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Sábado, 24 de Noviembre de 2018 Tiempo de lectura:
Investigación

Valpuesta: Los primeros chispazos de la lengua castellana

Saturnino Ruiz de Loizaga, nacido en Tuesta (Álava) en 1939 es sacerdote franciscano. Dueño de una ingente erudición y con una sólida preparación científica, Ruiz de Loizaga, licenciado en Teología por la Universidad Lateranense (Roma 1970), doctor en Teología por la Pontificia Universidad Antonianum (Roma 1990) y licenciado en Paleografía, Diplomática y Archivística por la Escuela de Paleografía Vaticana (Ciudad del Vaticano 1985), es autor de 20 libros y de más de un centenar de artículos científicos sobre temas medievales. Saturnino Ruiz es el descubridor de las primeras palabras en lengua castellana, escritas en el siglo IX, y en este artículo escrito en rigurosa exclusiva para La Tribuna del País Vasco, aporta datos trascendentales y de elevado interés interés tanto para eruditos de la historia de la lengua como para todo aquel que quiera descubrir los orígenes del español en el occidente de Álava, a caballo con la parte más oriental de Burgos, allí donde nació Castilla.


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Aunque no es para mí el momento más idóneo y natural para tratar de cartularios o becerros de Valpuesta, ya que uno tiene mil cosas sobre la mesa, no obstante me voy a recrear sugiriendo y compartiendo con ustedes una serie de ideas, conceptos y consideraciones en relación con los mismos.

 

Valpuesta es una modesta aldea enclavada en el Valle de Valdegovía, valle del occidente de Álava y que comparten las provincias de Álava y Burgos. Aquí en Valpuesta surge en el siglo IX un monasterio, ‘una catedral’ y una diócesis: Santa María de Valpuesta. En su escritorio hace 11 siglos se escribieron los famosos Cartularios o Becerros de Valpuesta. Los cartularios son libros en pergamino donde se copiaban las escrituras que recogen las propiedades, donaciones, compraventas, testamentos, etc. de una institución.

 

Valdegovia es un valle único, -como el valle de Arán en Cataluña-, es una unidad diferenciada del País Vasco. Teniendo como centro y capital afectiva la ciudad de Miranda de Ebro. Un valle lleno contrastes naturales (Sobrón-Valderejo), de historia, costumbres, de lengua. Y nos duele que de este valle tan documentado no se valore su realidad, histórica, cultural y lingüística. No creo que exista entre el siglo IX y el XIII una comarca mejor documentada en el resto de España. Esta comarca histórica debe su fuerte personalidad, entre otras cosas, a que aquí nació una lengua, el castellano. La pequeña localidad de Valpuesta alberga la ex-colegiata, donde se gestaron las primeras palabras escritas en castellano. Diré más, en Valdegovía y comarcas vecinas, el castellano se habló antes que en el reino de León y que en toda Castilla comprendida entre el Duero y Tajo.

 

El Archivo Histórico Nacional conserva actualmente en los estantes de la Sección de Clero Regular estos Becerros que contienen prácticamente toda la documentación de la iglesia de Valpuesta en sus primeros siglos. El Becerro Gótico (o Antiguo) consta de 187 documentos (diplomas o pequeñas cartas), escritos en diferentes momentos, por más de una treintena de escribanos, y abarca el arco temporal comprendido entre el año 804 y el año 1140, con algún documento posterior. El Becerro Galicano contiene 138 cartas del libro antiguo y tres que no constan el aquél, trasladadas por el canónigo de Valpuesta Rodrigo Pérez de Valdivielso, en 1236.

 

De manera que, siguiendo la evolución de esos cartularios, podemos seguir casi semana por semana, y no año por año, los acontecimientos, las vicisitudes de nuestros pueblos. Podemos seguir los nombres y apellidos de infinidad de familias de nuestras aldeas al menos antes del año 1200. Os invito a adentraros por ese manadero o caudal de noticias para captar el ritmo de la vida de un monasterio –Santa María de Valpuesta-, para revivir el ambiente cotidiano de cualquier pueblo, villa o aldea de la cuenca Omecillo-Ebro, el paisaje de la zona, la fe de nuestros mayores, el santoral, la familia, la incertidumbre de la vida, el valor y fluctuación de los precios, la transacción de propiedades, al vasallaje, los métodos de labranza, de cultura, etc., así como la larga lista de personajes, fincas, piezas y predios con sus linderos respectivos. Sería interesante poseer un Corpus Documental de todos los documentos antes del año 1200 relacionados con la comarca de Valdegovía, pues, la riqueza documental sería verdaderamente impresionante.

 

Los monasterios y catedrales eran las editoriales de aquellos años, mediante el penoso y lento trabajo de los copistas, que en muebles incómodos y rudimentarios, con tintas de hollín desleído en agua y plumas de ave copiaban y copiaban las obras que llegaban a sus manos, adornándolas con miniaturas e  iniciales exuberantes (letras).

 

Sobre el romance castellano que aflora en el Cartulario de Valpuesta ya había sido evidenciado por distintos y prestigiosos estudiosos a partir de la publicación del Cartulario por el hispanista francés Barrahu-Dihigo en 1900. A principios del siglo XX, año 1917, Macho Ortega, con buen sentido crítico, hizo un pequeño estudio semántico de los diversos vocablos del famoso privilegio de Valpuesta (año 804). En la década de los años 30, el paleógrafo e historiador jesuita García Villada, en un trabajo serio y documentado, dedica también un pequeño estudio a la evolución y gestación del romance latente en las cartas de Valpuesta.

    

Pero fue Menéndez Pidal a lo largo del siglo XX, quien, con más atención y esfuerzo, dedicó muchas páginas al proceso del castellano primitivo, de modo especial en su libro Orígenes del Español. Estado lingüístico de la Península Ibérica hasta el siglo XI (Madrid 1926).

    

Los escribanos del escritorio de Valpuesta pretendían redactar todos los documentos en latín; pero, por una parte, carecían de conocimiento profundo de este idioma e incurrían en errores imputables a la lengua que hablaban; y, por otra parte, se veían forzados a utilizar esta última cuando tenían que consignar términos no latinos (o cuyo equivalente latino desconocían), como los antropónimos y topónimos. De manera que en la redacción incluían algunas frases, giros, palabras, términos y oraciones, usadas por la población pero impropias del latín en el que escribían, como cuenca, en lugar de conca; fuero por forum, fresno por fraxinum, conceio por concilium, piele (piel) por pellem, madera por matera, etc., características del romance castellano que estaba naciendo. Algunas veces de este léxico lingüístico se han filtrado en los pergaminos valpostanos palabras, como: andadura, cabeciles, calzada, casa, corro, cuencas, cuero, ganato, giro, mazanos, novillo, sabana, molino, orreo, paregios, camisa, perare, plumazos, pozale, pielle, raia, carrera, bracas, tino, tio, nuera, soprinos, sobrinos, coñados, yermanos…

 

A los escribas y notarios que redactaban sus escritos en latín se les deprenden, pues, palabras, frases y formas típicas del habla vulgar o romance, y nosotros, recogiéndolas con cuidado, podemos reconstruir en parte el lenguaje de la conversación de entonces.

 

He aquí –abundando en lo que venimos diciendo- algunos ejemplos del códice de Valpuesta que se presentan como indicios y manifestaciones claras del romance que se hablaba en la comarca de Valdegovía en aquellos tiempos:

 

Año 911: sapemus in veritate, en vez de scimus in veritate.

 

Año 939: Una mujer de Alcedo de nombre Guntroda dal monasterio de Valpuesta una viña y en cambio le viene dado un potro castano et una piele (un potro castaño y una piel). De advertir, por ejemplo, que potro proviene o deriva del latín pultrus.

 

Año 944: aparece la voz  ‘casa’ en vez de domus; capo (cabezal) en vez de caput; uso de la palabra matera (madera) en vez de lignum; eglesia en vez de ecclesia; carne en vez de caro; serna en vez de senera; ganato en vez de pecus.

 

Año 950: Manzanos en vez de pomíferos o pomares; perare (peral) en vez de picus; cebaria en vez de ordio; cassios iermanos >hermanos…

 

Un repaso por los pergaminos de Valpuesta nos proporciona ciertamente una serie de anillos en donde ya está en germen la formación del castellano: con vino en vez de cum vino; presa de molino; carrera que vadit de Tuesta ad Elceto; casas que fuerunt de nostro padre…

 

[Img #14881]Muchos de estos vocablos constituyen las primeras, las más antiguas manifestaciones, indicaciones, menciones del idioma castellano. De manera que, sin lugar a dudas, las primeras voces, términos escritos en lengua romance se encuentran en el becerro de Valpuesta. No en vano el Diccionario Etimológico e Hispánico de Juan Corominas, instrumento indispensable para conocer el origen, la génesis y el desarrollo histórico de las palabras de lengua castellana incluye muchas de ellas entre las primeras dataciones.

 

Por último, hemos visto, a través de estos pequeños documentos, cómo nace el romance castellano, cómo se da esa evolución, cómo se cuela entre el latín y eso es importantísimo para explicar los primeros pasos de nuestra lengua.

 

Abundando en lo que venimos diciendo tenemos también un documento íntegramente escrito en castellano. Así, pues, antes del poeta riojano Gonzalo de Berceo (1190?-1246) ya poseemos, por ejemplo, una escritura con la lengua del pueblo. Se trata de la donación que hace Fortún Sánchez de Butrana a los canónigos de Santa Maria de Valpuesta:

 

Esto sea sabudo a los que son y a los que seran: que Fortun Sángez de Butrana dio una tierra al molin de arriba por anneversario a los chanonigos de Valposta e metio? ena tierra a domino Garcia, maestro de Valposta (año 1200).

 

El 23 de noviembre del año 2010 fueron presentados en una nueva versión los dos volúmenes de la obra titulada los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta, editados por la Real Academia Española y el Instituto Castellano Leonés de la Lengua.

 

El vicedirector de la Real Academia de la Lengua Española, José A. Pascual, en el prólogo del libro, escribe que el equipo de paleógrafos que han estudiado los diplomas de los códices a lo largo de siete años de investigación, dirigido por José M. Ruiz Asensio, catedrático de la Universidad de Valladolid, e integrado por los profesores Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez, han realizado un trabajo “que me atrevería a considerarlo definitivo”.

 

Los autores del trabajo sostienen que los documentos del monasterio burgalés incluyen “términos que son los primeros vestigios del castellano y los más antiguos que se han encontrado hasta ahora”, y también, que acreditan una mezcla de registros orales y escritos, es decir, de romance y latín, “que ampara fenómenos fonéticos, morfológicos y lexicográficos del castellano. Asimismo opinan que el estudio realizado aporta una edición “definitiva y fundamental para el estudio de la lengua romance, en la época de los orígenes”.

 

Resumiendo:

 

Escribía Dámaso Alonso que el “latín llega a ser español a lo largo de una evolución lentísima y constante, y nunca podemos cortar por un punto y decir: Aquí está el español recién nacido”. Ciertamente, y bien es sabido que, el castellano no sólo nació en Valpuesta sino también en Oña, Cardeña, San Millán, en León… pero sus huellas escritas más antiguas e importantes, mientras un hallazgo fortuito no nos depare otro testimonio anterior, hay que buscarlas y estudiarlas hoy por hoy en los pergaminos de Valpuesta. En Valpuesta tendríamos, pues, los primeros y verdaderos chispazos de la lengua castellana.

 

Y constatar, que a menos de tres kilómetros de Valpuesta, -donde nace el castellano-, existe una flamante e importante ikastola, ubicada precisamente en un pueblo que lleva el nombre romance de Villanueva, y mira por dónde dicho topónimo mayor de Villanueva (de Valdegovía) (año 949) se nos presenta en la documentación, como la decana, la más vieja, la más antigua de todas las Villanuevas hoy existentes en la Península Ibérica.

 

Pues bien, aquí en Valdegovía se nos está borrando, se nos está quitando algo tal esencial como es la lengua materna, genuina, que tuvo el manadero más importante en este valle de Valdegovía. Los Derechos humanos más elementales vienen, pues, aquí, conculcados, pisoteados. La lengua vehicular, normalmente utilizada en Valdegovía desde el siglo X en adelante ha sido siempre el romance-castellano. Un servidor, hasta que fui al estudiantado de Aránzazu para cursar mis estudios, no sabía que existía el vasco y ni había oído hablar en vasco. Discriminar una lengua es discriminar personas. Venimos agredidos por una cultura que no ha sido nunca la nuestra. La lengua es de sus habitantes no de un territorio, llamado hoy Euskadi. “Un pueblo que renuncia a su lengua pierde también el alma”. Es como ver a alguien desnudo, mejor dicho, despojado de su ropa a la fuerza. “Si una lengua sacude los cimientos de un Estado, eso significa que ese Estado se ha construido en tierra ajena (Escola Tagore). “El nacionalismo pide pluralidad al Estado y la niega donde gobierna e incluso aplasta la disidencia"., decía Fernando García de Cortázar en un curso veraniego en Santander. Y la Iglesia calla y calla, mostrando aparentemente una escasa sensibilidad moral y democrática al respecto. No obstante que el papa Francisco hablando repetidas veces de la violación de la dignidad humana, como es el caso que a uno se le quite su propia lengua, ‘es una herida a la creación’.

 

Nuestra madre nos enseñó a hablar.

 

Nos repitió amorosamente esas primeras palabras difíciles para nuestra lengua de niños.

 

Luego nos guió, paciente, por las primeras letras de una cartilla maternal sin amarguras.

 

Nos hizo el gran regalo del idioma, que acaso no hemos utilizado nunca para darle gracias.

 

¿Cuánto gasta el Gobierno Vasco en promocionar la cultura latino-romance en la zona?

 

Leía hace unos años que la literatura en Castellano recibía por primera vez ayudas de Lakua (28 de julio de 2010). El Gobierno de Patxi López daba por primera vez un una subvención específica en la historia de la Administración vasca de 100.000 euros para la producción literaria en castellano. Una cifra que da risa. Por otra parte, leo en periódicos recientes que el Gobierno Vasco está gastando dinero en la promoción de la lengua quechua. ¡O tempora, o mores! (Oh tiempos, oh costumbres! ¡Quam rem publicam habemus! ¿En qué país estamos? ¿Qué Estado tenemos?

 

LA CUNA DEL CASTELLANO ESTÁ EN VALPUESTA O EN SAN MILLÁN

 

¿Dónde se escribieron las primeras palabras en castellano? La pregunta tenía hasta hace poco tiempo una única respuesta: en el monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja).

 

En el año 1977 España celebró el milenario de su lengua. Ramón Menéndez Pidal pensaba que las Glosas Emilianenses habían sido escritas en la segunda mitad del siglo X; dentro de este período fue elegido arbitrariamente el año 977 para celebrar, en el año 1977, el milenario de la lengua española. Pero la datación de las Glosas propuesta por Menéndez Pidal no se puede sostener hoy. Las Glosas Emilianenses son probablemente de la segunda mitad del siglo XI y, seguramente se deben a la reforma cluniacense, cuyos efectos sobre la aparición de los textos romances en el norte de España son comparables a los ejercicios por la reforma carolingia en Francia.

 

Los expertos, pues, coinciden en señalar que las Glosas no corresponden a la segunda mitad del siglo X, como opinaban Gómez Moreno, García Villada y Menéndez Pidal, sino que había que trasladarlas al menos un siglo más tarde. Esta es la opinión de algunos estudiosos de temas riojanos, como Díaz y Díaz, el padre agustino Olarte y el paleógrafo J. M. Ruiz Asencio. En opinión de éstos, las Glosas son más recientes de lo que se creía, quizás de la segunda mitad del siglo XI, y tratan de probarlo con racionamientos históricos y paleógrafos. No creo conveniente traer aquí sus válidas razones. Solamente afirmar que para Ruiz Asencio las Glosas no serán sino meros ‘ejercicios gramaticales’, escritos hacia el año 1075, por tanto, un siglo después de lo que afirmó Menéndez Pidal. Por otra parte, la influencia de San Millán durante el siglo X fue muy relativa, incluso menor que la del monasterio de Albelda. Hasta los años de Sancho el mayor de Navarra (992-1035), san Millán cobrará importancia.

 

¿Las Glosas Emilianenses son castellanas?

 

Las notas marginales del códice 60 de San Millán no son tan antiguos como se creía, pues como hemos señalado son de finales del siglo XI, y no del siglo X. Sin embargo, varias actas del cartulario de Valpuesta se redactaron en el siglo X y puede que alguna en el siglo IX. No sólo no les favorece la antigüedad. Tampoco la lingüística apoya las tesis riojanas. Sencillamente porque los rasgos de las glosas no responden al castellano primitivo. No son castellanas. No es esta una opinión lanzada a la ligera. La mayoría de los profesores sabe y enseña en sus aulas que las características fonéticas de las glosas son navarro-aragonesas. Cuantos filólogos las han estudiado llegaron a la conclusión según la cual las glosas reflejan navarro-aragonés antiguo. Así lo manifestaron Menéndez Pidal, Manuel Alvar, Rafael Lapesa, González Ollé, Díaz y Díaz, Sampson y Wright. Incluso hasta los hermanos García Turza y Miguel Alonso Muro oriundos de la Rioja no dicen que son castellanas, ya que las atribuyen a un dialecto riojano.

 

El padre de la filología española, Menéndez Pidal dice que en los Glosas “vemos el habla riojana del siglo X muy impregnada de los caracteres navarro-aragoneses.

 

Para el lingüista e historiador R. Lapesa (Historia de la lengua Española (Madrid 1980) “están en dialecto aragonés”.

 

El gran filólogo y dialéctico M. Alvar, las atribuye a un dialecto nacido en un cenobio riojano “sin excluir una impronta navarro-aragonesa (El dialecto Riojano (Madrid 1976).

 

W. D. Elcock (The Romance Languages, Londres 1975) escribió que llevan “el sello inequívoco de la región de Navarra”, y el alemán Yugen Woldf, después de estudiar las 20 glosas emilianenses más representativas, afirma que “no presentan ni un solo rasgo específicamente castellano”, y, tras compararlas con los cuatro dialectos posibles –el castellano, el riojano, el navarro y el aragonés-, subraya que “todas las características, en cambio, se atestiguan en aragonés antiguo”.

 

Simplificando: Ni por la antigüedad de las Glosas, ni por la lingüística se puede defender que la Cuna del castellano estuvo en la Rioja, como se dice habitualmente. Podemos, además, añadir otra razón de orden histórico sobre el posible lugar del nacimiento. No puede estar en la Rioja, porque esta región empieza a castellanizarse a finales del siglo XI, cuando pasa a poder del rey Alfonso VI (1065-1109), rey de Castilla y León. Antes había sido musulmana y después navarra. Mal pudieron hablar allí el castellano antes de la primigenia Castilla. La castellanización de la Rioja hay que situarla propiamente en el siglo XII.

 

En definitiva, podemos afirmar que la comarca del Omecillo-Ebro y más concretamente en el cenobio de Valpuesta (siglos X-XII) vemos cómo año tras año y casi sin darse cuenta, su gente rompió a hablar como un niño en un idioma que se desgajaba lentamente del latín medieval.

 

Aquí, en Valdegovía, Tobalina, Losa, Mena, tierras de Pancorbo… el latín romano se fue haciendo romance entre rezos, espadas y arados.  En estas tierras que configuraron la Castilla Vetula (o Vieja) se gestó una de las aportaciones culturales y espirituales más importantes, el idioma castellano que hoy hablan más de 560 millones de habitantes.

 

Como se sabe, La Rioja gasta un dineral en seguir manteniendo San Millán como la Cuna del castellano y le está dando sabrosos, importantes y pingües réditos. Hace medio año el Gobierno de la Rioja organizó una Conferencia sobre los Orígenes del castellano, conferencia que tuvo lugar en la sede de la Embajada española de la Santa Sede en Roma. No se citó para nada Valpuesta. ¡Qué vergüenza!

 

La Academia de la Lengua Española, en noviembre de 2010, había avalado los “Cartularios de Valpuesta” como los documentos más antiguos donde aparecen las primeras palabras escritas en castellano. Son, por lo tanto, más de 100 años más antiguos que sus “primas”, las Glosas Emilianenses del monasterio de San Millán de la Cogolla y casi 175 años anteriores a las burgalesas “Glosas Silenses”, constituyendo estos tres documentos una auténtica trinidad explicatoria del origen escrito de la lengua castellana.

 

Últimamente han vuelto a ser noticia los Cartularios de Valpuesta, ya que este auténtico tesoro del castellano va a entrar a formar parte del registro de Memoria del Mundo de la Unesco, un reconocimiento similar a la declaración del patrimonio de la Humanidad, pero para documentos de gran relevancia internacional. “Esta solicitud ha sido formulada desde la Subdirección General de Archivos del Ministerio de Cultura. Es esta una noticia de excepcional importancia para Burgos, puesto que supone reconocer nuevamente, y por una autoridad internacional prestigiosa en el ámbito cultural como es la Unesco, el valor que el Cartulario de Valpuesta tiene como documento más antiguo en el que se recogen las primeras palabras del castellano. Pero la pasividad e ineficacia de las administraciones con competencias en cultura en la ciudad de Burgos, provincia (Diputación) y comunidad autónoma (Junta de Castilla y León) no han sabido responder, no se han hecho eco de la "importante solicitud”, lo que supone una muestra más del abandono y desidia con la que se trata la lengua castellana y a los cartularios de Valpuesta, que debieran ser considerados como una riqueza cultural única para la provincia de Burgos. Y no sé porqué me viene a la mente aquella expresión de Machado: “Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora. ¿Espera, duerme o sueña?". Y es que tanto Burgos, como su provincia, en estos momentos está como anestesiada, obtusa, agónica y no se da cuenta de que el castellano o español es hoy un negocio, además de un bien cultural. De hecho se estima que el 15 por 100 del producto interior bruto (PIB) está vinculado a esa lengua. Actualmente 20 millonesde personas están aprendiendo el español.

 

Entre las iniciativas a valorar para dar más protagonismo a Valpuesta una solución sería la creación de pósteres, de carteles a lo largo de la carretera informando dónde se encuentra la cuna del castellano, comenzando por Briviesca y continuando por Pancorbo y Miranda. Un proyecto fácil y barato, pero clave y de gran proyección y de interesantes y excelentes perspectivas para la comarca.

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