Espiral de violencia en Cataluña
Me preocupa. Tengo razones personales para señalar a Cataluña como "territorio comanche". A la autoridad incompetente ni está ni se le espera. Se vuelve a repetir la historia que sufrimos los españoles en el País Vasco. Los mandarines han creado una división que acostumbra a expresarse violentamente. Es un milagro que todavía no haya víctimas mortales. Alguien debería avisar a los bomberos para evitar las proporciones que puede adquirir el incendio.
Cuando se aplicó el artículo 155, muchos creíamos que había motivos más que sobrados, incluso pensamos que el Gobierno había dejado que los acontecimientos llegaran muy lejos. Pero lo peor fue el espectáculo de impotencia para la autoridad. El proceso tuvo una respuesta con sabor descafeinado. Tanto es así que dio motivos para victimizar a los sediciosos como "presos políticos", extendiendo tal efecto publicitario por una parte de Europa, promoviendo "extrañas" actuaciones judiciales en Alemania y Bélgica, incomprensibles para la ciudadanía sin más información que los hechos televisados, con desconocimiento sobre el fondo de las actuaciones judiciales, sobre todo cuando los socialistas se empeñaron en poner sordina al ejercicio de le Ley, posiblemente para ejercer de capitán Araña y guardarse el comodín que hoy usan a modo de paladines para "resolver el conflicto" mediante diálogo. ¿Qué diálogo?. Pactar la autodeterminación a cambio de mantenerse en las poltronas, una vez expulsado el PP de Rajoy y de la Caja B en la sede central de Madrid.
Rajoy y Aznar. El segundo que ahora da dicterios a Casado, tuvo como gentes de confianza, a los que o están en prisión o presentan indicios racionales de conductas indecentes. El primero dilapidó un inmenso poder, como jamás tuvo una formación política en democracia. Pero su conducta, rayando en la indolencia, le llevó a una pérdida de votos, escaños y credibilidad que anunciaba el derrumbe de un modelo. Hoy aún no hemos sabido que pasó para que en la jornada de la moción de censura, desde un céntrico restaurante madrileño, el principal afectado permaneciera ausente, cuando debía haber dimitido y así posibilitar ganar tiempo y presentar un candidato alternativo, evitando la llegada de Sánchez, que dicho sea de paso, tampoco las tenía todas consigo y le quemaba la posibilidad de ser Presidente.
Pero lo que nadie le perdonará al PP de Rajoy es la corrupción, la falta de fortaleza para terminar con el proceso -sólo lo aplazó- y su política financiera en favor de la banca, mientras los recortes y la precariedad del empleo se cebaban con las clases medias de España.
Hay quien dice que tras Rajoy, como tras el Rey Sol, sólo vendrá el diluvio. Puede ser, al menos si contemplamos lo que ha quedado del PP en Cataluña y Euskadi. Y ahora que comienza la campaña de Andalucía, estamos ante otro batacazo previsto y descomunal, pero esta vez en el gran granero de votos y escaños nacionales. Si es así, el PP dejará definitivamente de ser la alternativa al socialismo.
Mientras, en Cataluña, crece cada día el miedo. Ya se escucha a dirigentes políticos y civiles denunciar que se sienten abandonados a su suerte, mientras los nacionalistas presionan siguiendo las instrucciones de Torra y de Puigdemont. En cualquier momento se les puede ir la mano y lamentar alguna víctima, poniendo en circulación la espiral de la violencia, que hasta ahora se ha limitado a ciertos enfrentamientos callejeros, pero que dada la división y el clima de odio, enseguida pasará a un conflicto de inimaginables consecuencias. ¡No digan que no se les avisa!
Además, el nacionalismo catalán, al igual que sucedió en el País Vasco, está fragmentado. Desde una derecha burguesa a imagen del PNV, pasando por una izquierda, más en las formas que en el fondo, a imagen de EA, y los antisistema de la CUP que terminarán por comportarse como lo hacía HB.
Ser español en Cataluña, como lo fue en Euskadi, se ha convertido en algo tan estigmatizado como lo fue ser cristiano en la Roma de Nerón. Y todo anuncia que presenciaremos la escalada de la violencia. Primero de palabra, después de actos administrativos, y por fin, de no poder salir a la calle y requerir escoltas para evitar lo peor. Y el todavía Ministro del Interior diciendo que se trata de escasos y aislados procesos; algo así como lo acontecido en aquella Alemania dónde un personaje con aspecto de charlotín ganó unas elecciones y terminó por armar una confrontación que no deberíamos haber olvidado, tanto los judíos como los habitantes civilizados militantes del humanismo y la democracia. Y pensar que en los años setenta, en plena dictadura, Cataluña era el sur de Europa, la cuna del seny, el refugio para la intelectualidad que trataba de sacudirse la caspa del régimen con lealtad inquebrantable al "movimiento". Cualquier parecido con la Cataluña de ahora es una mera coincidencia.
Los socialistas tienen ante sí una gravísima responsabilidad. Pueden optar por ser el monaguillo de Podemos, que los emplea como madera vieja para atizar la hoguera, y que cuando se hayan quemado, arrojarán sus cenizas por el WC, mientras se convierten en la referencia de la nueva izquierda, puede que hasta sorprendiendo a los incautos, en la forma que resolverán el problema de Cataluña. Y es que si alguien se ha creído que los de Podemos no saben usar el guante de hierro, vean como están actuando con los disidentes internos. El modelo de Podemosante Cataluña terminará por ser el que siempre se utilizó en la Europa del Este. Recordemos la primavera de Praga hace cincuenta años, o las "formas" que usaron para someter las libertades en Hungría en los años cincuenta.
Termino sin comprender del todo el papel de mediador que está ejerciendo el lendakari Urkullu. Si lo que busca es un presupuesto con todas las ventajas en favor de la comunidad vasca puedo entender que se han trastocado los discursos y los vascos recogen aquellas palabras de "lo que no son pesetas son puñetas". Pero aun así, corren el riesgo de estar dando pábulo a la "izquierda abertzale", que parece dormida, pero está presente y en cualquier momento emprenderá una alianza para dejar al viejo, católico y burgués PNV a la intemperie.
Me preocupa. Tengo razones personales para señalar a Cataluña como "territorio comanche". A la autoridad incompetente ni está ni se le espera. Se vuelve a repetir la historia que sufrimos los españoles en el País Vasco. Los mandarines han creado una división que acostumbra a expresarse violentamente. Es un milagro que todavía no haya víctimas mortales. Alguien debería avisar a los bomberos para evitar las proporciones que puede adquirir el incendio.
Cuando se aplicó el artículo 155, muchos creíamos que había motivos más que sobrados, incluso pensamos que el Gobierno había dejado que los acontecimientos llegaran muy lejos. Pero lo peor fue el espectáculo de impotencia para la autoridad. El proceso tuvo una respuesta con sabor descafeinado. Tanto es así que dio motivos para victimizar a los sediciosos como "presos políticos", extendiendo tal efecto publicitario por una parte de Europa, promoviendo "extrañas" actuaciones judiciales en Alemania y Bélgica, incomprensibles para la ciudadanía sin más información que los hechos televisados, con desconocimiento sobre el fondo de las actuaciones judiciales, sobre todo cuando los socialistas se empeñaron en poner sordina al ejercicio de le Ley, posiblemente para ejercer de capitán Araña y guardarse el comodín que hoy usan a modo de paladines para "resolver el conflicto" mediante diálogo. ¿Qué diálogo?. Pactar la autodeterminación a cambio de mantenerse en las poltronas, una vez expulsado el PP de Rajoy y de la Caja B en la sede central de Madrid.
Rajoy y Aznar. El segundo que ahora da dicterios a Casado, tuvo como gentes de confianza, a los que o están en prisión o presentan indicios racionales de conductas indecentes. El primero dilapidó un inmenso poder, como jamás tuvo una formación política en democracia. Pero su conducta, rayando en la indolencia, le llevó a una pérdida de votos, escaños y credibilidad que anunciaba el derrumbe de un modelo. Hoy aún no hemos sabido que pasó para que en la jornada de la moción de censura, desde un céntrico restaurante madrileño, el principal afectado permaneciera ausente, cuando debía haber dimitido y así posibilitar ganar tiempo y presentar un candidato alternativo, evitando la llegada de Sánchez, que dicho sea de paso, tampoco las tenía todas consigo y le quemaba la posibilidad de ser Presidente.
Pero lo que nadie le perdonará al PP de Rajoy es la corrupción, la falta de fortaleza para terminar con el proceso -sólo lo aplazó- y su política financiera en favor de la banca, mientras los recortes y la precariedad del empleo se cebaban con las clases medias de España.
Hay quien dice que tras Rajoy, como tras el Rey Sol, sólo vendrá el diluvio. Puede ser, al menos si contemplamos lo que ha quedado del PP en Cataluña y Euskadi. Y ahora que comienza la campaña de Andalucía, estamos ante otro batacazo previsto y descomunal, pero esta vez en el gran granero de votos y escaños nacionales. Si es así, el PP dejará definitivamente de ser la alternativa al socialismo.
Mientras, en Cataluña, crece cada día el miedo. Ya se escucha a dirigentes políticos y civiles denunciar que se sienten abandonados a su suerte, mientras los nacionalistas presionan siguiendo las instrucciones de Torra y de Puigdemont. En cualquier momento se les puede ir la mano y lamentar alguna víctima, poniendo en circulación la espiral de la violencia, que hasta ahora se ha limitado a ciertos enfrentamientos callejeros, pero que dada la división y el clima de odio, enseguida pasará a un conflicto de inimaginables consecuencias. ¡No digan que no se les avisa!
Además, el nacionalismo catalán, al igual que sucedió en el País Vasco, está fragmentado. Desde una derecha burguesa a imagen del PNV, pasando por una izquierda, más en las formas que en el fondo, a imagen de EA, y los antisistema de la CUP que terminarán por comportarse como lo hacía HB.
Ser español en Cataluña, como lo fue en Euskadi, se ha convertido en algo tan estigmatizado como lo fue ser cristiano en la Roma de Nerón. Y todo anuncia que presenciaremos la escalada de la violencia. Primero de palabra, después de actos administrativos, y por fin, de no poder salir a la calle y requerir escoltas para evitar lo peor. Y el todavía Ministro del Interior diciendo que se trata de escasos y aislados procesos; algo así como lo acontecido en aquella Alemania dónde un personaje con aspecto de charlotín ganó unas elecciones y terminó por armar una confrontación que no deberíamos haber olvidado, tanto los judíos como los habitantes civilizados militantes del humanismo y la democracia. Y pensar que en los años setenta, en plena dictadura, Cataluña era el sur de Europa, la cuna del seny, el refugio para la intelectualidad que trataba de sacudirse la caspa del régimen con lealtad inquebrantable al "movimiento". Cualquier parecido con la Cataluña de ahora es una mera coincidencia.
Los socialistas tienen ante sí una gravísima responsabilidad. Pueden optar por ser el monaguillo de Podemos, que los emplea como madera vieja para atizar la hoguera, y que cuando se hayan quemado, arrojarán sus cenizas por el WC, mientras se convierten en la referencia de la nueva izquierda, puede que hasta sorprendiendo a los incautos, en la forma que resolverán el problema de Cataluña. Y es que si alguien se ha creído que los de Podemos no saben usar el guante de hierro, vean como están actuando con los disidentes internos. El modelo de Podemosante Cataluña terminará por ser el que siempre se utilizó en la Europa del Este. Recordemos la primavera de Praga hace cincuenta años, o las "formas" que usaron para someter las libertades en Hungría en los años cincuenta.
Termino sin comprender del todo el papel de mediador que está ejerciendo el lendakari Urkullu. Si lo que busca es un presupuesto con todas las ventajas en favor de la comunidad vasca puedo entender que se han trastocado los discursos y los vascos recogen aquellas palabras de "lo que no son pesetas son puñetas". Pero aun así, corren el riesgo de estar dando pábulo a la "izquierda abertzale", que parece dormida, pero está presente y en cualquier momento emprenderá una alianza para dejar al viejo, católico y burgués PNV a la intemperie.