Huida hacia adelante
Las elecciones andaluzas han mostrado a una clase política aferrada al poder por el poder. Todos han ganado. La culpa es del pueblo que no les entiende. Siguen ahí, importándoles muy poco lo que digan las urnas. Tratan de convertir en noticia la eclosión parlamentaria de la extrema derecha. Toca librarnos de tal peligro.
Como nadie dimite, optan por la huida hacia delante. Para mantener sus privilegios nos harán comulgar con ruedas de molino. Pero hay algo peor, la huida hacia delante. Al grito: ¡que nos echan!, son capaces de alianzas contra natura. Sólo así puedo interpretar que los socialistas estén dispuestos a presentar el proyecto de los Presupuestos Generales. Si lo hacen es por haber cedido a las pretensiones del nacionalismo catalán. Algo que puede ser la gota de agua para la ruptura entre la sociedad civil y la clase política, con más madera para ese fuego del que se desprende el crecimiento de los votos a VOX.
VOX es un fenómeno sociológico que se extiende por toda Europa. Tiene mucho que ver con el propio sistema que gobierna en la UE. Las gentes pasan de la desesperación silente a la desesperación activa. Es la historia de la humanidad. Tanto los acontecimientos que promueven los movimientos migratorios, como los que encandilan las revoluciones. Y es que este siglo XXI se parece demasiado al pasado siglo XX. En Andalucía, se ha visto favorecido por tres hechos. La abstención de la izquierda, harta de sus dirigentes. Tal abstención abarata el logro del escaño, de ahí los doce que consigue la formación de Abascal. Los vasos comunicantes entre Cataluña y Andalucía. Muchos de los trabajadores españoles que se han quedado huérfanos del Estado ante la soflama independentista son andaluces, gentes que comunican a los suyos cómo los socialistas permiten y contemplan el proceso. La necesidad de recuperar la identidad española y sobre todo, terminar con un Estado de las autonomías que les recorta sus derechos sociales.
Conste que el proceso está siendo más largo que en otros países. Aquí, hasta la fecha, nos entretienen con la ubicación de la momia. Sólo las imágenes de los tribunales o sus sentencias, irrumpen en unos informativos tan del régimen como los del PP, y no digamos en las ineficientes televisiones públicas autonómicas.
El socialismo trata de saldar las cuentas pendientes. Los de Ferraz quieren acabar con Susana. Se la tienen jurada como instigadora del último gran espectáculo partidario. Pero esta vez, con mucha prisa. Hay que evitar a toda costa que alguien diga lo que está diciendo la propia presidenta Andaluza. ¨He ganado las elecciones, otros las pierden, y además los votos perdidos lo son por la política errática del Partido Socialista, en casi todo". Una vez más se cumple lo que dijo Emilio Romero: "La política es mitad teatro, mitad basura".
Mientras, en el PP, tratan de esquivar la sangría constante de votos, haciéndonos ver que el cambio en Andalucía está en sus manos. A pesar del varapalo sufrido y anunciado desde los últimos procesos electorales -En Euskadi y Cataluña el PP se ha convertido en una fuerza testimonial- sobreactúan como si hubieran ganado en Andalucía. Han pasado de la imagen de don Tancredo en el Casino provinciano a la sonrisa pija de su nueva generación controlada, con mando a distancia, desde la factoría FAES del inmortal Aznar. Pero el batacazo ha sido espectacular. Están pagando, aunque parezca tarde, la corrupción de una casta que llegó a usar y abusar del máximo poder de las mayorías absolutas.
Los más activos en las calles vuelven a ser los chicos de Podemos. Sólo al que asó la mantequilla se le ocurre responder al resultado de Andalucía con llamamientos para combatir a la extrema derecha salida de las urnas. ¿Qué piensan hacer con los cuatrocientos mil ciudadanos que les han votado?. El camarada Iglesias debería repasar la historia de Europa y poner mucha inteligencia en alguno de sus capítulos dónde la reacción la capitalizan siempre los más ultras del estadio. Por cierto, no estaría de más que pusiera orden en su partido, ya que a estas horas, no sé que venden. Tampoco sé si ha valorado su presencia en las cárceles negociando con los catalanes del golpe-proceso. Aquí la huida hacia delante se la reparten entre Echenique con sus discurso amargo, y su papel a lo Beria, quitando de en medio a la disidencia, en línea con lo que hizo Stalin. O el propio Iglesias que no tiene capacidad para controlar a gentes tan "creativas" como Ada Colau, y así lograr un sólo mensaje para el votante, lo que le lleva, en su nerviosismo, a promover esa salida a la calle de la juventud contra la extrema derecha, cuando eso es precisamente la mejor fórmula para que crezca en toda España. Ya está bien de apropiarse del calidoscopio de la democracia para señalar quién es fascista.
No debemos olvidar que Andalucía es la Comunidad más grande de España. No debemos olvidar que aquella España cañí que describía Don Antonio Machado en sus versos, devota de Frascuelo y de María, tiene mucho que ver con ese retroceso en la historia de España. La pregunta es absolutamente malvada. ¿Alguien se da cuenta que mientras la clase política emprende la huida hacia delante, el tejido social español está regresando a otros momentos de la historia, dónde cree que fue feliz?.
A Ciudadanos toca la oportunidad de hacer algo. Se trata, como dijo J.F.K. de lo que cada uno de nosotros podemos hacer por nuestro país. Una nación que contempla la ruptura entre Occidente y Oriente. Una nación que no sabe como pagará la deuda contraída con los mercaderes de la UE. Una nación que ha envejecido y tiene muchas dificultades para pagar las pensiones de sus jubilados. Una nación que no se explica la presencia del yanki con el estropajo en la cabeza, pero al frente del gobierno más poderoso del planeta, y al grito de ¡América, primero!. Estos gritos suelen dar ecos... Por ahí también existe una emoción que anima a los más vulnerables para votar a la extrema derecha. El problema es que cada día que pasa lo pone más complicado, para esas reformas y esa regeneración que, al menos yo, comparto como indispensables.
Las elecciones andaluzas han mostrado a una clase política aferrada al poder por el poder. Todos han ganado. La culpa es del pueblo que no les entiende. Siguen ahí, importándoles muy poco lo que digan las urnas. Tratan de convertir en noticia la eclosión parlamentaria de la extrema derecha. Toca librarnos de tal peligro.
Como nadie dimite, optan por la huida hacia delante. Para mantener sus privilegios nos harán comulgar con ruedas de molino. Pero hay algo peor, la huida hacia delante. Al grito: ¡que nos echan!, son capaces de alianzas contra natura. Sólo así puedo interpretar que los socialistas estén dispuestos a presentar el proyecto de los Presupuestos Generales. Si lo hacen es por haber cedido a las pretensiones del nacionalismo catalán. Algo que puede ser la gota de agua para la ruptura entre la sociedad civil y la clase política, con más madera para ese fuego del que se desprende el crecimiento de los votos a VOX.
VOX es un fenómeno sociológico que se extiende por toda Europa. Tiene mucho que ver con el propio sistema que gobierna en la UE. Las gentes pasan de la desesperación silente a la desesperación activa. Es la historia de la humanidad. Tanto los acontecimientos que promueven los movimientos migratorios, como los que encandilan las revoluciones. Y es que este siglo XXI se parece demasiado al pasado siglo XX. En Andalucía, se ha visto favorecido por tres hechos. La abstención de la izquierda, harta de sus dirigentes. Tal abstención abarata el logro del escaño, de ahí los doce que consigue la formación de Abascal. Los vasos comunicantes entre Cataluña y Andalucía. Muchos de los trabajadores españoles que se han quedado huérfanos del Estado ante la soflama independentista son andaluces, gentes que comunican a los suyos cómo los socialistas permiten y contemplan el proceso. La necesidad de recuperar la identidad española y sobre todo, terminar con un Estado de las autonomías que les recorta sus derechos sociales.
Conste que el proceso está siendo más largo que en otros países. Aquí, hasta la fecha, nos entretienen con la ubicación de la momia. Sólo las imágenes de los tribunales o sus sentencias, irrumpen en unos informativos tan del régimen como los del PP, y no digamos en las ineficientes televisiones públicas autonómicas.
El socialismo trata de saldar las cuentas pendientes. Los de Ferraz quieren acabar con Susana. Se la tienen jurada como instigadora del último gran espectáculo partidario. Pero esta vez, con mucha prisa. Hay que evitar a toda costa que alguien diga lo que está diciendo la propia presidenta Andaluza. ¨He ganado las elecciones, otros las pierden, y además los votos perdidos lo son por la política errática del Partido Socialista, en casi todo". Una vez más se cumple lo que dijo Emilio Romero: "La política es mitad teatro, mitad basura".
Mientras, en el PP, tratan de esquivar la sangría constante de votos, haciéndonos ver que el cambio en Andalucía está en sus manos. A pesar del varapalo sufrido y anunciado desde los últimos procesos electorales -En Euskadi y Cataluña el PP se ha convertido en una fuerza testimonial- sobreactúan como si hubieran ganado en Andalucía. Han pasado de la imagen de don Tancredo en el Casino provinciano a la sonrisa pija de su nueva generación controlada, con mando a distancia, desde la factoría FAES del inmortal Aznar. Pero el batacazo ha sido espectacular. Están pagando, aunque parezca tarde, la corrupción de una casta que llegó a usar y abusar del máximo poder de las mayorías absolutas.
Los más activos en las calles vuelven a ser los chicos de Podemos. Sólo al que asó la mantequilla se le ocurre responder al resultado de Andalucía con llamamientos para combatir a la extrema derecha salida de las urnas. ¿Qué piensan hacer con los cuatrocientos mil ciudadanos que les han votado?. El camarada Iglesias debería repasar la historia de Europa y poner mucha inteligencia en alguno de sus capítulos dónde la reacción la capitalizan siempre los más ultras del estadio. Por cierto, no estaría de más que pusiera orden en su partido, ya que a estas horas, no sé que venden. Tampoco sé si ha valorado su presencia en las cárceles negociando con los catalanes del golpe-proceso. Aquí la huida hacia delante se la reparten entre Echenique con sus discurso amargo, y su papel a lo Beria, quitando de en medio a la disidencia, en línea con lo que hizo Stalin. O el propio Iglesias que no tiene capacidad para controlar a gentes tan "creativas" como Ada Colau, y así lograr un sólo mensaje para el votante, lo que le lleva, en su nerviosismo, a promover esa salida a la calle de la juventud contra la extrema derecha, cuando eso es precisamente la mejor fórmula para que crezca en toda España. Ya está bien de apropiarse del calidoscopio de la democracia para señalar quién es fascista.
No debemos olvidar que Andalucía es la Comunidad más grande de España. No debemos olvidar que aquella España cañí que describía Don Antonio Machado en sus versos, devota de Frascuelo y de María, tiene mucho que ver con ese retroceso en la historia de España. La pregunta es absolutamente malvada. ¿Alguien se da cuenta que mientras la clase política emprende la huida hacia delante, el tejido social español está regresando a otros momentos de la historia, dónde cree que fue feliz?.
A Ciudadanos toca la oportunidad de hacer algo. Se trata, como dijo J.F.K. de lo que cada uno de nosotros podemos hacer por nuestro país. Una nación que contempla la ruptura entre Occidente y Oriente. Una nación que no sabe como pagará la deuda contraída con los mercaderes de la UE. Una nación que ha envejecido y tiene muchas dificultades para pagar las pensiones de sus jubilados. Una nación que no se explica la presencia del yanki con el estropajo en la cabeza, pero al frente del gobierno más poderoso del planeta, y al grito de ¡América, primero!. Estos gritos suelen dar ecos... Por ahí también existe una emoción que anima a los más vulnerables para votar a la extrema derecha. El problema es que cada día que pasa lo pone más complicado, para esas reformas y esa regeneración que, al menos yo, comparto como indispensables.