Asesinado de un golpe en la cabeza
¿Por qué se oculta la muerte violenta del párroco de La Ametlla de Mar (Tarragona)?
Se ha hallado muerto en circunstancias violentas y desconocidas, con un fuerte golpe en la nuca, el párroco de La Ametlla de Mar (Tarragona), mosén Antonio Bordás Belmonte, de 69 años de edad, mientras paseaba por el Paseo Marítimo de esta localidad a plena luz del día, sobre las 16 horas.
Mosén Antonio, estuvo de sacerdote en Batea en 1997, y en ese periodo casó a mi hijo y bautizó a dos de mis nietas.
El pasado 25 de diciembre, día de Navidad, cuando asistíamos a misa, el cura actual (mosén Julián), nos dio la noticia de la muerte de Mosén Antonio, aunque sin hacer referencia a sus causa, lo que nos indujo a pensar que se trató de causas naturales.
Llamé a un amigo que ahora vive en Lérida, buen amigo de mosén Antonio, para transmitirle la noticia, pero él ya la conocía. Me comunicó que la hora del entierro sería a las 11 de la mañana del día 26, en la localidad de La Ametlla de Mar (Diócesis de Tortosa), municipio en el que él actualmente ejercitaba su ministerio sacerdotal.
Al día siguiente, mi esposa y yo cogimos el coche y fuimos al entierro. Estaban el obispo de Tortosa y unos 30 sacerdotes. En la homilía que hizo el señor obispo resaltó las virtudes del difunto y nos leyó la homilía que el fallecido tenía preparada para la Nochebuena. Nada de alusiones a las causas de su fallecimiento. Y se acabó la misa funeral. Cuando salíamos a dar el pésame a la familia, al presentarnos, la hermana del difunto nos dijo que había sido muy duro, pero como había bastante gente, ya no nos esperamos a que nos diera detalles de su muerte.
Fue a la salida del templo, cuando nos encontramos a nuestro amigo de Lérida, al preguntarle lo que había pasado, nos explicó que lo habían asesinado de un golpe en la nuca cuando iba paseando como era costumbre en él por el paseo marítimo de esta localidad entre las 4 y las 6 de la tarde.
Nada en las noticias eclesiales de la diócesis, de los medios de comunicación de la zona, provinciales, regionales y, ningún comunicado del Obispado, ningún comentario a nivel de parroquia.
¿Por qué este silencio sobre la muerte de un sacerdote?
Se ha hallado muerto en circunstancias violentas y desconocidas, con un fuerte golpe en la nuca, el párroco de La Ametlla de Mar (Tarragona), mosén Antonio Bordás Belmonte, de 69 años de edad, mientras paseaba por el Paseo Marítimo de esta localidad a plena luz del día, sobre las 16 horas.
Mosén Antonio, estuvo de sacerdote en Batea en 1997, y en ese periodo casó a mi hijo y bautizó a dos de mis nietas.
El pasado 25 de diciembre, día de Navidad, cuando asistíamos a misa, el cura actual (mosén Julián), nos dio la noticia de la muerte de Mosén Antonio, aunque sin hacer referencia a sus causa, lo que nos indujo a pensar que se trató de causas naturales.
Llamé a un amigo que ahora vive en Lérida, buen amigo de mosén Antonio, para transmitirle la noticia, pero él ya la conocía. Me comunicó que la hora del entierro sería a las 11 de la mañana del día 26, en la localidad de La Ametlla de Mar (Diócesis de Tortosa), municipio en el que él actualmente ejercitaba su ministerio sacerdotal.
Al día siguiente, mi esposa y yo cogimos el coche y fuimos al entierro. Estaban el obispo de Tortosa y unos 30 sacerdotes. En la homilía que hizo el señor obispo resaltó las virtudes del difunto y nos leyó la homilía que el fallecido tenía preparada para la Nochebuena. Nada de alusiones a las causas de su fallecimiento. Y se acabó la misa funeral. Cuando salíamos a dar el pésame a la familia, al presentarnos, la hermana del difunto nos dijo que había sido muy duro, pero como había bastante gente, ya no nos esperamos a que nos diera detalles de su muerte.
Fue a la salida del templo, cuando nos encontramos a nuestro amigo de Lérida, al preguntarle lo que había pasado, nos explicó que lo habían asesinado de un golpe en la nuca cuando iba paseando como era costumbre en él por el paseo marítimo de esta localidad entre las 4 y las 6 de la tarde.
Nada en las noticias eclesiales de la diócesis, de los medios de comunicación de la zona, provinciales, regionales y, ningún comunicado del Obispado, ningún comentario a nivel de parroquia.
¿Por qué este silencio sobre la muerte de un sacerdote?