Con tu dinero secuestraremos a tus hijos
Nota: El autor de este artículo ha intentado contactar con la diputada Maite Peña López (PNV), a la que menciona en su texto, para pedirle su punto de vista sobre el caso expuesto. No ha obtenido respuesta.
![[Img #11722]](upload/img/periodico/img_11722.png)
“El Departamento de Políticas Sociales pretende cumplir con la responsabilidad pública de la Diputación Foral de Gipuzkoa de garantizar los derechos de la ciudadanía y contribuir así a la mejora de las condiciones de vida de las personas y a la cohesión social en Gipuzkoa, desarrollando esta labor en colaboración con otros agentes sociales.
Nuestra labor se sustenta sobre cuatro ejes de actuación: protección a la infancia y adolescencia, inserción social, víctimas de violencia machista y atención a la dependencia, siempre con la persona como eje central de nuestras actuaciones y con la colaboración del voluntariado, muy desarrollado en Gipuzkoa.” (sostenido con 364.807.649,00 euros de los bolsillos de los guipuzcoanos)
Esa es la piel de oveja que aparece como declaración de intenciones del Departamento en la página oficial de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Veamos ahora cómo actúan los lobos.
La mañana del 3 de abril del presente, una familia acudió a su cita con el Departamento de Políticas Sociales de Diputación en la sede del edificio Txara 2 de Intxaurrondo, Donostia. No es casualidad que los famosos cuarteles del General Galindo también se encuentren cerca de allí. Debe ser que el lugar está predestinado a ciertas actuaciones.
Como esa familia no tenía con quién dejar a su bebé de 11 meses, aun lactante, decidieron acudir a la cita con ella.
En el recibidor, dos miembros de las SS, perdón, Ertzaintza, uniformados de negro y con subfusiles de asalto, vigilaban al peligroso personal: emigrantes pidiendo subsidios, minusválidos, familias con niños… Muy peligrosos todos. La familia entendió que aquello no era habitual. Habían estado antes en esas dependencias y, salvo el vigilante jurado de la entrada, no habían visto nunca ningún agente uniformado y armado hasta las trancas. Algo olía a podrido en Dinamarca. Tuvieron un mal presentimiento.
Entraron puntuales en la sala con el carrito del bebé. Dentro les esperaba un aquelarre de brujas y dos agentes de paisano. El aquelarre estaba formado por la Jefa de Sección, dos inquisidoras de TREBATU (Programa inquisitorial para la protección de menores en situación de riesgo, dedicados a la intervención familiar y a la asistencia psicológica -o purgatorio de almas descarriadas-), además de cuatro educadoras de las los “Hogares de Acogida” de Legorreta y Loistarain. En la puerta, dos ertzainas de paisano, que se identificaron amablemente, completaban la encerrona.
El padre, alucinado por la presencia policial, les preguntó si eran tan peligrosos un bebé, una madre discapacitada y un padre de mediana edad como para justificar su presencia. El ertzaina jefe, también de mediana edad, con vergüenza en su rostro, dijo que estaban allí para facilitar que la reunión transcurriera sin incidentes. Es decir: “Prepárate pardillo para lo que te van ha hacer”.
La reunión era tensa. Las brujas miraban a sus papeles incapaces de mirar de frente al rostro de sus reos. Iban a comunicarles el Auto Sacramental por el que eran condenados a la hoguera de los Servicos Sociales.
Las primeras cuatro “sentencias” que afectaban a los cuatro hijos del anterior matrimonio del condenado, fueron entregadas en medio de un gélido ambiente. Para quitar hierro -o eso pareció entonces- una de las brujas se ofreció a pasear al bebé para que no se agobiara en medio de aquella reunión que se alargaba por más de veinte minutos. La madre asintió, pensando que la bebé estaba cansada y algo agobiada por tanta presencia negativa y tan densa atmósfera.
Fue la última vez que vio a su hijita.
Acto seguido, se le comunicó que la bebé también sería secuestrada por la Inquisición.
Con engaños, con violencia, sin pruebas, sin evaluación… ese fue el juicio y esa la ejecución de la sentencia.
Los padres no podían dar crédito a lo que estaban viviendo en esa jaula de brujas.
La madre entró en un ataque de ansiedad.
El ertzaina jefe mostró su lado más humano intentando consolarla. El padre, viendo que era el único personaje humano de la sala, le interpeló: “¡Esto es un secuestro legal!”. El ertzaina jefe, sin poder evitar su agobio por una situación que claramente no deseaba, le pidió disculpas y le dijo que era su trabajo.
Las brujas, mirando al suelo, ni se movieron de su silla.
La bebé había desaparecido. Los otros cuatro fueron secuestrados en la ikastola, delante de sus compañeros, una hora más tarde. La mejor amiga de una de las hijas de la familia lloraba desconsolada: “Vinieron y se la llevaron en la mitad de la gela (aula)….¿Por qué, qué ha hecho mi amiga?”…
Los menores se encuentran ahora divididos.
Dos de ellos en el Hogar de Acogida de Legorreta, centro conflictivo en el que el mayor se está echando a perder, comenzando su carrera de delincuencia en compañía de otros pequeños delincuentes. Un chaval noble, educado, estudioso y sensible que ha sido expuesto a la delincuencia juvenil para que complete su formación no reglada.
El segundo es la mascota del grupo. Afortunadamente para él, al ser el más pequeño del centro de reclusión, el resto de internos lo toman como protegido.
Otros dos están en una jaula de oro que es el “Hogar de Acogida” de Loistarain. Muchas actividades, buenos educadores… Pero se les niega la visita de familiares. Su amona, de 83 años, y la tía, de 52, profesora de menores conflictivos, llevan dos meses esperando que el Departamento elabore un calendario de visitas, algo que como todo el mundo sabe es tarea bien compleja que debe ser encomendada a miembros del “Comité de Expertos”.
La bebé ha sido dada en acogida temporal a una familia desconocida en un lugar desconocido.
El padre ha sido declarado reo no recuperable. Un drogadicto puede ser desintoxicado. Un alcohólico puede dejar de beber. Un delincuente puede ser reinsertado. Un terrorista puede arrepentirse. Pero un reo no recuperable es algo tan monstruoso que sólo puede hacer una cosa: pegarse un tiro él mismo o emigrar a un país del que no exista extradición.
La madre del bebé puede ser recuperada por tratarse de una mujer. No olvidemos que esta sociedad aplaude el Orgullo LGBT y a las pobres mujeres maltratadas. Y ella es una mujer maltratada, tonta del bote, eso sí, o con síndrome de Estocolmo por querer seguir con su pareja a pesar del maltrato. Además, la pobre es discapacitada y merece una oportunidad tutelada durante dos años. Así que bajo la amenaza de no recuperar a su hijita si vuelve a acercarse al indeseable monstruo que la sometía, han conseguido que ella acepte exiliarse a 900 kilómetros de nuestro queridísimo y desarrolladísimo País Vasco de vuelta con sus padres. Esto supone en la práctica que el padre de la criatura lo tendrá crudo para verla o ejercer de padre. Algo que ya se ha encargado de hacérselo saber la “Comisión de Expertos” cuando no le han concedido la visita semanal que en un principio le correspondía según la propia Orden Foral que decretaba el “Desamparo”.
Esos “expertos” dicen que “las circunstancias han cambiado”. Al parecer, la niña de 11 meses no tiene derecho a tener padre. No sea que el padre la vuelva un monstruo como él.
Todo por el bien de los menores, claro.
Todo con los impuestos que pagamos todos, claro.
El problema es que no existe presunción de inocencia tratándose de un hombre, y menos si ese hombre es miembro de un colectivo bajo sospecha. El problema es que no existe contrastación, evaluación, investigación…sólo hay juicios de valor… Y el presunto bien de los menores es sólo teórico ya que a ellos no se les pregunta qué es lo que quieren.
Lo mejor para un menor es tener a su padre y a su madre, no vivir en una jaula de oro o en un centro de internamiento de pequeños delincuentes.
La reinserción empieza por entender el problema. Pero los “doctores” de Diputación optan por la amputación como medio eficaz para acabar con toda enfermedad. Sin diagnóstico. Sin atisbo de tratamiento curativo. Amputación por lo sano.
Mientras redactaba este artículo, una pareja de jóvenes ha visto como la policía se llevaba a sus hijos en la mitad de la calle, en Donostia. Hay muchos más casos. Para la mayoría de ciudadanos pasan desapercibidos. Familias monoparentales, sin recursos, emigrantes, con problemas de conflictividad familiar… Una persecución silenciosa y completamente opaca a la opinión pública.
Bien. Pues llegado a este punto, querida Señora Diputada Foral de Políticas Sociales, Maite Peña López (PNV), abogada en ejercicio, a la que tanto le preocupa la igualdad, la violencia doméstica y machista, la desprotección del menor, la inserción social, etc. le diré que sus métodos son fascistas. Sí, ha oído usted bien. Con la diferencia de que al menos los fascistas no escondían su cara detrás de un disfraz liberal-progresista-democrático. Recapacite bien sobre su trabajo. Está haciendo lo mismo que hacen sus maltratadores, sus opresores, sus enemigos. Dice Jorge Luis Borges: “Elige bien a tus enemigos, porque tarde o temprano acabarás pareciéndote a ellos”. Usted los ha superado. Causa dolor, maltrato y vejación. No sólo no mejora las condiciones de vida de las personas, ni protege a las familias y a los menores, sino que no garantiza los derechos de la ciudadanía que le paga el sueldo y está destrozando la cohesión social que dice proteger. Las personas no son el eje central de sus actuaciones; lo es el despotismo ilustrado de sus asalariados.
Ahora, sea valiente y dé la cara.
“El Departamento de Políticas Sociales pretende cumplir con la responsabilidad pública de la Diputación Foral de Gipuzkoa de garantizar los derechos de la ciudadanía y contribuir así a la mejora de las condiciones de vida de las personas y a la cohesión social en Gipuzkoa, desarrollando esta labor en colaboración con otros agentes sociales.
Nuestra labor se sustenta sobre cuatro ejes de actuación: protección a la infancia y adolescencia, inserción social, víctimas de violencia machista y atención a la dependencia, siempre con la persona como eje central de nuestras actuaciones y con la colaboración del voluntariado, muy desarrollado en Gipuzkoa.” (sostenido con 364.807.649,00 euros de los bolsillos de los guipuzcoanos)
Esa es la piel de oveja que aparece como declaración de intenciones del Departamento en la página oficial de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Veamos ahora cómo actúan los lobos.
La mañana del 3 de abril del presente, una familia acudió a su cita con el Departamento de Políticas Sociales de Diputación en la sede del edificio Txara 2 de Intxaurrondo, Donostia. No es casualidad que los famosos cuarteles del General Galindo también se encuentren cerca de allí. Debe ser que el lugar está predestinado a ciertas actuaciones.
Como esa familia no tenía con quién dejar a su bebé de 11 meses, aun lactante, decidieron acudir a la cita con ella.
En el recibidor, dos miembros de las SS, perdón, Ertzaintza, uniformados de negro y con subfusiles de asalto, vigilaban al peligroso personal: emigrantes pidiendo subsidios, minusválidos, familias con niños… Muy peligrosos todos. La familia entendió que aquello no era habitual. Habían estado antes en esas dependencias y, salvo el vigilante jurado de la entrada, no habían visto nunca ningún agente uniformado y armado hasta las trancas. Algo olía a podrido en Dinamarca. Tuvieron un mal presentimiento.
Entraron puntuales en la sala con el carrito del bebé. Dentro les esperaba un aquelarre de brujas y dos agentes de paisano. El aquelarre estaba formado por la Jefa de Sección, dos inquisidoras de TREBATU (Programa inquisitorial para la protección de menores en situación de riesgo, dedicados a la intervención familiar y a la asistencia psicológica -o purgatorio de almas descarriadas-), además de cuatro educadoras de las los “Hogares de Acogida” de Legorreta y Loistarain. En la puerta, dos ertzainas de paisano, que se identificaron amablemente, completaban la encerrona.
El padre, alucinado por la presencia policial, les preguntó si eran tan peligrosos un bebé, una madre discapacitada y un padre de mediana edad como para justificar su presencia. El ertzaina jefe, también de mediana edad, con vergüenza en su rostro, dijo que estaban allí para facilitar que la reunión transcurriera sin incidentes. Es decir: “Prepárate pardillo para lo que te van ha hacer”.
La reunión era tensa. Las brujas miraban a sus papeles incapaces de mirar de frente al rostro de sus reos. Iban a comunicarles el Auto Sacramental por el que eran condenados a la hoguera de los Servicos Sociales.
Las primeras cuatro “sentencias” que afectaban a los cuatro hijos del anterior matrimonio del condenado, fueron entregadas en medio de un gélido ambiente. Para quitar hierro -o eso pareció entonces- una de las brujas se ofreció a pasear al bebé para que no se agobiara en medio de aquella reunión que se alargaba por más de veinte minutos. La madre asintió, pensando que la bebé estaba cansada y algo agobiada por tanta presencia negativa y tan densa atmósfera.
Fue la última vez que vio a su hijita.
Acto seguido, se le comunicó que la bebé también sería secuestrada por la Inquisición.
Con engaños, con violencia, sin pruebas, sin evaluación… ese fue el juicio y esa la ejecución de la sentencia.
Los padres no podían dar crédito a lo que estaban viviendo en esa jaula de brujas.
La madre entró en un ataque de ansiedad.
El ertzaina jefe mostró su lado más humano intentando consolarla. El padre, viendo que era el único personaje humano de la sala, le interpeló: “¡Esto es un secuestro legal!”. El ertzaina jefe, sin poder evitar su agobio por una situación que claramente no deseaba, le pidió disculpas y le dijo que era su trabajo.
Las brujas, mirando al suelo, ni se movieron de su silla.
La bebé había desaparecido. Los otros cuatro fueron secuestrados en la ikastola, delante de sus compañeros, una hora más tarde. La mejor amiga de una de las hijas de la familia lloraba desconsolada: “Vinieron y se la llevaron en la mitad de la gela (aula)….¿Por qué, qué ha hecho mi amiga?”…
Los menores se encuentran ahora divididos.
Dos de ellos en el Hogar de Acogida de Legorreta, centro conflictivo en el que el mayor se está echando a perder, comenzando su carrera de delincuencia en compañía de otros pequeños delincuentes. Un chaval noble, educado, estudioso y sensible que ha sido expuesto a la delincuencia juvenil para que complete su formación no reglada.
El segundo es la mascota del grupo. Afortunadamente para él, al ser el más pequeño del centro de reclusión, el resto de internos lo toman como protegido.
Otros dos están en una jaula de oro que es el “Hogar de Acogida” de Loistarain. Muchas actividades, buenos educadores… Pero se les niega la visita de familiares. Su amona, de 83 años, y la tía, de 52, profesora de menores conflictivos, llevan dos meses esperando que el Departamento elabore un calendario de visitas, algo que como todo el mundo sabe es tarea bien compleja que debe ser encomendada a miembros del “Comité de Expertos”.
La bebé ha sido dada en acogida temporal a una familia desconocida en un lugar desconocido.
El padre ha sido declarado reo no recuperable. Un drogadicto puede ser desintoxicado. Un alcohólico puede dejar de beber. Un delincuente puede ser reinsertado. Un terrorista puede arrepentirse. Pero un reo no recuperable es algo tan monstruoso que sólo puede hacer una cosa: pegarse un tiro él mismo o emigrar a un país del que no exista extradición.
La madre del bebé puede ser recuperada por tratarse de una mujer. No olvidemos que esta sociedad aplaude el Orgullo LGBT y a las pobres mujeres maltratadas. Y ella es una mujer maltratada, tonta del bote, eso sí, o con síndrome de Estocolmo por querer seguir con su pareja a pesar del maltrato. Además, la pobre es discapacitada y merece una oportunidad tutelada durante dos años. Así que bajo la amenaza de no recuperar a su hijita si vuelve a acercarse al indeseable monstruo que la sometía, han conseguido que ella acepte exiliarse a 900 kilómetros de nuestro queridísimo y desarrolladísimo País Vasco de vuelta con sus padres. Esto supone en la práctica que el padre de la criatura lo tendrá crudo para verla o ejercer de padre. Algo que ya se ha encargado de hacérselo saber la “Comisión de Expertos” cuando no le han concedido la visita semanal que en un principio le correspondía según la propia Orden Foral que decretaba el “Desamparo”.
Esos “expertos” dicen que “las circunstancias han cambiado”. Al parecer, la niña de 11 meses no tiene derecho a tener padre. No sea que el padre la vuelva un monstruo como él.
Todo por el bien de los menores, claro.
Todo con los impuestos que pagamos todos, claro.
El problema es que no existe presunción de inocencia tratándose de un hombre, y menos si ese hombre es miembro de un colectivo bajo sospecha. El problema es que no existe contrastación, evaluación, investigación…sólo hay juicios de valor… Y el presunto bien de los menores es sólo teórico ya que a ellos no se les pregunta qué es lo que quieren.
Lo mejor para un menor es tener a su padre y a su madre, no vivir en una jaula de oro o en un centro de internamiento de pequeños delincuentes.
La reinserción empieza por entender el problema. Pero los “doctores” de Diputación optan por la amputación como medio eficaz para acabar con toda enfermedad. Sin diagnóstico. Sin atisbo de tratamiento curativo. Amputación por lo sano.
Mientras redactaba este artículo, una pareja de jóvenes ha visto como la policía se llevaba a sus hijos en la mitad de la calle, en Donostia. Hay muchos más casos. Para la mayoría de ciudadanos pasan desapercibidos. Familias monoparentales, sin recursos, emigrantes, con problemas de conflictividad familiar… Una persecución silenciosa y completamente opaca a la opinión pública.
Bien. Pues llegado a este punto, querida Señora Diputada Foral de Políticas Sociales, Maite Peña López (PNV), abogada en ejercicio, a la que tanto le preocupa la igualdad, la violencia doméstica y machista, la desprotección del menor, la inserción social, etc. le diré que sus métodos son fascistas. Sí, ha oído usted bien. Con la diferencia de que al menos los fascistas no escondían su cara detrás de un disfraz liberal-progresista-democrático. Recapacite bien sobre su trabajo. Está haciendo lo mismo que hacen sus maltratadores, sus opresores, sus enemigos. Dice Jorge Luis Borges: “Elige bien a tus enemigos, porque tarde o temprano acabarás pareciéndote a ellos”. Usted los ha superado. Causa dolor, maltrato y vejación. No sólo no mejora las condiciones de vida de las personas, ni protege a las familias y a los menores, sino que no garantiza los derechos de la ciudadanía que le paga el sueldo y está destrozando la cohesión social que dice proteger. Las personas no son el eje central de sus actuaciones; lo es el despotismo ilustrado de sus asalariados.
Ahora, sea valiente y dé la cara.