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Pablo Mosquera
Domingo, 16 de Diciembre de 2018 Tiempo de lectura:

Sánchez: Ingenuo o iluminado

Don Pedro tuvo agallas. Se enfrentó a la fontanería de la calle Ferraz. Renunció a su escaño en el Congreso de los Diputados. Emprendió un viaje al estilo George Borrow, sólo que en vez de Biblias, él ofrecía un socialismo sin burgueses. Pero de aquella aventura sólo nos queda el recuerdo...

 

Una vez cargado de razones, nuestro "héroe" la emprendió contra truhanes y malandrines, se atrevió a poner una moción de censura a la corrupción crónica del PP. Ni el mismo se lo creía. Le dio hasta vértigo cuando descubrió que había un atisbo para que el Congreso de los Diputados juntara toda suerte de especímenes políticos en votación para expulsar a Rajoy. Es más, de aquella sesión hubo tres "milagros". ¿Qué coño estaba haciendo Rajoy con su camarilla en una larga sobremesa?, ¿Qué sucedió aquella tarde para que el Presidente no le cediera los trastos en la Maestranza a su segunda, Sáenz de Santamaría?, ¿Qué pensó el nuevo inquilino de la Moncloa al llegar a tan solemne lugar con apoyos tan variopintos ?. El milagro se había hecho. Los socialistas habían cruzado el Mar Rojo...

 

Pero una cuestión es echar a unos indecentes y otra muy diferente mantener aquel espíritu de unidad. Para hacerlo tendrían que haber mantenido algo muy español. Suma más lo negativo que lo positivo. Por una vez la moción era en negativo. Sólo importaba expulsar a Rajoy y su guardia pretoriana. Pero, y ¿después para gobernar, cómo, con quien y a qué precio?

 

Estamos en la disyuntiva. Ser o no ser. Lo que fueron promesas para convocar elecciones y así dar una muestra de inequívoca democracia -dar la voz al pueblo- se fue apagando con las comodidades que se disfrutan en La Moncloa. El ex jugador del Estudiantes, le tomó gusto al glamur del cargo. Casi sin darse cuenta había pasado de ser un maldito, sacado a gorrazos de la sede en calle Ferraz, a ser el nuevo y flamante Presidente del Gobierno de España. Viajar en helicóptero. Acudir a las cumbres del G-20. Tratar con los líderes oficiales del mundo occidental. Constituir un gobierno de notables. Ocupar la bodeguilla que dejó Felipe. ¡Ahí es nada!. Y le tomó gusto. Y se dijo así mismo. ¿Que tenía ZP que no tenga el hijo de mi padre?

 

La ingenuidad está en llegar a creerse sus propios sueños. La iluminación está en creerse sus propias mentiras. Lo de Cataluña, lo arreglo yo de un plumazo. Mientras, ocupó la televisión. Nombró a Pablo Iglesias cónsul de Roma para tierra de bárbaros. Renegó del 155, que sólo había servido para meter en mazmorras a los padres de la República Catalana y colocar en el exilio a sus hermanos de la Generalitat.

 

Pero poco dura la alegría en la casa del pobre. Descubrió que tan sólo eran 84. Algo así como aquellos 300 que lucharon en el desfiladeros de las Termópilas. Pero sentía la llamada divina para la empresa. Al pueblo se le entretiene con los "derechos" de la momia. La economía se rige por la ley de la multiplicación de los panes y los peces, para que las cuentas cubran necesidades, compromisos, deuda, y pensiones. Como además los alemanes tampoco están unidos y los del Reino Unido están enfrascados con su Brexit... Los franceses recordando mayo de hace cincuenta años, sólo que ahora con chalecos amarillos. Y el coloso norteamericano dirigido por el hombre del estropajo en la cabeza, y debajo de tal, nada más que ocurrencias.

 

Pero en este país, por regla general, por malo que haya sido el antecesor en un cargo, el siguiente es peor y hace bueno al denostado. Ha sucedido con Rajoy. Ha sucedido con ZP. Ha sucedido con Puigdemont y Torra. Apliquemos el principio de Murphy y observemos la tormenta perfecta.

 

Desastre en Andalucía. Desastre en Cataluña. Desastre en Francia, que con su ejemplo de algaradas vuelve a ser el termómetro para el descontento con la clase dirigente. Por cierto. ¿A quién se le ha ocurrido la peregrina idea de reunir el Consejo de Ministros el 21-D en Barcelona?. Puestos a ser creativos, mejor habría sido reunirlo el día de San Esteban, en Montserrat, y todos disfrazados de "caga-tió".

 

Alguien debería haber ayudado al inocente Sánchez a comprender que en Cataluña los expolios los inician los Convergentes, los idealizan lo de la Ezquerra, pero los rematan los anarquistas, igualito que en 1934. Sólo me cabe una duda. Los Mossos, son catalanes. Por lo tanto, con esa pragmática idea que dice "lo que no son pesetas son puñetas". Al menos no repartirán leña. Les veo más haciendo castellers con bocadillos de sobrasada, mientras se niegan a todo y no reconocen a nadie como autoridad competente. Menos mal que siempre que nos quedará la Guardia Civil.

 

Me dicen que Sánchez, cuando no está de viaje, tiene prohibido darle noticias. Para eso tiene a su Gobierno. Además, le toca convertirse en el caudillo que nos lleve a la reconquista contra le extrema derecha; esa que asola los campos de Europa y llega hasta Andalucía. Pero lo peor está por venir. No hay lideresa andaluza. Puede que consiga hacerse fuerte en Occidente con su Ministro Astronauta, que ha salido, por fin a la palestra, para asegurar que el hombre pisó la luna.

 

En el peor de los casos, con dinero o sin dinero -de los presupuestos generales- Sánchez sigue siendo el rey. Hasta las elecciones de mayo. Para entonces, ya se nos ocurrirá algo...     

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