El entonces poderoso Partido Socialista estadounidense, y con la naciente Segunda Internacional Socialista, impulsó la conferencia creadora del “Día Internacional de la Mujer”.

La conmemoración se asentó más aún en EE.UU. tras el incendio en 1911 en los pisos altos de una fábrica textil de diez plantas, también en Nueva York, en el que murieron 123 mujeres y 23 hombres porque las puertas estaban bloqueadas para impedir hurtos de trabajadores al salir.

Desde 1975 la fecha está reconocida por la ONU, que desde entonces proclama un lema anual, siendo el de 2018 “El tiempo es ahora: activistas rurales y urbanos que transforman la vida de las mujeres”.

La convocatoria más divulgada en España tiene un lema diferente: “Juntas somos más”. Hábilmente ha sido controlada por feministas de extrema izquierda, de gregario chavismo que, en ausencia de feministas más moderadas –el PSOE de la Segunda Internacional actúa de comparsa--, son las protagonistas.

Tienen fijación con imponer la doctrina de género neocomunista: repiten que “nos sabemos lesbianas, trans, bisexuales, inter, queer, hetero”, con el hetero al final porque los cerebros dirigentes son mayoritariamente de lesbianas y propugnan la lucha contra la supuesta “alianza entre el patriarcado y el capitalismo”.

Patriarcado de todo hombre, que es el enemigo por ser el rival para el acto sexual, y capitalismo pese a darles de comer: ideas-fuente de las que colgar toda maldad.

Gran parte de las mujeres y las feministas moderadas no se adherirán a esta huelga de 24 horas que les exige que no usen tampones, sino copas menstruales, tampoco artículos de higiene femenina, rechazar a los hijos y a la pareja masculina, que  no cooperen con sus allegados y que “paralicen así el Estado”:

Como juntas así serán menos, las que no obedezcan entusiásticamente serán tachadas de fachas, franquistas, reaccionarias, nacionalistas españolas y, obviamente, unas P…. Perras.

Por miedo a aparecer así, muchas caerán en la trampa y se unirán a la algarada aunque con pocas ganas.