De Euskadi a Cataluña: paren que me bajo
![[Img #11485]](upload/img/periodico/img_11485.jpg)
Cuando leí las intenciones legislativas de la República de Cataluña, casi me da un mareo. ¡No puede ser! ¿Y para eso, gentes como yo, nos hemos jugado la vida en el País Vasco en defensa de la Constitución, y la dignidad de ser y ejercer como españoles? ¡A qué esperan para detenerlos!. ¡Que más debe suceder para que alguien con autoridad ponga orden en tales desmanes!
Cuando digo detenerlos, no estoy pidiendo que los encierren. Pido que los disuelvan. Unas Instituciones que se atreven a desobedecer, despreciar y desmontar al Estado de Derecho, no pueden seguir ejerciendo. Y lo digo desde mi convicción democrática de lealtad al bloque Constitucional -Constitución Española y Estatutos de Autonomía- No basta con enviar las soflamas del Parlamento catalán al Tribunal Constitucional, hay que impedir que sigan promoviendo la insumisión, que sigan agitando al pueblo, que sigan crecidos y convencidos de su altanería, mientras los españoles se dividen entre los que hartos de estar hartos piden que los echen de España, y los que asisten entre indignados y consternados al proceso de secesión de una privilegiada Comunidad del Estado de las Autonomías.
No es tiempo de mirar hacia atrás. No perdamos el tiempo en señalar culpables de errores pasados. No es el momento de la discusión de si eran galgos o podencos. Es el momento de la iniciativa. El Estado debe intervenir. Lo digo desde mi profunda convicción de progresista. Lo mismo que defiendo un Estado que intervenga para paliar desequilibrios y desigualdades entre territorios y ciudadanos, exijo medidas para terminar con la chulería de unos y el miedo de los demás... a levantarse una mañana fuera de España, con leyes propias de una República bananera, con la obligación de vivir en catalán, con la incertidumbre de haber desconectado los derechos que ampara la Constitución.
Al menos, el ex-lehendakari Juan José Ibarreche tuvo la gallardía de proponer su plan en el Congreso de los Diputados. A los miembros de aquella mesa del Parlamento de Vitoria, los inhabilitaron. A pesar de disponer de una vanguardia de pistoleros, en Euskadi, ni el Estado, ni los españoles rebeldes, permitieron la desconexión de España. Los sátrapas del partido de la saga Pujol-Mas, juntos con los ácratas de la CUP, ya se han ciscado en la ley, el derecho, la libertad y la dignidad, que amparan a los españoles que residen en Cataluña.
No es la primera vez que Cataluña juega al mito. Repasen lo que sucedió en los meses de julio y agosto de 1909. En octubre de 1934, Cataluña proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Ya sabemos todos cómo terminaron tales gloriosas aventuras. Y eso no es lo que enseñan en las escuelas, ni lo que muestran en su pomposo Museo de la Historia. ¡Ah! y dejen de mentir. No hubo guerra de secesión, fue de sucesión, dónde los catalanes apostaron por el perdedor.
Es un error, como lo fue en Euskadi, creer que se puede pactar mediante más autonomía. Es una indecencia dotar con más recursos a Cataluña en detrimento de la otra España, la de siempre, la que termina por hacer la maleta y llegar por la estación del norte a Barcelona para trabajar a las órdenes de la oligarquía catalana que rinde pleitesía religiosa en Montserrat, acude solemne a la temporada del Liceo, mira con desprecio a la "charnegada" de los barrios populares y proclama que el Barça es mucho más que un club. Para ellos, dinero y competencias, sólo son instrumentos para seguir el camino hacia la independencia; y es que el modelo de Cataluña siempre ha sido esa Andorra a la que suelen ir a esquiar y de paso comprobar el estado de sus cuentas corrientes ocultas hasta hace poco.
No seamos ilusos. El problema no es la celebración del referéndum. El problema es que saben que la ley no lo permite y ello les da dos salidas calculadas. No hay riesgo de perder tal consulta. Y colocan su concepto de democracia y derechos del pueblo al servicio de lo que la CUP ha señalado, la ruptura con el Estado de Derecho y el choque frontal con España.
Me hago algunas preguntas. ¿Cuál será el papel de los Mosos de Escuadra?. ¿No es cierto que intentaron comprar armas en Alemania?. ¿Qué pasará con los funcionarios públicos que no obedezcan a la Generalidad?. ¿Qué se puede esperar de unos caballeros que hace tiempo no sienten el más mínimo respeto por el Tribunal Constitucional y por las Cortes de España?. ¿No es violento lo que acontece?
Por cierto, "impecables" las últimas actuaciones del Presidente Puigdemont. Sigue impasible subido en el tigre. Tiene bemoles para presentarse en Madrid y dar una conferencia sobre sus pretensiones; claro está, sin permitir un debate parlamentario, ya que optó por el monólogo de la tribuna. La carta que envía a Rajoy es pura filfa, un acto más de la función, con una calculada respuesta. ¿Y, ahora que vendrá?
Me resulta muy incómodo entender que unos tienen iniciativa, al parecer imparable y calculada por tramos; mientras el Gobierno de Rajoy, espera, contempla, responde con "cháchara" y los españoles volvemos a tener razones para denunciar un modelo propio de Don Tancredo, y aquella frase..."los problemas que no se resuelven solos, es que no tienen solución”.
Sólo se me ocurren tres actuaciones: intervención de la Autonomía; darles lo que quieren y dejarles que al día siguiente se enfrenten la derecha burguesa con la izquierda anarquista, esperando que pidan ayuda a España; sacar cuanto antes a los españoles que viven en esa Cataluña instalada en la secesión; por cierto, si optan por tal medida "democrática", por favor, paren que yo me bajo de un país dónde la política, por fin, es el arte de hacer posible lo imposible.
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Cuando leí las intenciones legislativas de la República de Cataluña, casi me da un mareo. ¡No puede ser! ¿Y para eso, gentes como yo, nos hemos jugado la vida en el País Vasco en defensa de la Constitución, y la dignidad de ser y ejercer como españoles? ¡A qué esperan para detenerlos!. ¡Que más debe suceder para que alguien con autoridad ponga orden en tales desmanes!
Cuando digo detenerlos, no estoy pidiendo que los encierren. Pido que los disuelvan. Unas Instituciones que se atreven a desobedecer, despreciar y desmontar al Estado de Derecho, no pueden seguir ejerciendo. Y lo digo desde mi convicción democrática de lealtad al bloque Constitucional -Constitución Española y Estatutos de Autonomía- No basta con enviar las soflamas del Parlamento catalán al Tribunal Constitucional, hay que impedir que sigan promoviendo la insumisión, que sigan agitando al pueblo, que sigan crecidos y convencidos de su altanería, mientras los españoles se dividen entre los que hartos de estar hartos piden que los echen de España, y los que asisten entre indignados y consternados al proceso de secesión de una privilegiada Comunidad del Estado de las Autonomías.
No es tiempo de mirar hacia atrás. No perdamos el tiempo en señalar culpables de errores pasados. No es el momento de la discusión de si eran galgos o podencos. Es el momento de la iniciativa. El Estado debe intervenir. Lo digo desde mi profunda convicción de progresista. Lo mismo que defiendo un Estado que intervenga para paliar desequilibrios y desigualdades entre territorios y ciudadanos, exijo medidas para terminar con la chulería de unos y el miedo de los demás... a levantarse una mañana fuera de España, con leyes propias de una República bananera, con la obligación de vivir en catalán, con la incertidumbre de haber desconectado los derechos que ampara la Constitución.
Al menos, el ex-lehendakari Juan José Ibarreche tuvo la gallardía de proponer su plan en el Congreso de los Diputados. A los miembros de aquella mesa del Parlamento de Vitoria, los inhabilitaron. A pesar de disponer de una vanguardia de pistoleros, en Euskadi, ni el Estado, ni los españoles rebeldes, permitieron la desconexión de España. Los sátrapas del partido de la saga Pujol-Mas, juntos con los ácratas de la CUP, ya se han ciscado en la ley, el derecho, la libertad y la dignidad, que amparan a los españoles que residen en Cataluña.
No es la primera vez que Cataluña juega al mito. Repasen lo que sucedió en los meses de julio y agosto de 1909. En octubre de 1934, Cataluña proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Ya sabemos todos cómo terminaron tales gloriosas aventuras. Y eso no es lo que enseñan en las escuelas, ni lo que muestran en su pomposo Museo de la Historia. ¡Ah! y dejen de mentir. No hubo guerra de secesión, fue de sucesión, dónde los catalanes apostaron por el perdedor.
Es un error, como lo fue en Euskadi, creer que se puede pactar mediante más autonomía. Es una indecencia dotar con más recursos a Cataluña en detrimento de la otra España, la de siempre, la que termina por hacer la maleta y llegar por la estación del norte a Barcelona para trabajar a las órdenes de la oligarquía catalana que rinde pleitesía religiosa en Montserrat, acude solemne a la temporada del Liceo, mira con desprecio a la "charnegada" de los barrios populares y proclama que el Barça es mucho más que un club. Para ellos, dinero y competencias, sólo son instrumentos para seguir el camino hacia la independencia; y es que el modelo de Cataluña siempre ha sido esa Andorra a la que suelen ir a esquiar y de paso comprobar el estado de sus cuentas corrientes ocultas hasta hace poco.
No seamos ilusos. El problema no es la celebración del referéndum. El problema es que saben que la ley no lo permite y ello les da dos salidas calculadas. No hay riesgo de perder tal consulta. Y colocan su concepto de democracia y derechos del pueblo al servicio de lo que la CUP ha señalado, la ruptura con el Estado de Derecho y el choque frontal con España.
Me hago algunas preguntas. ¿Cuál será el papel de los Mosos de Escuadra?. ¿No es cierto que intentaron comprar armas en Alemania?. ¿Qué pasará con los funcionarios públicos que no obedezcan a la Generalidad?. ¿Qué se puede esperar de unos caballeros que hace tiempo no sienten el más mínimo respeto por el Tribunal Constitucional y por las Cortes de España?. ¿No es violento lo que acontece?
Por cierto, "impecables" las últimas actuaciones del Presidente Puigdemont. Sigue impasible subido en el tigre. Tiene bemoles para presentarse en Madrid y dar una conferencia sobre sus pretensiones; claro está, sin permitir un debate parlamentario, ya que optó por el monólogo de la tribuna. La carta que envía a Rajoy es pura filfa, un acto más de la función, con una calculada respuesta. ¿Y, ahora que vendrá?
Me resulta muy incómodo entender que unos tienen iniciativa, al parecer imparable y calculada por tramos; mientras el Gobierno de Rajoy, espera, contempla, responde con "cháchara" y los españoles volvemos a tener razones para denunciar un modelo propio de Don Tancredo, y aquella frase..."los problemas que no se resuelven solos, es que no tienen solución”.
Sólo se me ocurren tres actuaciones: intervención de la Autonomía; darles lo que quieren y dejarles que al día siguiente se enfrenten la derecha burguesa con la izquierda anarquista, esperando que pidan ayuda a España; sacar cuanto antes a los españoles que viven en esa Cataluña instalada en la secesión; por cierto, si optan por tal medida "democrática", por favor, paren que yo me bajo de un país dónde la política, por fin, es el arte de hacer posible lo imposible.











