De tanto ir el cántaro a la fuente... se acabará rompiendo
Una parte de los actores políticos tiene en sus genes el paradigma totalitario, que se basa en la idea de que lo importante es alcanzar el poder y luego mantenerlo, sea a costa de lo que sea. Por tanto, si la realidad del pasado tiende a quedarse al descubierto, porque es abrumadora su constatación, lo que procede hacer es meter en la escuela ideas confusas, generar una cosmovisión mezclando elementos contradictorios, generar la idea de que eso pasó, sí, pero que había razones para ello, justificándolo.
Por ejemplo, es lo que intenta el poder nacionalista en el País Vasco, con la inestimable ayuda de la izquierda, sea abertzale o no, y el bobalicón comportamiento de los acomplejados de turno, llevando a las aulas una interpretación del terrorismo de ETA donde se mezcla represión franquista, guerra sucia, torturas y redadas contra HB. Así los escolares pueden llegar a la conclusión de que ETA era un grupo de altruistas libertadores que luchó para sacar a los pobres ciudadanos de la opresión. Si esto no es adoctrinamiento, a mí que me lo expliquen, porque no tiene nada que ver con la realidad.
En un encuentro en la Universidad de verano de la “Menéndez Pelayo” de Santander, coordinado por mi amigo Iñaki Ezkerra, tuve la ocasión de llevar una ponencia referida al adoctrinamiento en las aulas y a la deconstrucción de la memoria por parte de los manipuladores de la realidad. Hubo un notable profesor universitario alavés, que desarrolló otra ponencia, que me llamó exagerado y poco menos que histriónico.
Yo me limito a constatar los hechos mirando a Cataluña y viendo el relato que el Gobierno Vasco está intentando llevar a las aulas para deformar las cosas conforme a sus intereses. Evidentemente no me refiero al Gobierno Vasco como institución sino al PNV que es prácticamente lo mismo, pues como todo el mundo sabe, aquí se confunde al partido guía con el país; y sus redes de connivencia con lo que ha ocurrido y los entresijos del poder económico, político y social tienen una malla muy estrecha, y nada se escapa a su control y dominio. Tal como lo vaticinó el ideólogo del nacionalismo Vasco, Luis Elejalde, en 1910.
Nada que no sepamos. Pero en una sociedad aturdida, acojonada, abducida, sin capacidad para entretejer un entramado social autónomo, estas cosas ocurren como si no pasara nada, como una cosa normal. Y luego dicen que somos una democracia madura.
Si otra instancia, llamémosle ahora de izquierdas, sean comunistas, socialistas a la manera de Largo Caballero, o, lo que es lo mismo, frente-populistas, con convicciones profundamente marxistas, nada liberales, descubre que los historiadores están dejando al descubierto lo que realmente ocurrió hace ochenta años, desmitificando las atrocidades que se le atribuían al franquismo, poniendo la verdad en su sitio; y ven que la gente va tomando conciencia de que se le estaba manipulando, se inquietarán porque ven sus expectativas de poder en la cuerda floja, incluso su existencia futura. Por tanto, vistos los desaguisados que se han ido sucediendo producto de ese signo de la revolución permanente, el voto ciudadano se va apartando del Tánatos, dios de la destrucción, y esa izquierda hará todo lo posible para evitar que el pueblo se pronuncie.
Si el poder es el objetivo absoluto y no los valores que fundamentan el juego democrático, ya no interesa que el pueblo tenga protagonismo sino “conquistar el cielo”, como dijo Iglesias, es decir tomar el poder y ejercerlo. Da lo mismo la libertad de la gente, al fin y al cabo ya lo dijo Stalin cuando Fernando de los Ríos objetaba la validez del sistema soviético porque no respetaba las libertades individuales, la libertad de las personas y su dignidad, “¿libertad para qué?”, le respondió. Y, por tanto, se conspirará para que las leyes sean papel mojado, para que el Ejército y la Guardia Civil sean débiles para que no cumplan su papel de garantes de la unidad nacional constitucional, que haya cárceles que tengan mejores instalaciones que un hotel de lujo por si acaso hay socios de ese conglomerado que acaben siendo juzgados y condenados; y crear las condiciones para perpetuarse, negando la posibilidad del turnismo político y el pluralismo ideológico.
No sé si a ustedes, queridos lectores, les parecerá que tiene algún parangón este relato con la realidad actual. Yo creo que vamos camino de ello. Por eso no lo duden, de tanto ir el cántaro a la fuente se romperá, y entonces se reproducirá miméticamente la historia pasada. Ya me lo decía mi abuelo. La historia se repite siempre cíclicamente.
La libertad como el amor son flores que o se riegan frecuentemente y se cuidan primorosamente o se pierden. Sin libertad no hay dignidad humana. La vida tiene sentido si ejercemos la dignidad como personas y cuidamos de ella. Si no es así, merece la pena, incluso, perder la vida por defenderla.
Una parte de los actores políticos tiene en sus genes el paradigma totalitario, que se basa en la idea de que lo importante es alcanzar el poder y luego mantenerlo, sea a costa de lo que sea. Por tanto, si la realidad del pasado tiende a quedarse al descubierto, porque es abrumadora su constatación, lo que procede hacer es meter en la escuela ideas confusas, generar una cosmovisión mezclando elementos contradictorios, generar la idea de que eso pasó, sí, pero que había razones para ello, justificándolo.
Por ejemplo, es lo que intenta el poder nacionalista en el País Vasco, con la inestimable ayuda de la izquierda, sea abertzale o no, y el bobalicón comportamiento de los acomplejados de turno, llevando a las aulas una interpretación del terrorismo de ETA donde se mezcla represión franquista, guerra sucia, torturas y redadas contra HB. Así los escolares pueden llegar a la conclusión de que ETA era un grupo de altruistas libertadores que luchó para sacar a los pobres ciudadanos de la opresión. Si esto no es adoctrinamiento, a mí que me lo expliquen, porque no tiene nada que ver con la realidad.
En un encuentro en la Universidad de verano de la “Menéndez Pelayo” de Santander, coordinado por mi amigo Iñaki Ezkerra, tuve la ocasión de llevar una ponencia referida al adoctrinamiento en las aulas y a la deconstrucción de la memoria por parte de los manipuladores de la realidad. Hubo un notable profesor universitario alavés, que desarrolló otra ponencia, que me llamó exagerado y poco menos que histriónico.
Yo me limito a constatar los hechos mirando a Cataluña y viendo el relato que el Gobierno Vasco está intentando llevar a las aulas para deformar las cosas conforme a sus intereses. Evidentemente no me refiero al Gobierno Vasco como institución sino al PNV que es prácticamente lo mismo, pues como todo el mundo sabe, aquí se confunde al partido guía con el país; y sus redes de connivencia con lo que ha ocurrido y los entresijos del poder económico, político y social tienen una malla muy estrecha, y nada se escapa a su control y dominio. Tal como lo vaticinó el ideólogo del nacionalismo Vasco, Luis Elejalde, en 1910.
Nada que no sepamos. Pero en una sociedad aturdida, acojonada, abducida, sin capacidad para entretejer un entramado social autónomo, estas cosas ocurren como si no pasara nada, como una cosa normal. Y luego dicen que somos una democracia madura.
Si otra instancia, llamémosle ahora de izquierdas, sean comunistas, socialistas a la manera de Largo Caballero, o, lo que es lo mismo, frente-populistas, con convicciones profundamente marxistas, nada liberales, descubre que los historiadores están dejando al descubierto lo que realmente ocurrió hace ochenta años, desmitificando las atrocidades que se le atribuían al franquismo, poniendo la verdad en su sitio; y ven que la gente va tomando conciencia de que se le estaba manipulando, se inquietarán porque ven sus expectativas de poder en la cuerda floja, incluso su existencia futura. Por tanto, vistos los desaguisados que se han ido sucediendo producto de ese signo de la revolución permanente, el voto ciudadano se va apartando del Tánatos, dios de la destrucción, y esa izquierda hará todo lo posible para evitar que el pueblo se pronuncie.
Si el poder es el objetivo absoluto y no los valores que fundamentan el juego democrático, ya no interesa que el pueblo tenga protagonismo sino “conquistar el cielo”, como dijo Iglesias, es decir tomar el poder y ejercerlo. Da lo mismo la libertad de la gente, al fin y al cabo ya lo dijo Stalin cuando Fernando de los Ríos objetaba la validez del sistema soviético porque no respetaba las libertades individuales, la libertad de las personas y su dignidad, “¿libertad para qué?”, le respondió. Y, por tanto, se conspirará para que las leyes sean papel mojado, para que el Ejército y la Guardia Civil sean débiles para que no cumplan su papel de garantes de la unidad nacional constitucional, que haya cárceles que tengan mejores instalaciones que un hotel de lujo por si acaso hay socios de ese conglomerado que acaben siendo juzgados y condenados; y crear las condiciones para perpetuarse, negando la posibilidad del turnismo político y el pluralismo ideológico.
No sé si a ustedes, queridos lectores, les parecerá que tiene algún parangón este relato con la realidad actual. Yo creo que vamos camino de ello. Por eso no lo duden, de tanto ir el cántaro a la fuente se romperá, y entonces se reproducirá miméticamente la historia pasada. Ya me lo decía mi abuelo. La historia se repite siempre cíclicamente.
La libertad como el amor son flores que o se riegan frecuentemente y se cuidan primorosamente o se pierden. Sin libertad no hay dignidad humana. La vida tiene sentido si ejercemos la dignidad como personas y cuidamos de ella. Si no es así, merece la pena, incluso, perder la vida por defenderla.