Informe
Espacios vacíos
Seamos o no expertos en semillas de marihuana (bancos como Northern Light, últimos cruces o formas de consumo), quien más quien menos tiene una especie de “cultura general” relacionada con este tema. Reconoce países o estados en los que está permitido fumar, y sabe de la distinción entre el uso lúdico o medicinal de esta polémica sustancia. En este terreno, las cosas no dejan de moverse. Bien sea por un descubrimiento médico o por las declaraciones de un actor o político defendiendo su legalización, el caso es que raro es el día que no hay alguna noticia en los medios relacionada con el cannabis.
Recientemente hemos sabido que el Gobierno Vasco y el central se han enfrentado por la llamada Ley de Adicciones, que pretendía regular de manera consensuada los clubes de cannabis que existen en el País Vasco. Al parecer, será el Tribunal Constitucional el que resuelva la cuestión en última instancia.
Este enfrentamiento va naturalmente más allá de lo explícito, y se ha convertido como viene siendo costumbre en una excusa para enfrentar dos posturas muy alejadas. Como señala Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno Vasco y consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno: “el Gobierno español ha dejado pasar una gran oportunidad para dar credibilidad a su mensaje de nueva etapa en las relaciones interinstitucionales, después de la época de la mayoría absoluta”. Por su parte, el presidente del PP vasco, Alonso, ha afirmado que no se trata de una posición política, sino de que es una droga ilegal, y por lo tanto legislar los clubes de cannabis cabe al Gobierno central y no a las comunidades.
Una vez más, la marihuana es la patata caliente que siempre acaba en una interminable franja de grises. En EEUU las leyes federales y las de cada estado son distintas, lo que crea diferencias abismales en el tratamiento de esta sustancia. Habrá que ver qué decide el Constitucional y si encuentra una manera de que todos se sientan escuchados y protegidos: principalmente los consumidores, depositarios reales de las decisiones que se toman en su nombre.
Seamos o no expertos en semillas de marihuana (bancos como Northern Light, últimos cruces o formas de consumo), quien más quien menos tiene una especie de “cultura general” relacionada con este tema. Reconoce países o estados en los que está permitido fumar, y sabe de la distinción entre el uso lúdico o medicinal de esta polémica sustancia. En este terreno, las cosas no dejan de moverse. Bien sea por un descubrimiento médico o por las declaraciones de un actor o político defendiendo su legalización, el caso es que raro es el día que no hay alguna noticia en los medios relacionada con el cannabis.
Recientemente hemos sabido que el Gobierno Vasco y el central se han enfrentado por la llamada Ley de Adicciones, que pretendía regular de manera consensuada los clubes de cannabis que existen en el País Vasco. Al parecer, será el Tribunal Constitucional el que resuelva la cuestión en última instancia.
Este enfrentamiento va naturalmente más allá de lo explícito, y se ha convertido como viene siendo costumbre en una excusa para enfrentar dos posturas muy alejadas. Como señala Josu Erkoreka, portavoz del Gobierno Vasco y consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno: “el Gobierno español ha dejado pasar una gran oportunidad para dar credibilidad a su mensaje de nueva etapa en las relaciones interinstitucionales, después de la época de la mayoría absoluta”. Por su parte, el presidente del PP vasco, Alonso, ha afirmado que no se trata de una posición política, sino de que es una droga ilegal, y por lo tanto legislar los clubes de cannabis cabe al Gobierno central y no a las comunidades.
Una vez más, la marihuana es la patata caliente que siempre acaba en una interminable franja de grises. En EEUU las leyes federales y las de cada estado son distintas, lo que crea diferencias abismales en el tratamiento de esta sustancia. Habrá que ver qué decide el Constitucional y si encuentra una manera de que todos se sientan escuchados y protegidos: principalmente los consumidores, depositarios reales de las decisiones que se toman en su nombre.