Francisco Sosa Mandujano
Autoayuda y desarrollo personal de la mano de los extraterrestres
“La Tierra, nuestro planeta, es un ser viviente, es nuestra Madre Tierra. Pero esta madre no puede esperarnos todo el tiempo; ella pasará a otra dimensión, se sacudirá toda la carga negativa que nosotros sus hijos le generamos. El planeta no se destruirá ni habrá un final, solo se transformará en su proceso natural. Pero el hombre tiene la capacidad de revertir su futuro. Esto es lo que entendí del mensaje extraterrestre”.
Así se expresa Francisco Sosa Mandujano en el libro “En el Paititi guiados por los extraterrestres”, que acaba de publicar la Editorial Kolima, y que es, quizás, el único intento que se ha hecho hasta el momento de escribir un pequeño ensayo sobre autoayuda, desarrollo personal y crecimiento interior inspirado en las presuntas enseñanzas de seres de otros mundos.
Sosa Mandujano, nacido en los Andes peruanos en 1951, hijo de una familia campesina sumida en la miseria, narra en este trabajo su experiencia como participante muy activo y destacado en la Misión Rama diseñada por el ufólogo también peruano Sixto Paz Wells, a la que llegó como consecuencia de su “ignorancia espiritual” e impulsado por su empeño en alcanzar el “contacto”.
“No pretendo tener la razón; mucho menos tienes que creértelo todo, pero este libro sí te puede servir para empezar a pensar, a buscar y a descubrir por ti mismo el por qué y para qué del contacto extraterrestre. Solo narro las experiencias que viví junto a personas contactadas que, guiadas por los Guías extraterrestres, fuimos a la legendaria ciudad perdida de El Dorado en representación de la Humanidad”, explica el autor.
Para Mandujano, la búsqueda de los “guías de otros planetas”, la lucha durante largo tiempo por alcanzar el contacto final con los seres de otros mundos, fue algo trascendental en su vida, pues siempre había sentido la presencia de estas realidades. “Todo lo que me tocó pasar, valió la pena, pues aprendí a ser un hombre que va despertando su conciencia, a respirar y relajarme correctamente, a ver más allá de mis ojos físicos, a entender lo que es un ser humano y a vivir en medio de otros seres humanos, a ser más positivo, menos egoísta; también aprendí a sobrellevar el sufrimiento, a tener esperanza y libertad, a ser libre, a entender que no estamos solos –nunca lo hemos estado–, a ir aprendiendo a amar”.
“La Tierra, nuestro planeta, es un ser viviente, es nuestra Madre Tierra. Pero esta madre no puede esperarnos todo el tiempo; ella pasará a otra dimensión, se sacudirá toda la carga negativa que nosotros sus hijos le generamos. El planeta no se destruirá ni habrá un final, solo se transformará en su proceso natural. Pero el hombre tiene la capacidad de revertir su futuro. Esto es lo que entendí del mensaje extraterrestre”.
Así se expresa Francisco Sosa Mandujano en el libro “En el Paititi guiados por los extraterrestres”, que acaba de publicar la Editorial Kolima, y que es, quizás, el único intento que se ha hecho hasta el momento de escribir un pequeño ensayo sobre autoayuda, desarrollo personal y crecimiento interior inspirado en las presuntas enseñanzas de seres de otros mundos.
Sosa Mandujano, nacido en los Andes peruanos en 1951, hijo de una familia campesina sumida en la miseria, narra en este trabajo su experiencia como participante muy activo y destacado en la Misión Rama diseñada por el ufólogo también peruano Sixto Paz Wells, a la que llegó como consecuencia de su “ignorancia espiritual” e impulsado por su empeño en alcanzar el “contacto”.
“No pretendo tener la razón; mucho menos tienes que creértelo todo, pero este libro sí te puede servir para empezar a pensar, a buscar y a descubrir por ti mismo el por qué y para qué del contacto extraterrestre. Solo narro las experiencias que viví junto a personas contactadas que, guiadas por los Guías extraterrestres, fuimos a la legendaria ciudad perdida de El Dorado en representación de la Humanidad”, explica el autor.
Para Mandujano, la búsqueda de los “guías de otros planetas”, la lucha durante largo tiempo por alcanzar el contacto final con los seres de otros mundos, fue algo trascendental en su vida, pues siempre había sentido la presencia de estas realidades. “Todo lo que me tocó pasar, valió la pena, pues aprendí a ser un hombre que va despertando su conciencia, a respirar y relajarme correctamente, a ver más allá de mis ojos físicos, a entender lo que es un ser humano y a vivir en medio de otros seres humanos, a ser más positivo, menos egoísta; también aprendí a sobrellevar el sufrimiento, a tener esperanza y libertad, a ser libre, a entender que no estamos solos –nunca lo hemos estado–, a ir aprendiendo a amar”.