Convención Nacional del PP
Decálogo de Gobierno de Pablo Casado
En el último Congreso nacional propuse al partido como eje de actuación política los que para mí son los 5 principios básicos del pensamiento liberal conservador: los que han funcionado aquí y ahora, en todas partes y siempre.
Los que abanderó la escuela de Salamanca, la de Chicago o la austríaca:
El primero, la Nación de ciudadanos libres e iguales, frente al veneno que inoculan el populismo y el nacionalismo.
El segundo, la libertad individual que emancipa a las personas del afán colectivista que pretende etiquetarlas por su género, edad, raza, religión u orientación sexual.
El tercero, la economía de libre mercado que blinda a empresas, trabajadores y consumidores frente al intervencionismo orwelliano de la izquierda.
El cuarto, el Estado de Derecho como paraguas de todos los ciudadanos que delegan subsidiariamente la defensa, la seguridad y la Justicia al Estado, frente al buenismo y el relativismo de algunos.
Y el quinto, la responsabilidad personal que consagra la igualdad de oportunidades de las familias frente al igualitarismo en la mediocridad que persigue la izquierda.
Los cinco se encuentran hoy bajo amenaza del Gobierno socialista, y es por ello, por lo que necesitamos concretarlos cuanto antes en medidas para poner en marcha en cuanto lleguemos al gobierno.
Para ello, también en nuestro Congreso, presenté mi contrato con los españoles, un decálogo de medidas, que 6 meses después se han demostrado necesarias y urgentes, y que han centrado los debates de esta Convención
1. Empezando por el necesario fortalecimiento institucional, que pasa por recuperar la legalidad, la convivencia y la prosperidad en Cataluña, que ha laminado la peste del nacionalismo, como decía ayer Vargas Llosa. Para ello pondremos en marcha de inmediato el artículo 155 de la Constitución, sin límite de tiempo, para deponer al gobierno, nombrar uno nuevo, y recuperar el control de la educación, la seguridad, la hacienda, los medios públicos y las cárceles.
También reformaremos el Código Penal para volver a penalizar la convocatoria de referéndum ilegal.
Y reformaremos la Ley del Indulto para prohibirlos ante delitos de rebelión y sedición.
Impulsaremos la Ley de símbolos para garantizar la neutralidad del personal y del espacio público.
Aplicaremos la Ley de Partidos para ilegalizar a los que promuevan la violencia, y la de financiación de partidos para que no reciban fondos los que atenten contra España.
En definitiva, pondremos orden en Cataluña, y liberaremos a toda una sociedad secuestrada por una banda de fanáticos racistas y supremacistas, con la impunidad de tener al Gobierno de España en sus manos.
2. Mi segundo compromiso es liderar una revolución fiscal, bajando el impuesto de la renta, el de sociedades, suprimiendo el impuesto sobre el patrimonio, las sucesiones y las donaciones.
Y también publicando las cotizaciones sociales en la nómina, para que los trabajadores sepan cuánto se paga, y el Gobierno tenga que dar más explicaciones sobre a qué destina el dinero.
Bajar los impuestos y flexibilizar la economía es querer que los políticos manden menos y la gente mande más, comenzando por el destino que quiere dar a los frutos de su trabajo.
Por principio, yo no creo que el dinero de los españoles esté mejor en manos de su gobierno que en sus propias manos.
Yo no creo que el gobierno sepa mejor que las personas lo que les conviene.
Lo que queremos es que el Gobierno deje de hacernos regalos con nuestro propio dinero.
Y reduciremos el déficit y la deuda pública que de forma insolidaria repercutimos en impuestos a nuestros hijos y nietos.
Así revertiremos las nefastas consecuencias si Sánchez aprueba los Presupuestos más desigualitarios e injustos, que son la mordida que el nacionalismo le exige para atrincherarse en la Moncloa, hipotecando nuestro futuro.
3. En tercer lugar, y ahora que el PSOE presenta su contrarreforma educativa, debemos impedir que sus dogmas anaftalinados condenen al fracaso a toda una generación.
Nosotros aprobaremos una ley que consagre la libertad de elección educativa de los padres, también de la concertada.
Que permita la evaluación pública de conocimientos.
Que introduzca el MIR docente.
Que garantice la enseñanza en castellano en toda España y erradique el adoctrinamiento nacionalista y el dogmatismo de izquierda.
Y que impulse la formación profesional dual, el bilingüismo en inglés y las nuevas asignaturas tecnológicas.
En la educación se concreta en primer término la sociedad de oportunidades que proclamamos. Es el ascensor social que, como siempre, el socialismo ha vuelto a averiar.
Por eso será para nosotros un pilar fundamental.
4. Como cuarto reto propuse acabar con el drama demográfico que hace que debamos abordar con responsabilidad la sostenibilidad del Estado del bienestar y el impulso a la natalidad, la conciliación y la cultura de la vida.
Considero que el poder político tiene que actuar siempre a favor de la vida. Y cuando tenga dudas tiene que resolverlas a favor de la vida.
Y cuando falten recursos tiene que ponerlos a favor de la vida. Y si se equivoca, que se equivoque a favor de la vida.
Hay que eliminar barreras fiscales, laborales o de vivienda a las parejas que quieren tener hijos.
Y apoyar a la familia! No hay nada más importante para nosotros que respaldar el futuro de la sociedad que son nuestras familias.
Tenemos una pirámide de edad que está pidiendo a gritos que nos ocupemos de las pensiones. No solo de subirlas, que por supuesto. No solo de protegerlas, que por supuesto, sino también de pensar más allá de una legislatura y mirar a la siguiente generación.
También debemos garantizar la sanidad pública haciendo eficiente un modelo que -por la baja natalidad, la elevada longevidad y la cronicidad de las enfermedades- hará que un gasto gigantesco gravite sobre muchos menos que ahora.
No queremos una sociedad que sirva al bienestar del Estado, queremos un Estado que sirva al bienestar de la sociedad. Y eso se consigue con eficiencia, responsabilidad y libertad de elección.
No escondiendo facturas en el cajón, congelando las pensiones y dejando quebrado el sistema del bienestar como ha hecho la izquierda ya dos veces.
5. En quinto lugar, es necesario reducir la Administración para hacerla más eficiente y transparente. Respetando los derechos y deberes de quien ha conseguido en justa competición su plaza pública, pero garantizando a partir de ahora la evaluación del desempeño, la remuneración adicional por el mismo y el acceso sin discriminación por lengua, como está pasando en los gobiernos de izquierdas.
No queremos el repliegue del Estado, queremos el despliegue de la sociedad.
Porque no es la sociedad la que debe adaptarse al Estado, es el Estado el que debe adaptarse a la sociedad.
Simplificaremos toda la burocracia innecesaria que dificulta el emprendimiento y los servicios públicos, apostando por la digitalización y la desintermediación.
La intervención es para abrir caminos, no para cerrarlos; es para remover obstáculos, no para ponerlos.
6. En sexto lugar, debemos impulsar la cohesión territorial de España frente a egoísmos identitarios y desigualdades competenciales. Una competencia no existe para dignificar a quien la ejerce, existe para dignificar a la sociedad, y debe estar donde más rinda.
Nosotros no pedimos cambios de fondo en el modelo autonómico. Lo que pedimos es que el modelo se aplique íntegro, con el principio de autonomía íntegro, pero con el principio de solidaridad también íntegro, y con la igualdad de derechos entre españoles íntegra. Pedimos el pacto completo, como lo aprobamos y como es.
Las autonomías existen para que España, como sociedad de bienestar, se haga realidad en cada pueblo de nuestro territorio, para servir mejor a lo común, a lo que es de todos y de cada uno, no para descomponer lo común para que sólo sea de unos cuantos, como pretenden los nacionalistas.
Podemos permitirnos tanta diferencia territorial como sea compatible con la igualdad de derechos, pero no más.
No toleraremos someter el progreso y el bienestar a las fracturas identitarias del sectarismo y el fanatismo. Ni agravios presupuestarios como el que ha hecho Sánchez con Torra para garantizar unos meses más de Falcon.
Además queremos la vertebración territorial a través del impulso al entorno rural, y al sector agrícola, ganadero y pesquero. Así como con un pacto nacional por el agua que acabe con los problemas de los últimos años.
7. Y llegamos a mi séptimo compromiso.
Queremos una Justicia que juzgue imparcialmente, rápidamente y sin presión de nadie: ni de los partidos, ni de los medios, ni de manifestaciones en la calle, ni escraches infames.
Para ello cambiaremos el modelo de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial volviendo al que consagra la Constitución.
Mal estamos cuando el gobierno transige con las agresiones que se producen contra el Estado de derecho, cuando disculpa los golpes que recibe día tras día y pretende erosionar la separación de poderes.
Devolveremos la libertad al corazón de nuestra política y de nuestra sociedad, especialmente allí donde se está jugando el futuro del país.
La ley es el precio de la libertad y la libertad el premio de la ley.
Desde el Partido Popular reafirmamos nuestro compromiso inequívoco para combatir la violencia contra las mujeres, tal y como hicimos con el primer Plan Nacional en el 2000 y el primer Pacto de Estado en el 2015. También intensificaremos las medidas contra la violencia doméstica contra niños y ancianos, y el acoso escolar.
Una España en Libertad debe tomarse en serio a las víctimas de crímenes terribles.
No podemos actuar como si su dolor fuera un peaje inevitable que a algunos les toca pagar. El PSOE y sus aliados quienes quieren que condenados por asesinatos monstruosos salgan a la calle. Pero nosotros defendemos la Prisión Permanente Revisable, y queremos ampliarla a supuestos como los que hemos vuelto a vivir hace pocas semanas.
Los asesinos, violadores o pederastas donde tienen que estar es en la cárcel, no reincidiendo en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía española.
8. En materia de seguridad, hay que acabar con el buenismo hipócrita de la izquierda. Hay que tener una política realista. El terrorismo existe, el tráfico de seres humanos existe, el crimen existe y por eso tenemos que defendernos frente a ellos.
El terrorismo islamista no se ha acabado, y no podemos limitarnos a esperar a ver cuánto tardan en matar a otro puñado de personas, o en qué ciudad lo harán…
Necesitamos fortalecer nuestras capacidades en Defensa en un mundo con amenazas crecientes, y erradicar la radicalización en nuestro país, quien venga a España a inocular odio, que se vaya de inmediato.
También es imprescindible volver a las políticas responsables de inmigración. Yo lo que quiero es una España seria, con fronteras seguras, que puedan cruzar legalmente quienes quieran vivir con nosotros, trabajar y respetar nuestras leyes y nuestro modo de vida.
El efecto llamada que ha causado Sánchez es una irresponsabilidad que nos ha sumido en la peor crisis migratoria de la última década.
Nuestra sociedad del bienestar no es ilimitada, pero la codicia de las mafias que explotan a estos seres humanos sí.
Por eso hay que seguir apoyando a quienes velan por nuestra seguridad, exigiendo la equiparación salarial que dejamos ya acordada para nuestras magnificas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que son el orgullo de toda España.
Y algo fundamental, exigiremos Memoria, Dignidad y Justicia para las víctimas de ETA y el fin del humillante acercamiento de presos a las cárceles vascas.
Legislaremos contra los homenajes a terroristas etarras y el acceso a beneficios penitenciarios sin su colaboración efectiva en el esclarecimiento de los crímenes impunes.
No les dimos nada por matar, y nada les daremos por haber sido derrotados.
9. En penúltimo lugar, necesitamos una política exterior que responda a la magnitud real de nuestro país. España tiene que tener opiniones propias porque tiene intereses propios. Una España a la deriva es un problema para el mundo.
¿Alguien tiene la menor idea de cuál es la política exterior de Sánchez? Una cosa es tener política exterior y otra exteriorizar la falta de política.
La Unión Europea está en una encrucijada difícil. El Brexit es una decisión que nos gustaría que nunca se hubiese producido, pero suponía una ocasión histórica que el gobierno ha desperdiciado, pero nosotros seguiremos reclamando un Gibraltar español!
También debemos fortalecer nuestro vínculo atlántico, en especial con Iberoamérica. Y exigir con firmeza la democracia en Nicaragua, Venezuela y Cuba, en vez de ir a agasajar a dictadores sanguinarios como hacen Sánchez y Zapatero,
10. Por último, debemos abordar los desafíos de la globalización, como la lucha contra la pobreza y el cambio climático y la adaptación a la transición energética.
Tenemos que avanzar en la revolución tecnológica que va a la sociedad, la economía y hasta nuestra longevidad.
España puede convertirse en un enclave estratégico para la cuarta revolución industrial, para lo cual debemos atraer talento a través de un plan fiscal, educativo y regulatorio que compita con los principales núcleos de innovación como Asia y Estados Unidos.
Cuando lleguemos al Gobierno suprimiremos los impuestos tecnológicos y financieros que el Gobierno ha propuesto. Queremos hablar menos del Valle de los Caídos y competir con Silicon Valley, mirar más al futuro en vez de remover el pasado.
En el último Congreso nacional propuse al partido como eje de actuación política los que para mí son los 5 principios básicos del pensamiento liberal conservador: los que han funcionado aquí y ahora, en todas partes y siempre.
Los que abanderó la escuela de Salamanca, la de Chicago o la austríaca:
El primero, la Nación de ciudadanos libres e iguales, frente al veneno que inoculan el populismo y el nacionalismo.
El segundo, la libertad individual que emancipa a las personas del afán colectivista que pretende etiquetarlas por su género, edad, raza, religión u orientación sexual.
El tercero, la economía de libre mercado que blinda a empresas, trabajadores y consumidores frente al intervencionismo orwelliano de la izquierda.
El cuarto, el Estado de Derecho como paraguas de todos los ciudadanos que delegan subsidiariamente la defensa, la seguridad y la Justicia al Estado, frente al buenismo y el relativismo de algunos.
Y el quinto, la responsabilidad personal que consagra la igualdad de oportunidades de las familias frente al igualitarismo en la mediocridad que persigue la izquierda.
Los cinco se encuentran hoy bajo amenaza del Gobierno socialista, y es por ello, por lo que necesitamos concretarlos cuanto antes en medidas para poner en marcha en cuanto lleguemos al gobierno.
Para ello, también en nuestro Congreso, presenté mi contrato con los españoles, un decálogo de medidas, que 6 meses después se han demostrado necesarias y urgentes, y que han centrado los debates de esta Convención
1. Empezando por el necesario fortalecimiento institucional, que pasa por recuperar la legalidad, la convivencia y la prosperidad en Cataluña, que ha laminado la peste del nacionalismo, como decía ayer Vargas Llosa. Para ello pondremos en marcha de inmediato el artículo 155 de la Constitución, sin límite de tiempo, para deponer al gobierno, nombrar uno nuevo, y recuperar el control de la educación, la seguridad, la hacienda, los medios públicos y las cárceles.
También reformaremos el Código Penal para volver a penalizar la convocatoria de referéndum ilegal.
Y reformaremos la Ley del Indulto para prohibirlos ante delitos de rebelión y sedición.
Impulsaremos la Ley de símbolos para garantizar la neutralidad del personal y del espacio público.
Aplicaremos la Ley de Partidos para ilegalizar a los que promuevan la violencia, y la de financiación de partidos para que no reciban fondos los que atenten contra España.
En definitiva, pondremos orden en Cataluña, y liberaremos a toda una sociedad secuestrada por una banda de fanáticos racistas y supremacistas, con la impunidad de tener al Gobierno de España en sus manos.
2. Mi segundo compromiso es liderar una revolución fiscal, bajando el impuesto de la renta, el de sociedades, suprimiendo el impuesto sobre el patrimonio, las sucesiones y las donaciones.
Y también publicando las cotizaciones sociales en la nómina, para que los trabajadores sepan cuánto se paga, y el Gobierno tenga que dar más explicaciones sobre a qué destina el dinero.
Bajar los impuestos y flexibilizar la economía es querer que los políticos manden menos y la gente mande más, comenzando por el destino que quiere dar a los frutos de su trabajo.
Por principio, yo no creo que el dinero de los españoles esté mejor en manos de su gobierno que en sus propias manos.
Yo no creo que el gobierno sepa mejor que las personas lo que les conviene.
Lo que queremos es que el Gobierno deje de hacernos regalos con nuestro propio dinero.
Y reduciremos el déficit y la deuda pública que de forma insolidaria repercutimos en impuestos a nuestros hijos y nietos.
Así revertiremos las nefastas consecuencias si Sánchez aprueba los Presupuestos más desigualitarios e injustos, que son la mordida que el nacionalismo le exige para atrincherarse en la Moncloa, hipotecando nuestro futuro.
3. En tercer lugar, y ahora que el PSOE presenta su contrarreforma educativa, debemos impedir que sus dogmas anaftalinados condenen al fracaso a toda una generación.
Nosotros aprobaremos una ley que consagre la libertad de elección educativa de los padres, también de la concertada.
Que permita la evaluación pública de conocimientos.
Que introduzca el MIR docente.
Que garantice la enseñanza en castellano en toda España y erradique el adoctrinamiento nacionalista y el dogmatismo de izquierda.
Y que impulse la formación profesional dual, el bilingüismo en inglés y las nuevas asignaturas tecnológicas.
En la educación se concreta en primer término la sociedad de oportunidades que proclamamos. Es el ascensor social que, como siempre, el socialismo ha vuelto a averiar.
Por eso será para nosotros un pilar fundamental.
4. Como cuarto reto propuse acabar con el drama demográfico que hace que debamos abordar con responsabilidad la sostenibilidad del Estado del bienestar y el impulso a la natalidad, la conciliación y la cultura de la vida.
Considero que el poder político tiene que actuar siempre a favor de la vida. Y cuando tenga dudas tiene que resolverlas a favor de la vida.
Y cuando falten recursos tiene que ponerlos a favor de la vida. Y si se equivoca, que se equivoque a favor de la vida.
Hay que eliminar barreras fiscales, laborales o de vivienda a las parejas que quieren tener hijos.
Y apoyar a la familia! No hay nada más importante para nosotros que respaldar el futuro de la sociedad que son nuestras familias.
Tenemos una pirámide de edad que está pidiendo a gritos que nos ocupemos de las pensiones. No solo de subirlas, que por supuesto. No solo de protegerlas, que por supuesto, sino también de pensar más allá de una legislatura y mirar a la siguiente generación.
También debemos garantizar la sanidad pública haciendo eficiente un modelo que -por la baja natalidad, la elevada longevidad y la cronicidad de las enfermedades- hará que un gasto gigantesco gravite sobre muchos menos que ahora.
No queremos una sociedad que sirva al bienestar del Estado, queremos un Estado que sirva al bienestar de la sociedad. Y eso se consigue con eficiencia, responsabilidad y libertad de elección.
No escondiendo facturas en el cajón, congelando las pensiones y dejando quebrado el sistema del bienestar como ha hecho la izquierda ya dos veces.
5. En quinto lugar, es necesario reducir la Administración para hacerla más eficiente y transparente. Respetando los derechos y deberes de quien ha conseguido en justa competición su plaza pública, pero garantizando a partir de ahora la evaluación del desempeño, la remuneración adicional por el mismo y el acceso sin discriminación por lengua, como está pasando en los gobiernos de izquierdas.
No queremos el repliegue del Estado, queremos el despliegue de la sociedad.
Porque no es la sociedad la que debe adaptarse al Estado, es el Estado el que debe adaptarse a la sociedad.
Simplificaremos toda la burocracia innecesaria que dificulta el emprendimiento y los servicios públicos, apostando por la digitalización y la desintermediación.
La intervención es para abrir caminos, no para cerrarlos; es para remover obstáculos, no para ponerlos.
6. En sexto lugar, debemos impulsar la cohesión territorial de España frente a egoísmos identitarios y desigualdades competenciales. Una competencia no existe para dignificar a quien la ejerce, existe para dignificar a la sociedad, y debe estar donde más rinda.
Nosotros no pedimos cambios de fondo en el modelo autonómico. Lo que pedimos es que el modelo se aplique íntegro, con el principio de autonomía íntegro, pero con el principio de solidaridad también íntegro, y con la igualdad de derechos entre españoles íntegra. Pedimos el pacto completo, como lo aprobamos y como es.
Las autonomías existen para que España, como sociedad de bienestar, se haga realidad en cada pueblo de nuestro territorio, para servir mejor a lo común, a lo que es de todos y de cada uno, no para descomponer lo común para que sólo sea de unos cuantos, como pretenden los nacionalistas.
Podemos permitirnos tanta diferencia territorial como sea compatible con la igualdad de derechos, pero no más.
No toleraremos someter el progreso y el bienestar a las fracturas identitarias del sectarismo y el fanatismo. Ni agravios presupuestarios como el que ha hecho Sánchez con Torra para garantizar unos meses más de Falcon.
Además queremos la vertebración territorial a través del impulso al entorno rural, y al sector agrícola, ganadero y pesquero. Así como con un pacto nacional por el agua que acabe con los problemas de los últimos años.
7. Y llegamos a mi séptimo compromiso.
Queremos una Justicia que juzgue imparcialmente, rápidamente y sin presión de nadie: ni de los partidos, ni de los medios, ni de manifestaciones en la calle, ni escraches infames.
Para ello cambiaremos el modelo de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial volviendo al que consagra la Constitución.
Mal estamos cuando el gobierno transige con las agresiones que se producen contra el Estado de derecho, cuando disculpa los golpes que recibe día tras día y pretende erosionar la separación de poderes.
Devolveremos la libertad al corazón de nuestra política y de nuestra sociedad, especialmente allí donde se está jugando el futuro del país.
La ley es el precio de la libertad y la libertad el premio de la ley.
Desde el Partido Popular reafirmamos nuestro compromiso inequívoco para combatir la violencia contra las mujeres, tal y como hicimos con el primer Plan Nacional en el 2000 y el primer Pacto de Estado en el 2015. También intensificaremos las medidas contra la violencia doméstica contra niños y ancianos, y el acoso escolar.
Una España en Libertad debe tomarse en serio a las víctimas de crímenes terribles.
No podemos actuar como si su dolor fuera un peaje inevitable que a algunos les toca pagar. El PSOE y sus aliados quienes quieren que condenados por asesinatos monstruosos salgan a la calle. Pero nosotros defendemos la Prisión Permanente Revisable, y queremos ampliarla a supuestos como los que hemos vuelto a vivir hace pocas semanas.
Los asesinos, violadores o pederastas donde tienen que estar es en la cárcel, no reincidiendo en la calle por el síndrome de Estocolmo de la progresía española.
8. En materia de seguridad, hay que acabar con el buenismo hipócrita de la izquierda. Hay que tener una política realista. El terrorismo existe, el tráfico de seres humanos existe, el crimen existe y por eso tenemos que defendernos frente a ellos.
El terrorismo islamista no se ha acabado, y no podemos limitarnos a esperar a ver cuánto tardan en matar a otro puñado de personas, o en qué ciudad lo harán…
Necesitamos fortalecer nuestras capacidades en Defensa en un mundo con amenazas crecientes, y erradicar la radicalización en nuestro país, quien venga a España a inocular odio, que se vaya de inmediato.
También es imprescindible volver a las políticas responsables de inmigración. Yo lo que quiero es una España seria, con fronteras seguras, que puedan cruzar legalmente quienes quieran vivir con nosotros, trabajar y respetar nuestras leyes y nuestro modo de vida.
El efecto llamada que ha causado Sánchez es una irresponsabilidad que nos ha sumido en la peor crisis migratoria de la última década.
Nuestra sociedad del bienestar no es ilimitada, pero la codicia de las mafias que explotan a estos seres humanos sí.
Por eso hay que seguir apoyando a quienes velan por nuestra seguridad, exigiendo la equiparación salarial que dejamos ya acordada para nuestras magnificas fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, que son el orgullo de toda España.
Y algo fundamental, exigiremos Memoria, Dignidad y Justicia para las víctimas de ETA y el fin del humillante acercamiento de presos a las cárceles vascas.
Legislaremos contra los homenajes a terroristas etarras y el acceso a beneficios penitenciarios sin su colaboración efectiva en el esclarecimiento de los crímenes impunes.
No les dimos nada por matar, y nada les daremos por haber sido derrotados.
9. En penúltimo lugar, necesitamos una política exterior que responda a la magnitud real de nuestro país. España tiene que tener opiniones propias porque tiene intereses propios. Una España a la deriva es un problema para el mundo.
¿Alguien tiene la menor idea de cuál es la política exterior de Sánchez? Una cosa es tener política exterior y otra exteriorizar la falta de política.
La Unión Europea está en una encrucijada difícil. El Brexit es una decisión que nos gustaría que nunca se hubiese producido, pero suponía una ocasión histórica que el gobierno ha desperdiciado, pero nosotros seguiremos reclamando un Gibraltar español!
También debemos fortalecer nuestro vínculo atlántico, en especial con Iberoamérica. Y exigir con firmeza la democracia en Nicaragua, Venezuela y Cuba, en vez de ir a agasajar a dictadores sanguinarios como hacen Sánchez y Zapatero,
10. Por último, debemos abordar los desafíos de la globalización, como la lucha contra la pobreza y el cambio climático y la adaptación a la transición energética.
Tenemos que avanzar en la revolución tecnológica que va a la sociedad, la economía y hasta nuestra longevidad.
España puede convertirse en un enclave estratégico para la cuarta revolución industrial, para lo cual debemos atraer talento a través de un plan fiscal, educativo y regulatorio que compita con los principales núcleos de innovación como Asia y Estados Unidos.
Cuando lleguemos al Gobierno suprimiremos los impuestos tecnológicos y financieros que el Gobierno ha propuesto. Queremos hablar menos del Valle de los Caídos y competir con Silicon Valley, mirar más al futuro en vez de remover el pasado.