Comienza a animarse la hasta ahora insulsa precampaña electoral vasca cuyas cuestiones más relevantes se han limitado a las reacciones habituales sobre la inhabilitación de Arnaldo Otegi y al curioso Gilda Truck con el que Alfonso Alonso pretende conseguir votos de aquellos estómagos más agradecidos.

Sin embargo, el PSOE, celoso de aquel que consiga un minuto en televisión, ha decidido convertirse en el centro de atención mediática y ha incluido en su programa la posibilidad de una reforma del Estatuto de Gernika para considerar al País Vasco como una nación.

Al margen de lo que piensen Idoia Mendia y sus compañeros, la existencia de una nación no se proclama en un Estatuto. Una nación es o no es, más allá de lo que unos políticos hayan decidido añadir a un texto legal. Y, si me equivoco, animo a Mendia o a cualquier miembro del comité socialista vasco a que me muestren una nación que se haya creado tras ser definida como tal en su estatuto autonómico o regional. Como la energía, las naciones no se inventan ni se destruyen, existen.

Matizado esto, es evidente que a Idoia Mendia se la trae al pairo que el País Vasco sea o no una nación. Con este añadido programático, el PSOE tan solo está guiñando el ojo al PNV, a pesar de que todos los mentideros políticos vascos y de más allá del Ebro dan por hecho que los socialistas serán los socios que permitirán a Iñigo Urkullu seguir cuatro años más instalado en Ajuria Enea. Algunos, maliciosos ellos, aseguran que considerar al PSOE socio del PNV es poco menos que un oxímoron y que lo correcto sería definirlos como los tontos útiles de Sabin Etxea, lugar en el que no existe el concepto de pacto de gobierno ni la figura de aliado político. Ya saben lo que hay: los jeltzales harán de su capa un sayo en Lakua gobernando a su antojo mientras los socialistas se dedicarán a aplaudir con las orejas, no sea que alguno se quede sin la correspondiente prebenda o cargo por querer figurar demasiado en la foto.

A pesar de la importancia que tiene el pillar cacho para un PSOE cada vez más irrelevante a nivel estatal, Idoia Mendia y sus asesores deberían darse una vuelta por Cataluña y analizar lo bien que les ha ido a sus homólogos catalanes cuando decidieron subirse a un soberanismo más o menos abierto o descafeinado, según la coyuntura y la necesidad de sillones y millones.

Si con esta jugada la candidata socialista espera captar votos independentistas, ya puede esperar sentada pues lo único que conseguirá es ahuyentar a lo poco que quede del socialismo vasco histórico hacia no se sabe dónde y, por supuesto, no conseguir ni una sola papeleta nueva procedente de los sectores soberanistas vascos, tal y como les ha sucedido a los herederos de Pasqual Maragall y José Montilla en Cataluña. ¿Por qué elegir una mala fotocopia teniendo el original?