Por una España unida. Elecciones ya
Este fin de semana hay que situarse, más que nunca, frente al golpismo secesionista de extrema izquierda que busca romper nuestro país porque, en el fondo, el totalitarismo nacional-socialista, ese que mana de la alianza pútrida del PSOE con la chusma independentista y bolivariana que pulula a lo largo y ancho de diferentes regiones españoles, sabe con certeza que si consigue quebrar nuestra nación logrará abatir nuestra historia, nuestros hábitos, nuestros valores, nuestra estirpe y nuestro legado.
No hay que engañarse. Quienes avalados por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez socavan nuestra democracia buscando vericuetos para alumbrar una Cataluña independiente, quieren abrir una nueva era. Se ven a sí mismos como un antes y un después en los anales de Europa, como la punta de lanza de un gran movimiento independentista y anarco-socialista que ha de acabar de una vez por todas con la civilización occidental, de la que España forma parte esencial, y con los valores, los modos y las costumbres que caracterizan a ésta y que son responsables de los niveles más altos de progreso, desarrollo y bienestar que los seres humanos hemos alcanzado jamás.
Por una España unida, necesitamos urgentemente unas nuevas elecciones. Y es que cuando alguien trata de desgarrar España con el empeño que el PSOE y sus secuaces independentistas ponen en la tarea, está intentando resquebrajar más de veinte siglos de nuestro legado judeocristiano, otras tantas centurias de nuestra herencia grecolatina, un idioma, el español, que es una de las grandes conquistas de la cultura universal, y una historia grandiosa que solamente puede entenderse desde la integridad de una nación que ha sido protagonista principal de no pocos de los más grandes acontecimientos que han jalonado con mayúsculas la historia de la humanidad.
Hoy, más que nunca, frente a los liberticidas socialistas, independentistas y extremistas antisistema que tratan de resquebrajar nuestro sistema de convivencia, hay que recordar que España es el tañer de las campanas en centenares de ermitas esparcidas por los campos de Castilla, que es Covadonga, son nuestros templos romanos, las capillas románicas, las catedrales góticas, las plazas mayores, los conventos, las iglesias barrocas y los edificios modernistas. Que España, como gran parte de Europa, es Velázquez y es Goya, es el espíritu celta, es la pionera Universidad de Salamanca, es la Generación del 98, y es parte fundamental de un sistema de creencias que comenzó a decantarse con don Pelayo emprendiendo la Reconquista y con Fernando de Aragón e Isabel de Castilla liberando Granada… Por esto, para defender este legado, debemos pedir elecciones cuanto antes, para defender la unidad de una España que acoge los valores de nuestras estirpes y que es una realidad histórica que de Compostela a Palos y de Barcelona a Huelva ha lidiado a lo largo de los siglos con todo tipo de sucesos y aconteceres. Sucesos y aconteceres que, a pesar de lo que digan muchos miserables, nos han hecho más grandes, más libres y más fuertes.
Por todo esto, y por la libertad, la seguridad y la civilidad, hay que salir a la calle para decir que no al totalitarismo golpista del Ejecutivo socialista y de las instituciones catalanas; hay que decir que no al Gobierno socialista de Pedro Sánchez, tan legal como ilegítimo, vergonzante, traidor y canalla; hay que decir que no a las amenazas guerracivilistas de los socialistas y de la extrema-izquierda; hay que decir que no a quienes tratan de convertir a Cataluña en la gran puerta de entrada a Europa de la barbarie islamista y de la estulticia bolivariana; hay que decir que no a quienes adoran a los verdugos y escupen a las víctimas; y, especialmente, hay que decir que no a quienes solamente buscan convertir las regiones y provincias de España, que en algunos casos parecen ser ya auténticos territorios perdidos para nuestra país, en arietes con los que poner fin y acabar con la democracia y la libertad, y con las creencias y los valores que compartimos desde tiempos inmemoriables.
Hoy, más que nunca, hay que decir, simplemente, que no. Que España no se rompe y que, para ello, necesitamos unas nuevas elecciones, ya.
Este fin de semana hay que situarse, más que nunca, frente al golpismo secesionista de extrema izquierda que busca romper nuestro país porque, en el fondo, el totalitarismo nacional-socialista, ese que mana de la alianza pútrida del PSOE con la chusma independentista y bolivariana que pulula a lo largo y ancho de diferentes regiones españoles, sabe con certeza que si consigue quebrar nuestra nación logrará abatir nuestra historia, nuestros hábitos, nuestros valores, nuestra estirpe y nuestro legado.
No hay que engañarse. Quienes avalados por el Gobierno socialista de Pedro Sánchez socavan nuestra democracia buscando vericuetos para alumbrar una Cataluña independiente, quieren abrir una nueva era. Se ven a sí mismos como un antes y un después en los anales de Europa, como la punta de lanza de un gran movimiento independentista y anarco-socialista que ha de acabar de una vez por todas con la civilización occidental, de la que España forma parte esencial, y con los valores, los modos y las costumbres que caracterizan a ésta y que son responsables de los niveles más altos de progreso, desarrollo y bienestar que los seres humanos hemos alcanzado jamás.
Por una España unida, necesitamos urgentemente unas nuevas elecciones. Y es que cuando alguien trata de desgarrar España con el empeño que el PSOE y sus secuaces independentistas ponen en la tarea, está intentando resquebrajar más de veinte siglos de nuestro legado judeocristiano, otras tantas centurias de nuestra herencia grecolatina, un idioma, el español, que es una de las grandes conquistas de la cultura universal, y una historia grandiosa que solamente puede entenderse desde la integridad de una nación que ha sido protagonista principal de no pocos de los más grandes acontecimientos que han jalonado con mayúsculas la historia de la humanidad.
Hoy, más que nunca, frente a los liberticidas socialistas, independentistas y extremistas antisistema que tratan de resquebrajar nuestro sistema de convivencia, hay que recordar que España es el tañer de las campanas en centenares de ermitas esparcidas por los campos de Castilla, que es Covadonga, son nuestros templos romanos, las capillas románicas, las catedrales góticas, las plazas mayores, los conventos, las iglesias barrocas y los edificios modernistas. Que España, como gran parte de Europa, es Velázquez y es Goya, es el espíritu celta, es la pionera Universidad de Salamanca, es la Generación del 98, y es parte fundamental de un sistema de creencias que comenzó a decantarse con don Pelayo emprendiendo la Reconquista y con Fernando de Aragón e Isabel de Castilla liberando Granada… Por esto, para defender este legado, debemos pedir elecciones cuanto antes, para defender la unidad de una España que acoge los valores de nuestras estirpes y que es una realidad histórica que de Compostela a Palos y de Barcelona a Huelva ha lidiado a lo largo de los siglos con todo tipo de sucesos y aconteceres. Sucesos y aconteceres que, a pesar de lo que digan muchos miserables, nos han hecho más grandes, más libres y más fuertes.
Por todo esto, y por la libertad, la seguridad y la civilidad, hay que salir a la calle para decir que no al totalitarismo golpista del Ejecutivo socialista y de las instituciones catalanas; hay que decir que no al Gobierno socialista de Pedro Sánchez, tan legal como ilegítimo, vergonzante, traidor y canalla; hay que decir que no a las amenazas guerracivilistas de los socialistas y de la extrema-izquierda; hay que decir que no a quienes tratan de convertir a Cataluña en la gran puerta de entrada a Europa de la barbarie islamista y de la estulticia bolivariana; hay que decir que no a quienes adoran a los verdugos y escupen a las víctimas; y, especialmente, hay que decir que no a quienes solamente buscan convertir las regiones y provincias de España, que en algunos casos parecen ser ya auténticos territorios perdidos para nuestra país, en arietes con los que poner fin y acabar con la democracia y la libertad, y con las creencias y los valores que compartimos desde tiempos inmemoriables.
Hoy, más que nunca, hay que decir, simplemente, que no. Que España no se rompe y que, para ello, necesitamos unas nuevas elecciones, ya.