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David R
Domingo, 11 de Febrero de 2018 Tiempo de lectura:

Fracasado modelo de Estado

España es un Estado, social y democrático de Derecho, y su forma es la Monarquía parlamentaria, así es desde su nacimiento con la Constitución de 1978 (CE) y así está plasmado en su título preiminar.

 

 

Se organiza en 17 Comunidades autónomas más dos ciudades autónomas (17+2), modelo definido en el Titulo VIII "De la Organizacion Territorial del Estado" (Art.-136 a 158), y en las Disposiciones transitorias (1ª a 7ª). Lo llamamos Estado de las Autonomías.

 

 

La génesis del model actual estuvo condicionada desde el primer momento por el lastre de una dictadura que duró casi 40 años, por presiones internacionales, y por los nacionalismos perifericos.

 

 

Su desarrollo ha sido determinado por los propios Estatutos de Autonomía, que son la norma básica y principal de cada Comunidad, por las leyes orgánicas que se han tenido que redactar para la ejecución de tranferencias o delegaciones competenciales, y por las múltiples sentencias del Tribunal Supremo (TS) y del Tribunal Constitucional (TC) que han creado jurisprudencia al intervenir en los cconflictos entre Comunidades, entre Comunidades y el Estado, e incluso entre perssonas jurídicas o físicas con las Comunidades.

 

 

La evolución en el tiempo nos ha llevado al presente, que es un desastre:

 

 

- Se ha  producido, en contra de la lógica, el Derecho, y la propia CE una flagrante vulneración del principio de igualdad entre los ciudadanos españoles, de tal manera que no se tienen los mismos derechos en unos territorios que en otros. El Estado ha ido cediendo competencias, como si de moneda de cambio se tratasen, y progresivamente se ha hecho más pequeño y débil.

 

 

- La consolidación de las desigualdades económicas y sociales ha acabado con el principio de solidaridad. Las diferencias inherentes a la evolución demográfica y poblacional de nuestro país, que varía mucho de unos territorios a otros, han agrandado esas desigualdades y han generrado tensiones adicionales. Los privilegios se han convertido en banderas reivindicativas que soslayan una realidad social, y es tan fácil de comprobar como practicar el sano ejercicio de viajar por España, ver y comparar.

 

 

- El modelo, en vez de aprovechar las nuevas tecnologías para simplificar la Administración, la ha complicado, y no es un problema de "duplicidades", es un problema mucho más grave. Yo vivo en la Comunidad Autónoma Vasca y sobre mi tengo cinco administraciones: el Ayuntamiento, la Diputación Foral, el Gobierno Vasco, el Gobierno Central, y la Unión Europea; a todos les pago dinero, a todos contribuyo con mis impuestos, pero todos me exigen requisitos y me marcan normas, que con frecuencia entran en conflicto.

 

 

- A los nacionalismos periféricos se les ha dotado de los recursos financieros y logísticos para desarrollar sus egoístas propósitos, de los instrumentos que necesitaban para intentar saciar su insaciable ambición de poder y supremacia. Desde hace algún tiempo se está diciendo que "el nacionalismo es un proyecto de poder", creo que es cierto, pero también creo que el modelo y los gobiernos les han dejado llegar demasiado lejos en la destrucción del propio modelo que les permite actuar en  un marco legal. De manera aberrante el modelo financia ilegalidades, supremacismos y su propia destrucción.

 

 

- Ahora tenemos 17+2 historias de España, y algunas de ellas tan agresivas y diferenciadoras que denostan a muchos españoles. Algunos de esos relatos son tan divergentes y falsos que sonrojan; pero se les ha inculcado a los niños. Me quedo corto si digo que se ha inculcado a las nuevas generaciones, porque las personas jóvenes que hoy ya tienen poder en las comunidades autonómas son el resultado práctico y efectivo de esa educación tergiversadora; el daño ya está hecho, aplicado y operativo. Y las lenguas co-oficiales están dejando de serlo porque pasan a ser lenguas principales, vehículos básicos de la diferencia con el otro.

 

 

- Gracias a este desastroso y fallido modelo, en España se acabaron los Principios Generales del Derecho como los conociamos hasta ahora, y la unicidad jurídica, porque ahora tenemos un sistema judicial que en cada Comunidad encabeza un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en el que culmina la organización judicial dentro del ámbito territorial de las Comunidades, marcando diferencias en las instrucciones, en los procesos y en las sentencias; no es casualidad que Carmen Forcadell esté solicitando, genuflexa, que su causa se traslade al TSJ de Cataluña.

 

 

Cuando hablo de esta importante cuestión con personas de diferentes comunidades autónomas que ocupan cargos de alguna responsabilidad o los han ocupado, en privado muchos opinan de manera parecida y reconocen el fracaso del modelo, pero la mayoría me dice que son tantas las personas que están conectadas al sistema, que se han benefeciado de él, que lo están haciendo, o que aspiran a hacerlo, que debatir al respecto es una simple perdida de tiempo. Demasiados beneficiados en mayor o menor mediad, demasiados favores concedidos, demasiados "clientes", demasiadas deudas contraidas, demasiado cinismo.

 

 

El modelo ha  fracasado estrepitosamente. Ha potenciado la ineficiencia, la ineficacia, las desigualdades, los desequilibrios territoriales y sociales, las injusticias, el clientelismo, la corrupción, los costos directos e indirectos, el gasto innecesario, los nacionalismos supremacismos y la mentira.

 

 

Aunque resulte una idea extraña e inhabitual, pienso que es fácil desarrollar un ejercicio mental consistente en imaginar una España con un modelo de Estado centralista, en el que no existiesen 17+2 cortijos, y a continuación llevar el pensamiento a establecer una comparación entre las situaciones, la actual y la hipotética: el modelo actual y un modelo más centralista.

 

 

Tampoco estaría mal reflexionar hacia donde nos lleva el actual modelo.

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