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Ernesto Ladrón de Guevara
Lunes, 19 de Noviembre de 2018 Tiempo de lectura:

Si no entienden ciertas cosas es porque hay gato encerrado

Revolviendo papeles, cosa que hago por costumbre pues con ello tengo hallazgos inauditos de esos que olvidas que los tenías y te los encuentras, veo una noticia del Diario de Navarra que se titula así: “Encuestan a escolares si se sienten vascos o si deberían hablar sólo euskera”. Lógicamente, ustedes, mis lectores, pensarán que esa pregunta se la hacían a los niños vascos, y, también que eso es una barbaridad absolutamente detestable. Lo segundo que han pensado es cierto, es, simplemente, abominable, una manipulación de las mentes de los niños digna de la Venezuela bolivariana de Maduro. Lo primero no. Esta encuesta la hicieron a 1.900 alumnos de 12 a 16 años en la zona norte de Navarra hace tres años. Fue una encuesta autodenominada “sociolingüística” en la Mancomunidad de Sakana, presidida por Bildu. Y colaboraron otras mancomunidades -obviamente del mismo color y olor-.

 

Eso sí, la encuesta estaba en esta misma lengua en la que escribo esto, común de todos los españoles, y que no es de Castilla sino de toda España. En esa misma encuesta los niños tenían que poner su edad y la de sus padres, modelo lingüístico, lugar de nacimiento de él y sus padres y demás datos que eran bastante sospechosos en una encuesta que se entiende que debe tener un cariz anónimo por razones meramente técnicas.

 

Esta muestra, entre muchas otras más, nos da la radiografía del diseño aplicado a la educación como caballo de Troya de la ingeniería social de modificación de la sociología cultural y de la conducción skinneriana de la visión política, en procesos de inducción que tienen un recorrido más corto del que parece, y que van por caminos de totalitarismo descarado. Quien no lo vea tiene un problema que se lo tiene que hacer mirar.

 

Estas cosas, como las de Cataluña, de un adoctrinamiento y comedura de coco absolutamente impresentable y descarado, donde se trata a los niños como se hacía en la Rusia Soviética, es decir como carne de cañón del Régimen, no pasan porque sí, sino que responden a un paradigma que tiene como metáfora la rana que se va cociendo a fuego lento y que no siente la quemazón, pero al cabo de un tiempo expira totalmente cocida. Es lo que está ocurriendo.

 

Y si usted, amigo lector, no se ha preguntado por qué ocurren estas cosas propias de comic de Mortadelo y Filemón es o porque no tiene curiosidad o porque pasa de esta fenomenología por hartazgo y aburrimiento. Pero la pregunta es inexcusable, para evitar males mayores y hacer frente a la situación. Siempre que ocurren cosas que son inexplicables es porque hay gato encerrado y una trama perfectamente organizada. No es por casualidad.

 

La izquierda en su conjunto ha vuelto a los años treinta del siglo pasado, cuando Stalin regía a golpe de silbato las estrategias del socialismo internacional. Hoy no hay un Stalin que desarrolle esas políticas de sovietización, pero sí hay un poder en las tinieblas que intenta extender las revoluciones bolivarianas que afectan a parte del mundo hispano-americano  a España.

 

Esta izquierda bolivariana predica que para combatir el capitalismo burgués y la retracción de los derechos colectivos de los trabajadores y sus condiciones laborales hay que combatir a los estados nacionales, fragmentarlos y crear poderes locales imaginando naciones minimalistas para volver a tiempos feudales. Y así se controla mejor a las poblaciones y se establecen mecanismos de poder sobre la base de la homogeneización cultural, de percepciones y culturas políticas y de dinámicas sociológicas. Y tienen razón en la práctica. En ese modelo de sociedades no hay quien se mueva y se salga del guión, salvo a riesgo de quedar en el ostracismo y eliminado desde el punto civil de sus derechos como ciudadano. Y es un modelo perfectamente planificado, con el frotamiento ingenuo de las manos de la burguesía local que piensa que así las cosas del negocio están más controladitas, sin darse cuenta de que los primeros en ser guillotinados serán ellos. Parece mentira que se aprenda tan poco de la Historia.

 

Si ustedes a estas alturas no se han dado cuenta de las compañías de Podemos y de los nacionalistas que se apoyan en estos grupos revolucionarios, se lo digo yo.  ¿Han oído ustedes hablar de los desastres del terrorismo producidos por ETA de boca de Iglesias? Yo no. Más bien lo que he oído es que había razones que justificaban ciertas actuaciones violentas y que ETA apoyaba al pueblo trabajador.  Sin embargo, sí habrán oído las constantes justificaciones al régimen instaurado por el tirano Chávez en Venezuela. La última de Errejón diciendo que los venezolanos comen tres veces al día, en una clara muestra de apoyo al sistema marxistoide de Maduro. ¿A que no plantean la fragmentación de Venezuela como lo hacen en España?

    

Recomiendo la lectura del magnífico artículo publicado en el diario Expansión del día 13 de este mes firmado por Fernando del Pino Calvo-Sotelo, titulado “Una verdadera amenaza para España”. Verdaderamente magistral y revelador.

 

Lo del Señor Sánchez es para dar de comer aparte, planteando, de nuevo, el traslado, de nuevo, de los archivos de la Guerra Civil del Archivo de Salamanca a Cataluña, como bien denuncia la Asociación para salvar el Archivo de Salamanca. Así, mediante la “distracción” de los materiales en los que basan los historiadores sus trabajos de indagación historiográfica, no se sabrá lo que ocurrió en la II República y la Guerra Civil, y se completará el escenario con una persecución de todo aquel que se atreva a cuestionar la pseudoverdad aplicada como axioma de obligatorio credo.

 

Y, lo de extender las lenguas autonómicas a otros territorios no contaminados, como la Rioja, o lo pretendido por el señor Iglesias de aplicar las lenguas regionales a la enseñanza en todo el territorio nacional ya es para abrirse las venas. Esta gente no tiene ni complejos ni vergüenza.

    

Si no paramos esto a tiempo aspiraremos a parecer una república bananera, pues no llegaremos ni a ese nivel de confort.

    

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