“Para que nuestra alma no se apague”. Nastasia Urbano como paradigma de la Cataluña del "prusés"
En las últimas semanas, han saltado a los medios diversas informaciones sobre una antigua top model que se ve obligada, en estos momentos, a dormir en cajeros de Barcelona: Nastasia Urbano https://www.abc.es/estilo/gente/abci-nastasia-urbano-model-duerme-calles-barcelona-201901310156_noticia.html.
Su nombre no me decía nada, tal vez porque nunca he sido especialmente mitómano o aficionado a personajes glamourosos: actores, modelos, deportistas y demás. Pero los reportajes incluyen siempre algunas fotos de su época de esplendor, y entonces la reconocí: era imposible olvidar la esplendorosa belleza y exquisita elegancia de aquella mujer que me miraba desde las vallas publicitarias, portadas de revista y anuncios de televisión con poco más de 20 años.
Consuelo Urbano, Chelo para la familia y amigos, se inicia como modelo en Barcelona. Tras triunfar en la ciudad condal, pasa a Milán, París, Londres. Ahí empezará a ser llamada Nastasia, que suena más internacional. Pero Europa se le queda pequeña, así que en 1981 aterriza en Nueva York, el destino que consagra el definitivo triunfo mundial de una supermodelo. Y, efectivamente, la ciudad de los rascacielos se rinde a sus pies: contrato con la mítica agencia Ford. Campaña publicitaria con la histórica empresa de cosmética Revlon, una de las más importantes a nivel mundial, con la que trabajan las más célebres modelos del momento, como Linda Evangelista, Cindy Crawford o Elle Mcpherson.
Especialmente memorable resultará el anuncio de la fragancia Opium de Yves Saint Laurent, filmado por David Lynch nada menos, en 1992 con Nastasia de protagonista absoluta https://www.youtube.com/watch?v=StGY3UcnG4o. Los días de vino y rosas se suceden vertiginosamente para la joven barcelonesa: cenas con Jack Nicholson, Harrison Ford o Andy Warhol, fiestas en compañía de Melanie Griffith y Simon & Garfunkel, parrandas gigantescas, alcohol, incluso cocaína. Nastasia sorbe ávidamente toda la gloria y la belleza del mundo que le rodea. Y triunfa profesionalmente, sin lugar a dudas, gracias a sus dotes, profesionalidad y polivalencia en diferentes registros. Chica de portada en las principales revistas internacionales de moda: Vogue, New Woman, Redbook. Y no sólo anuncios de cosmética, también de ropa, una clase de publicidad no tan cotizada en esos momentos. Pese a lo cual, Nastasia se convierte en la primera modelo que firma un contrato millonario por anunciar ropa: un millón de dólares por 20 días de trabajo al año.
En una de sus estancias en Barcelona, para visitar a sus padres, conoce al que se convierte en su marido. Tendrá tres hijos con él. Su triunfo profesional y su felicidad personal van de la mano y han alcanzado su punto álgido. Pero el descenso desde el cénit va a resultar en verdad muy duro, demasiado. Los días de gloria se irán diluyendo mientras el dinero de las cuentas suizas de Nastasia se lo apropia quien a la postre se revelará como un consorte interesado y carente de escrúpulos, antes de abandonarla. Nastasia empieza a sentirse muy afectada por la decadencia, hasta caer en la depresión y no poder llevar una vida normal. Ya no puede pagar sus gastos habituales y acaba, en ocasiones, durmiendo en cajeros bancarios. Ha tocado fondo.
La única dulzura que probará en estos últimos años amargos es la ayuda de Daniel Mirabal, un profesional de la moda que conoció en los días de gloria y que está intentando ayudarla, contra viento y marea, organizando una campaña de micromecenazgo https://www.gofundme.com/ayuda-a-nastasia-urbano-help-nastasia-urbano?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=fb_dn_cpgntopstickysmall_r&fbclid=IwAR3HSZthyje-vPKcM2FRQMNh2y44KmB7oCvPPLUSFy4j-6nAuygIxLuow2w Daniel parece ser la excepción, pues la industria de la moda y los conocidos de antaño le han dado la espalda a Nastasia.
Resulta muy ilustrativo, para entender la realidad social de Cataluña, comparar la situación actual de Nastasia con la de otras modelos catalanas que también destacaron a nivel internacional, aunque ninguna de estas estuvo en el selecto grupo de la neoyorquina agencia Ford. Teresa Gimpera, musa de los 60, es hoy una octogenaria mimada por la Generalitat (cruz de Sant Jordi en 2017) y por los medios públicos o subvencionados catalanes. Mucho después de que abandonara la primera línea profesional, siempre había entrevistas con ella en radio o tv3, colaboraciones, homenajes, contactos, facilidades y promoción para la agencia de modelos que creó en Barcelona, etc. Todo lo cual le ha permitido sentirse reconocida, superar desgracias personales (un hijo fallecido por el sida) y llevar un tren de vida más que digno. Otro tanto sucede con Judit Mascó, cuya carrera internacional fue apoyada institucionalmente al ser elegida embajadora de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y que a sus 49 años sigue luciendo su palmito asiduamente en Tv3, tiene premios y reconocimientos públicos, invitaciones a acontecimientos promovidos por la Generalitat (premios Gaudí, por ejemplo), etc.
Para Nastasia nunca hubo invitaciones a actos públicos, entrevistas en Tv3, ofrecimiento de colaboraciones, reconocimientos o promociones institucionales de ningún tipo, aunque sus méritos en el estricto campo de la moda eran superiores a los de Teresa o Judit. Ni siquiera una pequeña ayuda en los últimos tiempos, al menos por una mera cuestión de humanidad. Hay que preguntarse ¿por qué esta diferencia de trato?
La respuesta es que Nastasia no era una de les nostres, al contrario que Teresa o Judit. Aunque barcelonesa, no tiene apellidos catalanes, sus padres eran emigrantes españoles procedentes de Suiza, por consiguiente el tipo de personas miradas con desprecio por la oligarquía catalana y el amplio porcentaje de catalanes que han sido inoculados con el veneno supremacista. Y ello independientemente de la valía profesional, el buen hacer o la belleza personales. Nada es reconocido por estas instituciones creadas a imagen y semejanza de las 44 familias que dominan el oasis catalán: para el que no sea dels nostres sólo hay descrédito, calumnia, ninguneo o desprecio, salvo que realice diligentemente los protocolos de sumisión establecidos (y aún así). He visto a auténticos patanes -eso sí, con ocho apellidos catalanes- mirar por encima del hombro a doctores y profesores universitarios de Murcia. De manera que las únicas opciones que ofrecen las instituciones catalanas, creadas por el separatismo supremacista, a la mayor parte de la población de Cataluña son la muerte civil y el desamparo o bien la humillación absoluta. Y han demostrado, en el caso de Nastasia y en muchos otros, que son implacables. Epi y Sibilio fueron la gloria del baloncesto catalán y español, dos jugadores de referencia en la historia de la sección de baloncesto del F.C. Barcelona, pero no eran catalanes de origen ni demostraron ser lo suficientemente sumisos, por lo cual salieron de escena en los medios nada más retirarse. Todo lo contrario que Solozábal, al cual se le hizo un hueco de comentarista en Tv3 y se le nombró catalán honorario por haber sido un buen chico y contentar a los separatistas. Si alguno de estos casos, además, trabaja como funcionario dependiente de la Generalitat, se encontrará sometido impunemente a un implacable protocolo de acoso institucional. Lo estamos viendo con profesores de la escuela pública o mozos de escuadra.
Indirectamente y de modo inconsciente, Nastasia revela esta situación cuando expresa su nostalgia por la ciudad de Nueva York. "La echo de menos día y noche. Nueva York es una ciudad que te hace vibrar, sales a la calle y se te pone la piel de gallina. Aquí –se refiere a Barcelona– me he ido apagando. Es así. Aquí mi alma se ha ido apagando". Nastasia echa de menos una ciudad abierta y cosmopolita, en la que te sientes integrado nada más llegar, pues sólo se toma en cuenta la valía y el esfuerzo personales; nadie te da la lata con cuestiones identitarias ni te hacen pagar el absurdo peaje de usar obligatoriamente una lengua minoritaria, absolutamente inútil como vehículo de comunicación. En estos aspectos, Madrid es como Nueva York, y no es por casualidad que la capital de España haya sido elegida como destino por destacadas personalidades catalanas, hastiadas del clima irrespirable establecido paulatinamente por el separatismo, con la complicidad de los sucesivos gobiernos españoles: Albert Boadella, Francesc de Carreras, Félix de Azúa, Alejo Vidal-Quadras, Loquillo, y un largo etc.
Pero esa es sólo una solución individual. Si los catalanes queremos terminar definitivamente con esta situación opresiva y evitar que nuestra alma se vaya apagando, por utilizar la bella expresión de Nastasia, tenemos que coger el toro por los cuernos y exigir cosas tan elementales en una sociedad democrática como la igualdad de derechos, el respeto a la ley y el fin del adoctrinamiento escolar.
En las últimas semanas, han saltado a los medios diversas informaciones sobre una antigua top model que se ve obligada, en estos momentos, a dormir en cajeros de Barcelona: Nastasia Urbano https://www.abc.es/estilo/gente/abci-nastasia-urbano-model-duerme-calles-barcelona-201901310156_noticia.html.
Su nombre no me decía nada, tal vez porque nunca he sido especialmente mitómano o aficionado a personajes glamourosos: actores, modelos, deportistas y demás. Pero los reportajes incluyen siempre algunas fotos de su época de esplendor, y entonces la reconocí: era imposible olvidar la esplendorosa belleza y exquisita elegancia de aquella mujer que me miraba desde las vallas publicitarias, portadas de revista y anuncios de televisión con poco más de 20 años.
Consuelo Urbano, Chelo para la familia y amigos, se inicia como modelo en Barcelona. Tras triunfar en la ciudad condal, pasa a Milán, París, Londres. Ahí empezará a ser llamada Nastasia, que suena más internacional. Pero Europa se le queda pequeña, así que en 1981 aterriza en Nueva York, el destino que consagra el definitivo triunfo mundial de una supermodelo. Y, efectivamente, la ciudad de los rascacielos se rinde a sus pies: contrato con la mítica agencia Ford. Campaña publicitaria con la histórica empresa de cosmética Revlon, una de las más importantes a nivel mundial, con la que trabajan las más célebres modelos del momento, como Linda Evangelista, Cindy Crawford o Elle Mcpherson.
Especialmente memorable resultará el anuncio de la fragancia Opium de Yves Saint Laurent, filmado por David Lynch nada menos, en 1992 con Nastasia de protagonista absoluta https://www.youtube.com/watch?v=StGY3UcnG4o. Los días de vino y rosas se suceden vertiginosamente para la joven barcelonesa: cenas con Jack Nicholson, Harrison Ford o Andy Warhol, fiestas en compañía de Melanie Griffith y Simon & Garfunkel, parrandas gigantescas, alcohol, incluso cocaína. Nastasia sorbe ávidamente toda la gloria y la belleza del mundo que le rodea. Y triunfa profesionalmente, sin lugar a dudas, gracias a sus dotes, profesionalidad y polivalencia en diferentes registros. Chica de portada en las principales revistas internacionales de moda: Vogue, New Woman, Redbook. Y no sólo anuncios de cosmética, también de ropa, una clase de publicidad no tan cotizada en esos momentos. Pese a lo cual, Nastasia se convierte en la primera modelo que firma un contrato millonario por anunciar ropa: un millón de dólares por 20 días de trabajo al año.
En una de sus estancias en Barcelona, para visitar a sus padres, conoce al que se convierte en su marido. Tendrá tres hijos con él. Su triunfo profesional y su felicidad personal van de la mano y han alcanzado su punto álgido. Pero el descenso desde el cénit va a resultar en verdad muy duro, demasiado. Los días de gloria se irán diluyendo mientras el dinero de las cuentas suizas de Nastasia se lo apropia quien a la postre se revelará como un consorte interesado y carente de escrúpulos, antes de abandonarla. Nastasia empieza a sentirse muy afectada por la decadencia, hasta caer en la depresión y no poder llevar una vida normal. Ya no puede pagar sus gastos habituales y acaba, en ocasiones, durmiendo en cajeros bancarios. Ha tocado fondo.
La única dulzura que probará en estos últimos años amargos es la ayuda de Daniel Mirabal, un profesional de la moda que conoció en los días de gloria y que está intentando ayudarla, contra viento y marea, organizando una campaña de micromecenazgo https://www.gofundme.com/ayuda-a-nastasia-urbano-help-nastasia-urbano?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_campaign=fb_dn_cpgntopstickysmall_r&fbclid=IwAR3HSZthyje-vPKcM2FRQMNh2y44KmB7oCvPPLUSFy4j-6nAuygIxLuow2w Daniel parece ser la excepción, pues la industria de la moda y los conocidos de antaño le han dado la espalda a Nastasia.
Resulta muy ilustrativo, para entender la realidad social de Cataluña, comparar la situación actual de Nastasia con la de otras modelos catalanas que también destacaron a nivel internacional, aunque ninguna de estas estuvo en el selecto grupo de la neoyorquina agencia Ford. Teresa Gimpera, musa de los 60, es hoy una octogenaria mimada por la Generalitat (cruz de Sant Jordi en 2017) y por los medios públicos o subvencionados catalanes. Mucho después de que abandonara la primera línea profesional, siempre había entrevistas con ella en radio o tv3, colaboraciones, homenajes, contactos, facilidades y promoción para la agencia de modelos que creó en Barcelona, etc. Todo lo cual le ha permitido sentirse reconocida, superar desgracias personales (un hijo fallecido por el sida) y llevar un tren de vida más que digno. Otro tanto sucede con Judit Mascó, cuya carrera internacional fue apoyada institucionalmente al ser elegida embajadora de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y que a sus 49 años sigue luciendo su palmito asiduamente en Tv3, tiene premios y reconocimientos públicos, invitaciones a acontecimientos promovidos por la Generalitat (premios Gaudí, por ejemplo), etc.
Para Nastasia nunca hubo invitaciones a actos públicos, entrevistas en Tv3, ofrecimiento de colaboraciones, reconocimientos o promociones institucionales de ningún tipo, aunque sus méritos en el estricto campo de la moda eran superiores a los de Teresa o Judit. Ni siquiera una pequeña ayuda en los últimos tiempos, al menos por una mera cuestión de humanidad. Hay que preguntarse ¿por qué esta diferencia de trato?
La respuesta es que Nastasia no era una de les nostres, al contrario que Teresa o Judit. Aunque barcelonesa, no tiene apellidos catalanes, sus padres eran emigrantes españoles procedentes de Suiza, por consiguiente el tipo de personas miradas con desprecio por la oligarquía catalana y el amplio porcentaje de catalanes que han sido inoculados con el veneno supremacista. Y ello independientemente de la valía profesional, el buen hacer o la belleza personales. Nada es reconocido por estas instituciones creadas a imagen y semejanza de las 44 familias que dominan el oasis catalán: para el que no sea dels nostres sólo hay descrédito, calumnia, ninguneo o desprecio, salvo que realice diligentemente los protocolos de sumisión establecidos (y aún así). He visto a auténticos patanes -eso sí, con ocho apellidos catalanes- mirar por encima del hombro a doctores y profesores universitarios de Murcia. De manera que las únicas opciones que ofrecen las instituciones catalanas, creadas por el separatismo supremacista, a la mayor parte de la población de Cataluña son la muerte civil y el desamparo o bien la humillación absoluta. Y han demostrado, en el caso de Nastasia y en muchos otros, que son implacables. Epi y Sibilio fueron la gloria del baloncesto catalán y español, dos jugadores de referencia en la historia de la sección de baloncesto del F.C. Barcelona, pero no eran catalanes de origen ni demostraron ser lo suficientemente sumisos, por lo cual salieron de escena en los medios nada más retirarse. Todo lo contrario que Solozábal, al cual se le hizo un hueco de comentarista en Tv3 y se le nombró catalán honorario por haber sido un buen chico y contentar a los separatistas. Si alguno de estos casos, además, trabaja como funcionario dependiente de la Generalitat, se encontrará sometido impunemente a un implacable protocolo de acoso institucional. Lo estamos viendo con profesores de la escuela pública o mozos de escuadra.
Indirectamente y de modo inconsciente, Nastasia revela esta situación cuando expresa su nostalgia por la ciudad de Nueva York. "La echo de menos día y noche. Nueva York es una ciudad que te hace vibrar, sales a la calle y se te pone la piel de gallina. Aquí –se refiere a Barcelona– me he ido apagando. Es así. Aquí mi alma se ha ido apagando". Nastasia echa de menos una ciudad abierta y cosmopolita, en la que te sientes integrado nada más llegar, pues sólo se toma en cuenta la valía y el esfuerzo personales; nadie te da la lata con cuestiones identitarias ni te hacen pagar el absurdo peaje de usar obligatoriamente una lengua minoritaria, absolutamente inútil como vehículo de comunicación. En estos aspectos, Madrid es como Nueva York, y no es por casualidad que la capital de España haya sido elegida como destino por destacadas personalidades catalanas, hastiadas del clima irrespirable establecido paulatinamente por el separatismo, con la complicidad de los sucesivos gobiernos españoles: Albert Boadella, Francesc de Carreras, Félix de Azúa, Alejo Vidal-Quadras, Loquillo, y un largo etc.
Pero esa es sólo una solución individual. Si los catalanes queremos terminar definitivamente con esta situación opresiva y evitar que nuestra alma se vaya apagando, por utilizar la bella expresión de Nastasia, tenemos que coger el toro por los cuernos y exigir cosas tan elementales en una sociedad democrática como la igualdad de derechos, el respeto a la ley y el fin del adoctrinamiento escolar.