La otra cara del tiroteo en la escuela de Florida
En Parkland, Florida y EEUU estamos convulsionados por el tiroteo en la escuela Stoneman Douglas donde un joven de 19 años ha asesinado a 17, un maestro y dos personas más del departamento de deportes.
Estamos rumiando el acceso de un joven inestable a las armas, el error del FBI al no responder debidamente a las denuncias sobre el joven, la controvertida ley de derecho a posesión de armas...
Unos por un lado y los otros por el otro, todos andamos buscando un chivo expiatorio conveniente. El presidente Trump vino a Parkland a visitar a los familiares de las víctimas, así como a los heridos que todavía se encuentran recuperándose en el hospital. En una entrevista pública con una de las madres, el presidente pasó un mal rato. Escuchando con su esposa Melania, seguro que les resultó complicado tragar lo que se estaba viviendo sin ser culpables de nada de lo ocurrido. Pero va con el cargo. El presidente debe mostrar humildad y escuchar, así como debe mostrar empatía y liderazgo en estos momentos difíciles. En este caso específico, es el "psicólogo en jefe", posición nada envidiable.
Pero se debe resaltar que en este acto tan horroroso también hubo héroes y actos de amor y sacrificio sobrehumanos: dar la vida para salvar la de otros. Aaron Feis era el asistente del entrenador, así como guardia de seguridad (sin armas). Cuando oyó los disparos, reconoció que el sonido no era de unos petardos y llevó a una de las clases a varios alumnos para ocultarlos después de que se hiciera saltar la alarma.
Aaron fue jugador de fútbol americano de la linea frontal, donde se posicionan los más corpulentos con la misión de bloquear a los defensas y abrir huecos para el avance del jugador con el balón. Grande y fuerte como un oso, y con una actitud de no tomar prisioneros, ni en el juego ni en las prácticas. Según las descripciones de su estilo, Aaron era disciplinario, brusco, duro y exigente para obtener el máximo rendimiento, pero con gran poder de recuperación anímica. Los jugadores le querían una barbaridad por su entrega total. Y murió recibiendo varios balazos mientras protegía a sus estudiantes. A una de las chicas la empujó por la puerta trasera de la clase mientras ponía su cuerpo entre la chica y el asesino. Así describió la joven lo que ocurrió. Le gustaba motivar a sus jugadores diciendo: “Tu siguiente jugada tiene que ser la mejor de tu vida”. Y es así como terminó la suya, con su mejor jugada.
De forma muy parecida, murió también el profesor de Geografía, Scott Beigel. Ayudando a varios estudiantes a escaparse del tiroteo. Máxima expresión de amor y sacrificio.
Sopesando cómo proseguir tres días después de la tragedia, el equipo y uno de los entrenadores debatieron sobre si debieran entrenar o no. El equipo perdió a un entrenador, y un jugador estaba en el hospital todavía recuperándose. Aún después de todo el sufrimiento y traumatismo emocional del grupo, el entrenador sugirió que se prosiguiera con el entrenamiento porque ese sería el deseo de Aaron. Superar la adversidad con fortaleza y la frente en alto.
Y así rindieron homenaje a este educador ejemplar que preparó a muchos para la vida con el ejemplo.
Felizmente, también esta faceta es parte de la vida en EEUU.
Revisando tiroteos anteriores en Florida, el de Orlando y el de Ft Lauderdale (2016 y 2017) se ha descubierto que los tiradores estuvieron en la mira del FBI y la CIA, pero en ambos casos no vieron el grave peligro, bajaron la guardia y ocurrió lo que ha ocurrido. Trump ha propuesto una ley que investigue con mayor detalle a los compradores de armas. Varios senadores han declarado que hay algún consenso. Pero el diablo está en los detalles. Ver y creer. No cabe duda que la policía local y el FBI deben revisar los fallos en el protocolo y corregir todos los fallos que se han cometido. Sin duda, el FBI está, como dicen aquí, en el asiento caliente.
En adición, es muy fácil que se requiera una coordinación superior entre los proveedores de salud mental, los padres, las escuelas y las autoridades. Esperemos que cada estado y cada condado, así como el Gobierno federal, actúen de forma coordinada y completa. Deben concentrarse en lo básico, que es la seguridad del ciudadano.
En Parkland, Florida y EEUU estamos convulsionados por el tiroteo en la escuela Stoneman Douglas donde un joven de 19 años ha asesinado a 17, un maestro y dos personas más del departamento de deportes.
Estamos rumiando el acceso de un joven inestable a las armas, el error del FBI al no responder debidamente a las denuncias sobre el joven, la controvertida ley de derecho a posesión de armas...
Unos por un lado y los otros por el otro, todos andamos buscando un chivo expiatorio conveniente. El presidente Trump vino a Parkland a visitar a los familiares de las víctimas, así como a los heridos que todavía se encuentran recuperándose en el hospital. En una entrevista pública con una de las madres, el presidente pasó un mal rato. Escuchando con su esposa Melania, seguro que les resultó complicado tragar lo que se estaba viviendo sin ser culpables de nada de lo ocurrido. Pero va con el cargo. El presidente debe mostrar humildad y escuchar, así como debe mostrar empatía y liderazgo en estos momentos difíciles. En este caso específico, es el "psicólogo en jefe", posición nada envidiable.
Pero se debe resaltar que en este acto tan horroroso también hubo héroes y actos de amor y sacrificio sobrehumanos: dar la vida para salvar la de otros. Aaron Feis era el asistente del entrenador, así como guardia de seguridad (sin armas). Cuando oyó los disparos, reconoció que el sonido no era de unos petardos y llevó a una de las clases a varios alumnos para ocultarlos después de que se hiciera saltar la alarma.
Aaron fue jugador de fútbol americano de la linea frontal, donde se posicionan los más corpulentos con la misión de bloquear a los defensas y abrir huecos para el avance del jugador con el balón. Grande y fuerte como un oso, y con una actitud de no tomar prisioneros, ni en el juego ni en las prácticas. Según las descripciones de su estilo, Aaron era disciplinario, brusco, duro y exigente para obtener el máximo rendimiento, pero con gran poder de recuperación anímica. Los jugadores le querían una barbaridad por su entrega total. Y murió recibiendo varios balazos mientras protegía a sus estudiantes. A una de las chicas la empujó por la puerta trasera de la clase mientras ponía su cuerpo entre la chica y el asesino. Así describió la joven lo que ocurrió. Le gustaba motivar a sus jugadores diciendo: “Tu siguiente jugada tiene que ser la mejor de tu vida”. Y es así como terminó la suya, con su mejor jugada.
De forma muy parecida, murió también el profesor de Geografía, Scott Beigel. Ayudando a varios estudiantes a escaparse del tiroteo. Máxima expresión de amor y sacrificio.
Sopesando cómo proseguir tres días después de la tragedia, el equipo y uno de los entrenadores debatieron sobre si debieran entrenar o no. El equipo perdió a un entrenador, y un jugador estaba en el hospital todavía recuperándose. Aún después de todo el sufrimiento y traumatismo emocional del grupo, el entrenador sugirió que se prosiguiera con el entrenamiento porque ese sería el deseo de Aaron. Superar la adversidad con fortaleza y la frente en alto.
Y así rindieron homenaje a este educador ejemplar que preparó a muchos para la vida con el ejemplo.
Felizmente, también esta faceta es parte de la vida en EEUU.
Revisando tiroteos anteriores en Florida, el de Orlando y el de Ft Lauderdale (2016 y 2017) se ha descubierto que los tiradores estuvieron en la mira del FBI y la CIA, pero en ambos casos no vieron el grave peligro, bajaron la guardia y ocurrió lo que ha ocurrido. Trump ha propuesto una ley que investigue con mayor detalle a los compradores de armas. Varios senadores han declarado que hay algún consenso. Pero el diablo está en los detalles. Ver y creer. No cabe duda que la policía local y el FBI deben revisar los fallos en el protocolo y corregir todos los fallos que se han cometido. Sin duda, el FBI está, como dicen aquí, en el asiento caliente.
En adición, es muy fácil que se requiera una coordinación superior entre los proveedores de salud mental, los padres, las escuelas y las autoridades. Esperemos que cada estado y cada condado, así como el Gobierno federal, actúen de forma coordinada y completa. Deben concentrarse en lo básico, que es la seguridad del ciudadano.