Cristina Losada. Editorial Stella Maris
Un sombrero cargado de nieve
Yo creo que no se puede analizar un libro sin hacer una semblanza del personaje que hay detrás de él. Una obra literaria, un ensayo o un trabajo de investigación, es siempre la proyección de una forma u otra de un impulso vital, un anhelo, un encaje de una vida dotada de un sentido o en búsqueda del mismo. Igual que una obra artística es siempre la proyección de una personalidad, de un subconsciente, la obra literaria es la huella que deja un ser de su impronta.
Cristina Losada, como ser humano, es una persona de gran interés. En lo poco que la conozco creo que es una mujer inconformista de origen, con un gran sentido crítico, humanista por excelencia, dotada de un espíritu liberal pero, a su vez, plenamente comprometida con una idea de justicia con los derechos y libertades, adversaria a los caciquismos localistas y secesionistas de campanario que restringen hasta la nausea una visión humanizante y cosmopolita de nuestras sociedades. La he conocido en “Vigueses por la libertad”, una asociación que –copio literalmente- “[…] nace de la inquietud de un grupo de ciudadanos ante la situación política española. Nos preocupa, en especial, la transformación de algunas comunidades autónomas en “naciones” prácticamente soberanas, la concesión de privilegios a unas regiones frente a otras, la quiebra del principio de igualdad ante la ley, y el acoso a los derechos y libertades individuales […]”.
Es difícil hacer una semblanza de Cristina Losada. Me obligaría a quitar espacio al libro que voy a comentar, pero en unos pocos rasgos fundamentales diría que es una periodista multilingüe, con espíritu cosmopolita, articulista de plantilla de “Libertad Digital”, colaboradora de Onda Cero, La Cope, Esradio, diferentes programas de televisión, etc; y autora de “Morfina Roja” (2008), “Por qué dejé de ser de izquierdas” (2008), y editora del blog “Heterodoxias”.
El libro que comentamos, “Un sombrero cargado de nieve”, es un reflejo del espíritu libre de su autora. Yo diría que es la búsqueda de una persona que se plantea su sentido de ser y su existencia en un momento de su vida, y abre un paréntesis de búsqueda. Y lo hace a través de un periplo de viajes para reflexionar a través de múltiples experiencias sobre cual es su lugar en el mundo y salir de una vida monótona y átona.
A mí este libro no me ha dejado indiferente. Me ha enganchado desde el primer capítulo hasta el último. Tiene tensión, ritmo y un estilo literario que encandila, que obliga a seguir leyendo, que entusiasma tanto desde el plano estético como de la trama de las historias que cuenta, que son autobiográficas, pues esos viajes han sido reales y las vicisitudes que cuenta son vividas en primera persona.
Cualquier viaje es una apertura de ventanas al mundo, un conocer otras formas de vida y de cultura, de otras sociedades con sus penurias y dificultades para salir adelante y luchar por la existencia, más que por el ser. Esa experiencia que nos aportan los viajes nos dan una amplitud de miras, un relativismo respecto a las ataduras materiales, una cierta forma de abordar de manera más constructiva y positiva nuestra particular tesitura de afrontar las realidades cotidianas. Eso es lo que nos refleja Cristina Losada, tras siete años recorriendo el mundo, unas veces con cierto aire compulsivo y en otras parándose para absorber de forma capilar esos entornos especiales que se forman en las capas más profundas del lugar que se visita o en que se aloja durante un tiempo más o menos prolongado.
Quizás lo que mejor resume el libro es el enunciado que titula el primer capítulo: “De un ascensor en Madrid a un tren en Siberia”; pasando más tarde al África subsahariana circulando con mil peripecias por las carreteras del desierto; después un largo periplo por América –Ecuador, Perú, Jamaica…-; siempre subsistiendo con trabajos transitorios, un recorrido por Japón, Filipinas...; una estancia prolongada en Nueva Zelanda, etc, además de un ir y venir por los países centroeuropeos en búsqueda de un modo de vida no adocenado. Y seguro que me dejo alguna zona geográfica.
Siete años viajando dan para mucho. Por eso este libro es una obra perfecta para los aficionados a literatura de viajes; y, además, una crónica que casi linda con la filosofía, con la búsqueda de horizontes y nuevas facetas en las formas de vivir, y el sentido antropológico de la existencia.
Aconsejo vivamente la lectura de este gran libro.
Yo creo que no se puede analizar un libro sin hacer una semblanza del personaje que hay detrás de él. Una obra literaria, un ensayo o un trabajo de investigación, es siempre la proyección de una forma u otra de un impulso vital, un anhelo, un encaje de una vida dotada de un sentido o en búsqueda del mismo. Igual que una obra artística es siempre la proyección de una personalidad, de un subconsciente, la obra literaria es la huella que deja un ser de su impronta.
Cristina Losada, como ser humano, es una persona de gran interés. En lo poco que la conozco creo que es una mujer inconformista de origen, con un gran sentido crítico, humanista por excelencia, dotada de un espíritu liberal pero, a su vez, plenamente comprometida con una idea de justicia con los derechos y libertades, adversaria a los caciquismos localistas y secesionistas de campanario que restringen hasta la nausea una visión humanizante y cosmopolita de nuestras sociedades. La he conocido en “Vigueses por la libertad”, una asociación que –copio literalmente- “[…] nace de la inquietud de un grupo de ciudadanos ante la situación política española. Nos preocupa, en especial, la transformación de algunas comunidades autónomas en “naciones” prácticamente soberanas, la concesión de privilegios a unas regiones frente a otras, la quiebra del principio de igualdad ante la ley, y el acoso a los derechos y libertades individuales […]”.
Es difícil hacer una semblanza de Cristina Losada. Me obligaría a quitar espacio al libro que voy a comentar, pero en unos pocos rasgos fundamentales diría que es una periodista multilingüe, con espíritu cosmopolita, articulista de plantilla de “Libertad Digital”, colaboradora de Onda Cero, La Cope, Esradio, diferentes programas de televisión, etc; y autora de “Morfina Roja” (2008), “Por qué dejé de ser de izquierdas” (2008), y editora del blog “Heterodoxias”.
El libro que comentamos, “Un sombrero cargado de nieve”, es un reflejo del espíritu libre de su autora. Yo diría que es la búsqueda de una persona que se plantea su sentido de ser y su existencia en un momento de su vida, y abre un paréntesis de búsqueda. Y lo hace a través de un periplo de viajes para reflexionar a través de múltiples experiencias sobre cual es su lugar en el mundo y salir de una vida monótona y átona.
A mí este libro no me ha dejado indiferente. Me ha enganchado desde el primer capítulo hasta el último. Tiene tensión, ritmo y un estilo literario que encandila, que obliga a seguir leyendo, que entusiasma tanto desde el plano estético como de la trama de las historias que cuenta, que son autobiográficas, pues esos viajes han sido reales y las vicisitudes que cuenta son vividas en primera persona.
Cualquier viaje es una apertura de ventanas al mundo, un conocer otras formas de vida y de cultura, de otras sociedades con sus penurias y dificultades para salir adelante y luchar por la existencia, más que por el ser. Esa experiencia que nos aportan los viajes nos dan una amplitud de miras, un relativismo respecto a las ataduras materiales, una cierta forma de abordar de manera más constructiva y positiva nuestra particular tesitura de afrontar las realidades cotidianas. Eso es lo que nos refleja Cristina Losada, tras siete años recorriendo el mundo, unas veces con cierto aire compulsivo y en otras parándose para absorber de forma capilar esos entornos especiales que se forman en las capas más profundas del lugar que se visita o en que se aloja durante un tiempo más o menos prolongado.
Quizás lo que mejor resume el libro es el enunciado que titula el primer capítulo: “De un ascensor en Madrid a un tren en Siberia”; pasando más tarde al África subsahariana circulando con mil peripecias por las carreteras del desierto; después un largo periplo por América –Ecuador, Perú, Jamaica…-; siempre subsistiendo con trabajos transitorios, un recorrido por Japón, Filipinas...; una estancia prolongada en Nueva Zelanda, etc, además de un ir y venir por los países centroeuropeos en búsqueda de un modo de vida no adocenado. Y seguro que me dejo alguna zona geográfica.
Siete años viajando dan para mucho. Por eso este libro es una obra perfecta para los aficionados a literatura de viajes; y, además, una crónica que casi linda con la filosofía, con la búsqueda de horizontes y nuevas facetas en las formas de vivir, y el sentido antropológico de la existencia.
Aconsejo vivamente la lectura de este gran libro.











