1937, aquellos meses de Febrero y Marzo en los que se repetían las detenciones de sacerdotes por los motivos más fútiles. Una tarde fueron detenidos trece sacerdotes en la sacristía de la parroquia de San Nicolás, a donde concurrían diariamente bien a rezar las horas canónicas, o simplemente a charlar de la situación; a los pocos días, en una modesta casa de huéspedes de la calle de la Amnistía, con el pretexto de que allí se conspiraba, fueron detenidos una docena de personas inofensivas, entre ellas cinco sacerdotes santanderinos, cuando tranquilamente charlaban de los sucesos de actualidad, a la vez que otro compañero suyo, ya septuagenario, fue detenido al salir de decir misa de la parroquia de San Francisco por unos individuos que se decían policías de Santander, sin que autoridades hicieran gestiones para saber quiénes eran los aprehensores ni buscar al detenido de quien no se volvió a saber nada.”
Como estos atropellos podrían citarse otros muchos, pudiéndose decir que la predicación era casi nula en Bilbao, pues los sacerdotes no se atrevían a subir al púlpito por temor a que cualquier palabra, o cualquier concepto, pudiese ser falsamente interpretado y fuese motivo para que fuesen detenidos.
“Y así llegó el Domingo de Ramos, día 21 de marzo. Desde por la mañana se había corrido en Bilbao la voz de que se iba a realizar un importante servicio policíaco en Las Arenas. Se hablaba d un complot tremebundo en el que estaban comprometidas todas las familias bien que tenían su residencia en las Arenas, Neguri y Algorta; se decía que había en proyecto una especie de marcha sobre Bilbao, y hasta se llegó a decir que se temía un desembarco de tropas facciosas en las Arenas. Lo cierto de ello es que desde las diez de la mañana quedó interrumpida la comunicación con los pueblos limítrofes de la Ría, que los tranvías de las Arenas y Algorta, así como los automóviles particulares, no podían pasar de las cercanías de la capital, y que varios centenares de automóviles oficiales establecieron un cordón impenetrable en las Arenas y en Algorta, a la vez que todas las embarcaciones de que se pudo echar mano establecieron una especie de bloqueo por aquellas playas.
La gente estaba preocupada en Bilbao y no faltaron personas prudentes que, ante el temor de posibles sucesos, se retiraron a Archanda y a Begoña, o a los montes circundantes. Bien pronto se aclaró todo: en las primeras horas de la tarde se supo que todo aquel aparato bélico había tenido por objeto detener a los fieles que, al salir de misa en las parroquias de Las Arenas y de Algorta, iban en grupos o sencillamente en parejas: 117 personas, todas ellas conocidísimas por sus ideas pacifistas y algunos sacerdotes, fueron detenidas y encerradas en los locales del Club Náutico del Abra." ("El contrainforme Onaindía". Martínez Sanz, José Luis)
¿De esto el PNV no sabe nada, cuando resulta que su lehendakari, Aguirre, estaba allí, en el Gobierno Vasco, al frente de esas fuerzas?
Voy terminando por no extender demasiado este artículo. Voy a citar a modo de ejemplo entre muchos, lo contenido en el legajo Carpeta F, Serie IV del Arzobispado de Madrid, donde se contempla lo sucedido el 18 de julio de 1936, donde Dominicos de Atocha “fueron arrastrados por las calles, y el subprior muerto a hachazos” mientras que un cura de Chamberí fue descuartizado y otro apareció con 40 disparos en el cuerpo, y otro más tras asesinarle le sacaron los ojos y le apuñalaron; y a otro le mataron a palos; y a otros dos les prendieron con gasolina y los quemaron vivos; y al cura de la parroquia de Covadonga le llevaron atados los brazos a unos palos en cruz y le mataron a cuchilladas. El propio Obispo, dio fe de que el cura de Santos de la Humosa, al ser detenido y llevado al Ayuntamiento de Corpa, ‘fue gravemente herido; atado luego a un coche automóvil, y arrastrado por las calles, y tan ferozmente que perdió un brazo y una pierna […]” Etc, etc.
Esto también es memoria histórica, pero sin rencor, con ánimo de ser objetivos y hacer justicia. Las canalladas que ha emprendido Podemos en Madrid, y que seguirán extendiendo por toda España son genuina y originariamente actos sectarios, de enfrentamiento entre españoles, de mezquina ruindad.
Las cosas hay que contarlas como son, para bien o para mal, gusten a unos o no gusten a otros, pero todo, no solamente lo de una parte.
Si alguna importancia tuvo la Transición democrática, aparte de traernos unas libertades y derechos individuales que no disfrutamos nunca anteriormente durante toda la trayectoria histórica de España, fue para reconciliarnos las dos Españas, las del enfrentamiento secular, las que nos llevaron al enfrentamiento civil. Ese borrón y cuenta nueva permitió el largo deseo de nuestros padres y abuelos de dejar a un lado los odios y espíritus de venganza y ponernos a trabajar para construir un nuevo país bajo el signo de la democracia y las libertades. Pero algunos, sus hijos, los que no vivieron la Guerra y sus horrores hacen caso omiso de la voluntad de reconciliación de sus padres y han querido un revival con todo lo peor de nuestro pasado, reconstruyendo todas las malas pasiones y rencores que nos llevaron a la parte más negra de nuestra forma de ser, la que dio lugar a los errores del pasado.
Uno de los muchos daños a la sociedad que produjo el nefasto presidente Zapatero ha sido el de una mal llamada “memoria histórica”, lo cual es un pleonasmo, pues si es memoria tiene que ser del pasado, es decir histórica. Pero para que sea memoria, con sentido de imparcialidad y justicia, tiene que ser completa, no parcial, no sectaria, y debe referirse al conjunto de los hechos y sus causas y circunstancias.
Un ejemplo de sectarismo estúpido y cerrazón mental lindante con la ignorancia más supina o con la vileza más tribal o cavernícola es lo sucedido uno de estos pasados días con la retirada ordenada por la corporación podemita del Ayuntamiento de Madrid de una placa conmemorativa del fusilamiento de ocho carmelitas en un cementerio privado de Madrid. Pero lo escabroso del asunto no es que se haya cometido una apropiación indebida de un bien privado, lo cual es un delito en sí mismo, sino el atropello moral de negar a ocho víctimas del chequismo bolchevique de la II República el derecho al recuerdo. Ocho religiosos fusilados por el mero hecho de serlo, siguiendo las consignas de Largo Caballero que afirmó que “Estamos decididos a hacer en España lo que se ha hecho en Rusia. El plan del socialismo Español y del comunismo Ruso es el mismo” (El Socialista, 9 de febrero de 1936).
La II República no fue derrumbada por el golpe militar de Franco. Para entonces ya estaba herida de muerte, según el propio Alcalá Zamora, presidente de la República refiere en sus memorias robadas (Editorial La Esfera de los Libros):
“Cuando yo señalaba el contraste entre los partidos de izquierda, que declaraban irreformable la Constitución para prescindir de ella cuando gobiernan, y yo, que exijo su cumplimiento aunque pida se enmienden sus defectos, me interrumpió y dijo con amarga sonrisa: ‘Quizá yo [Azaña] aprecie en ella muchos de los defectos que Vd. Habla’” […]”Poco después ha entrado con precipitación, espanto y lágrimas un matrimonio amigo mío. El marido, que resistió a la dictadura de Primo de Rivera y ganó para la República las elecciones de 1931, ha tenido que huir aterrorizado ante la amenaza de la nueva dictadura tumultuaria, secundada por los delegados de los gobernadores, que van arrancando las dimisiones con amenazas de desamparo ante la violencia. Vienen temblando por sus personas, las de sus hijos y sus bienes, con cuya privación también se les conmina. Les oigo con la amargura consiguiente, aumentada por la convicción de que precisamente todo conato de amparo por mí sería en éstos más que ineficaz, perjudicial.”
Es para escribir un libro monotemático, no un artículo, pero simplemente leyendo las memorias y libros de Madariaga, Sánchez Albornoz (presidente de la República en el exilio), del mismo Azaña y otros, podemos documentarnos suficientemente sobre el fracaso de la II República pues se intentó hacer una revolución bolchevique poniendo en riesgo al propio sistema y vulnerando la Constitución del 31. Los mismos resultados de las elecciones de 1936 lo constatan. En los apéndices de las memorias de Alcalá Zamora se refiere documentalmente los resultados de las elecciones donde ganó –supuestamente- el Frente Popular, con la siguiente suma: izquierda, 4.358.903 votos, derecha 4.155.126, centro 556.126. Si añadimos el voto de centro al de derecha nos da un resultado que deja al descubierto que la izquierda no ganó en esas elecciones.
Lo describía con meridiana precisión Alcalá Zamora:
“Una de las cosas más extrañamente difíciles ha resultado conocer los datos numéricos de votación en las recientes elecciones. A fin de febrero calculaba Martínez Barrio en mi casa que ellos habían obtenido algo menos de un millón de votos de ventaja, y que esa limitada magnitud de la victoria les obligaba a ser prudentes. La cifra exacta no se sabía entonces, y aún ha costado días y esfuerzos saberla, porque las manipulaciones de prestidigitación a partir del lunes 17, preparatorias de tantas insurrecciones y muertes de candidatos lo imposibilitaban. […] Estos datos llevan a las siguientes reflexiones:
1º.- Que si, según el prudente criterio de Martínez Barrio, una mayoría considerable pero no aplastante de votación debía gobernar con templanza, ésta debiera acentuarse al ser aquélla minoría inequívoca de votantes y tercio no más de electores, aunque por desgracia no hay esperanza de que suceda así.
2º.- Que con una ley proporcional los resultados habrían dado una Cámara totalmente distinta y más todavía porque entonces habrían tenido ambiente candidaturas templadas, con fuerzas de atracción sobre votantes y abstenidos”
Como resultado de esa situación de anomia, que recuerda a los momentos presentes, se preparaba el escenario para situaciones como las que refiere en diferentes páginas el que fue máximo dignatario de la República hasta que fue despojado de sus atributos por los que pretendían exterminar a la otra mitad de los españoles:
“A las doce menos veinte tuvo lugar el inconcebible diálogo telefónico con el titulado ministro de la Gobernación. Con su voz leve, en la que no se mostraba emoción y sí inconsecuencia me dijo: ‘No sé si sabrá Vd. Que continúa el deporte… Sí, el de los incendios, y con el mismo estilo de costumbre: siempre manifestaciones pacifistas, de las que al final salen grupos que incendian o atropellan; así llevamos varias semanas’. Al preguntarle por los lugares de los incendios, y decirme que entre los que habían intentado quemar figuraba un convento de trinitarias, le dije: ‘¿Pero Vd. No sabe que allí es donde se conservan las cenizas de Cervantes, y si la fuerza pública tolera y presencia su profanación se deshonrará España ante todo el mundo culto?’”
Hay bastantes más menciones de las barbaridades cometidas en esas fechas del 36, antes del golpe militar.
Según referencias que he encontrado, se asesinaron previamente y durante la Guerra Civil a 13 obispos (Nieto, de Siguenza; Huix, de Lérida; Laplana, de Cuenca; Asensio, de Barbastro; Serra, de Segorbe; Basulto, de Jaén; Borras, de Tarragona; Estanaga, de Ciudad Real; Ventaja, de Almería; Medina, de Guadix; Irurita, de Barcelona; Ponce, de Orihuela; y Polanco, de Teruel).
– 4.184 miembros del clero secular, seminaristas incluidos 2.365 religiosos.
– 283 monjas.
Esto, señora alcaldesa del Ayuntamiento de Madrid, digna representante de Podemos, también es memoria histórica.
Como es memoria, es decir, historia de la que deberíamos aprender, esto que escribió Alcalá Zamora en aquellas aciagas fechas:
“Llegan distintas noticias que describen el terror y el abandono durante la noche de sus moradas por muchos habitantes de Madrid, no solamente los religiosos, sino los laicos, inquilinos de viviendas próximas a templos o conventos Las referencias de las clínicas causan un número considerable de heridos. Testigos presenciales conforman la organización premeditada de los grupos incendiarios, con organización especializada: avanzadas de mozalbetes que materialmente prenden el fuego; gruesos de aparentes observadores que estorban el acceso de los bomberos; parejas destacadas que avisan la llegada de la fuerza abriendo fuego que siguen los otros pistoleros.”
El contrainforme que se hizo a petición del Vaticano para dilucidar las mentiras del canónigo Onaindía encomendado por el lehendakari Aguirre para convencer a la jerarquía de la Iglesia Católica de que en la República no habían grandes atropellos religiosos ni persecuciones dignas de mayor consideración decía entre otras cosas lo siguiente:
“Nada hacían para contrarrestar este ambiente los mandones, sino que parece que complacían en mantener vivo el fuego de las persecuciones contra las personas sagradas, como lo prueban los incidentes a que dieron lugar, durante aquellos tristes días de Cuaresma de 1937, aquellos meses de Febrero y Marzo en los que se repetían las detenciones de sacerdotes por los motivos más fútiles. Una tarde fueron detenidos trece sacerdotes en la sacristía de la parroquia de San Nicolás, a donde concurrían diariamente bien a rezar las horas canónicas, o simplemente a charlar de la situación; a los pocos días, en una modesta casa de huéspedes de la calle de la Amnistía, con el pretexto de que allí se conspiraba, fueron detenidos una docena de personas inofensivas, entre ellas cinco sacerdotes santanderinos, cuando tranquilamente charlaban de los sucesos de actualidad, a la vez que otro compañero suyo, ya septuagenario, fue detenido al salir de decir misa de la parroquia de San Francisco por unos individuos que se decían policías de Santander, sin que autoridades hicieran gestiones para saber quiénes eran los aprehensores ni buscar al detenido de quien no se volvió a saber nada.”
Como estos atropellos podrían citarse otros muchos, pudiéndose decir que la predicación era casi nula en Bilbao, pues los sacerdotes no se atrevían a subir al púlpito por temor a que cualquier palabra, o cualquier concepto, pudiese ser falsamente interpretado y fuese motivo para que fuesen detenidos.
“Y así llegó el Domingo de Ramos, día 21 de marzo. Desde por la mañana se había corrido en Bilbao la voz de que se iba a realizar un importante servicio policíaco en Las Arenas. Se hablaba d un complot tremebundo en el que estaban comprometidas todas las familias bien que tenían su residencia en las Arenas, Neguri y Algorta; se decía que había en proyecto una especie de marcha sobre Bilbao, y hasta se llegó a decir que se temía un desembarco de tropas facciosas en las Arenas. Lo cierto de ello es que desde las diez de la mañana quedó interrumpida la comunicación con los pueblos limítrofes de la Ría, que los tranvías de las Arenas y Algorta, así como los automóviles particulares, no podían pasar de las cercanías de la capital, y que varios centenares de automóviles oficiales establecieron un cordón impenetrable en las Arenas y en Algorta, a la vez que todas las embarcaciones de que se pudo echar mano establecieron una especie de bloqueo por aquellas playas.
La gente estaba preocupada en Bilbao y no faltaron personas prudentes que, ante el temor de posibles sucesos, se retiraron a Archanda y a Begoña, o a los montes circundantes. Bien pronto se aclaró todo: en las primeras horas de la tarde se supo que todo aquel aparato bélico había tenido por objeto detener a los fieles que, al salir de misa en las parroquias de Las Arenas y de Algorta, iban en grupos o sencillamente en parejas: 117 personas, todas ellas conocidísimas por sus ideas pacifistas y algunos sacerdotes, fueron detenidas y encerradas en los locales del Club Náutico del Abra." ("El contrainforme Onaindía". Martínez Sanz, José Luis)
¿De esto el PNV no sabe nada, cuando resulta que su lehendakari, Aguirre, estaba allí, en el Gobierno Vasco, al frente de esas fuerzas?
Voy terminando por no extender demasiado este artículo. Voy a citar a modo de ejemplo entre muchos, lo contenido en el legajo Carpeta F, Serie IV del Arzobispado de Madrid, donde se contempla lo sucedido el 18 de julio de 1936, donde Dominicos de Atocha “fueron arrastrados por las calles, y el subprior muerto a hachazos” mientras que un cura de Chamberí fue descuartizado y otro apareció con 40 disparos en el cuerpo, y otro más tras asesinarle le sacaron los ojos y le apuñalaron; y a otro le mataron a palos; y a otros dos les prendieron con gasolina y los quemaron vivos; y al cura de la parroquia de Covadonga le llevaron atados los brazos a unos palos en cruz y le mataron a cuchilladas. El propio Obispo, dio fe de que el cura de Santos de la Humosa, al ser detenido y llevado al Ayuntamiento de Corpa, ‘fue gravemente herido; atado luego a un coche automóvil, y arrastrado por las calles, y tan ferozmente que perdió un brazo y una pierna […]” Etc, etc.
Esto también es memoria histórica, pero sin rencor, con ánimo de ser objetivos y hacer justicia. Las canalladas que ha emprendido Podemos en Madrid, y que seguirán extendiendo por toda España son genuina y originariamente actos sectarios, de enfrentamiento entre españoles, de mezquina ruindad.
Las cosas hay que contarlas como son, para bien o para mal, gusten a unos o no gusten a otros, pero todo, no solamente lo de una parte.